Homilía de monseñor Lozano en la misa de colocación de la reliquia La Capilla de la sede del CELAM entroniza un retazo de tela ensangrentada de San Óscar Romero

Monseñor Jorge Eduardo Lozano
Monseñor Jorge Eduardo Lozano

Monseñor Lozano: "Su muerte no fue casual ni al voleo. Quisieron acallar su voz. Y Monseñor Romero no evadió la hora que le tocó afrontar. Demos gracias a Dios por este Pastor que vivió a fondo el Evangelio"

Lo dijo en su predicación el arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina) y secretario general del CELAM, en la misa de colocación de la reliquia de San Óscar Romero, obispo y mártir, en la Capilla de la nueva sede

La reliquia stá compuesta por gotas de sangre que quedaron impregnadas en la sábana que cubrió el cuerpo de san Óscar Romero inmediatamente después de haber sido asesinado

Poco antes de las 18.30 de aquella tarde del lunes 24 de marzo de 1980 Monseñor Romero celebraba como todos los días la misa en la capilla del hospital "La Divina Providencia" que atiende a enfermos de cáncer. Había dedicado la predicación a meditar acerca del sentido de la vida y de la muerte.

Promediando la celebración, en el momento de ofrecer el pan y el vino, un francotirador desde la altura de la puerta del templo le disparó al corazón provocando su muerte. Enseguida cubrieron su cuerpo con unas sábanas; un retazo de esa tela ensangrentada es lo que colocaremos hoy como reliquia en nuestro altar. Agradecemos de manera especial a nuestros hermanos obispos de la Conferencia Episcopal de El Salvador por acoger nuestra solicitud.

La palabra “mártir” es de origen griego, y traducida significa “testigo”, y San Óscar Romero lo es de la muerte y resurrección de Jesucristo. El martirio es el punto culminante pero no debemos dejar de valorar su vida y su obra.

Al ser designado obispo en 1970, eligió como lema de su consagración episcopal "sentir con la Iglesia". Y así lo hizo. Le dolió la Iglesia, a la que amó profundamente. El Cardenal Eduardo Pironio fue un amigo que le brindó aliento y consuelo en momentos difíciles. En una oportunidad —octubre de 2015— Francisco se refirió a que lo mataron dos veces; una con las balas, otra con las calumnias: “una vez muerto fue difamado, calumniado, ensuciado. Su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y el episcopado”. Se le siguió “lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua”.

Pero así son los santos, factores de unidad y comunión aun ante el odio de los enemigos. Dan ganas de imitar su entrega y claridad. Hoy acariciamos y besamos su reliquia, su memoria y su vida. Ante su sepultura en la cripta de la Catedral Metropolitana de San Salvador se combinan en especial armonía dolor, silencio, unción, lágrimas, música, danza, fiesta. Expresiones de amor del pueblo por su Pastor que entregó la vida por amor a ellos.

Hace unos años escuché decir al Cardenal Gregorio Rosa Chaves que “una Iglesia martirial es una Iglesia atractiva, fascinante”.

Misa colocación reliquia Romero

Como arzobispo dedicaba buena parte de su tiempo a recorrer los barrios máspobres, visitar las familias, comunidades religiosas. Sus zapatos conocieron el barro de las periferias de la ciudad, impregnándose del olor de los caminos que transitan los pobres. Como decimos entre nosotros, preparaba su predicación “pateando la calle”. Es bello lo que él mismo nos cuenta acerca de cómo maduraba en el corazón lo que luego enseñaba: "...Por eso le pido al Señor, durante toda la semana, mientras voy recogiendo el clamor del pueblo y el dolor de tanto crimen, la ignominia de tanta violencia, que me dé la palabra oportuna para consolar, para denunciar, para llamar al arrepentimiento, y aunque siga siendo una voz que clama en el desierto, sé que la Iglesia está haciendo el esfuerzo por cumplir con su misión". (23/3/80, el día anterior a su martirio)

Romero también era un hombre de profunda oración. Todos los días se levantaba temprano y dedicaba un buen rato a la meditación de la Palabra de Dios y a contarle al Señor de los rostros con los que se había cruzado. “Hemos de incorporar este valor de la oración, a la promoción Humana, porque si no hacemos oración, miramos las cosas con mucha miopía, con resentimientos, con odios, con violencia; y es solo hundiéndose en el corazón de Dios donde se comprenden los planes de Dios sobre la historia, solo hundiéndose en momentos de oración íntima con el Señor es cuando aprendemos a ver en el rostro del hombre, sobre todo el más sufrido, el más pobre, el más harapiento, la imagen de Dios y trabajamos por él.” (16/10/77)

"Su homilía era esperada cada domingo como luz que alumbra el camino a seguir y como bálsamo fuente de esperanza y consuelo"

De esta contemplación del misterio del dolor humano y la hondura del Amor de Dios hablaba nuestro pastor Romero. Por eso su homilía era esperada cada domingo como luz que alumbra el camino a seguir y como bálsamo fuente de esperanza y consuelo.

Su predicación y sus gestos siempre expresaban cercanía ante quienes se sienten que son nada. Su alma supo del dolor por el desprecio a la vida que se palpa en cada guerra. Su pueblo estaba padeciendo en esos años enfrentamientos armados. Se afligía su corazón cuando se anoticiaba de las torturas, de las matanzas de campesinos por reclamar sus derechos. Sufría con la violencia fratricida. "Ojalá me estuvieran escuchando hombres que tienen sus manos manchadas de homicidio. ¡Son muchos, por desgracia! Porque también es homicida el que tortura (...) Nadie puede poner la mano sobre otro hombre porque el hombre es imagen de Dios. ¡No matarás!" (18/3/79)

Misa colocación de la reliquia de Romero

Romero señalaba y cuestionaba sin realizar una descripción aséptica de la realidad. Denunciaba con firmeza y claridad, sin lenguajes ambiguos o elípticos. Lo suyo no era la “equidistancia” sino la cercanía con los más débiles, los vulnerables vulnerados, los pobres, los campesinos explotados y oprimidos.

Se reconocía profundamente amado por Jesús y en esa certeza apoyaba su esperanza. "A lo largo de la historia nadie conoce un amor, diríamos, tan loco, tan exagerado: de darse hasta quedar crucificado en una Cruz." (23/3/78) Ese amor de Jesús no lo hacía vivir en las nubes, sino que sacudía el adormecimiento de lo que Francisco llama “conciencia aislada” de unos pocos cristianos que llevaban una vida de lujo y despilfarro, indiferentes al hambre y la miseria de los campesinos y trabajadores explotados. Por eso enseñaba que "una religión de misa dominical pero de semanas injustas, no gusta al Señor. Una religión de mucho rezo pero con hipocresía en el corazón no es cristiana". (4/12/77)

Son muchos los temas que abordó en sus catequesis: familia, ancianos, niños, misión de la Iglesia, reforma agraria, oración... A él le gustaba ser llamado "el catequista de la diócesis" (16/9/79). Me contaron que cuando el arzobispo llegaba a un barrio humilde —como una villa o asentamiento— quienes primero salían corriendo a recibirlo eran los niños. Él tenía una debilidad particular hacia ellos. Una vez predicó: “¡Cuánto vale más para mí que un niño me tenga la confianza de sonreírme, de abrazarme y hasta de darme un beso a la salida de la Iglesia, que si tuviera millones [en dinero] y fuera espantable a los niños!”. (23/9/79)

"En nombre de Dios, pues, y de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión...!", pidió a la Guardia Nacional

Siempre buscó la paz y la justicia, y tuvo una firme opción de condena a la violencia. Dirigiéndose al ejército, a la guardia nacional, a la policía, predicó el domingo antes que lo mataran: "En nombre de Dios, pues, y de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión...!". (23/3/80)

"Me contaron que cuando el arzobispo llegaba a un barrio humilde —como una villa o asentamiento— quienes primero salían corriendo a recibirlo eran los niños"

Su muerte no fue casual ni al voleo. Quisieron acallar su voz. Y Monseñor Romero no evadió la hora que le tocó afrontar. Contemplando a Jesús sabía que el buen pastor da la vida por el rebaño, no escapa cuando ve venir al lobo. Él sabía lo exigente del seguimiento de Jesús: "Amor a Dios hasta el exceso de dejarse matar por Él; y amor al prójimo, hasta quedar crucificados por los prójimos". (3/7/77)

Demos gracias a Dios por este Pastor que vivió a fondo el Evangelio, y animémonos a mirarnos en el espejo de su vida.

+Jorge Eduardo Lozano
Arzobispo de San Juan de Cuyo - Argentina
Secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)

Colocación de la reliquia

La reliquia que se colocó en el altar de la capilla del CELAM está compuesta por gotas de sangre que quedaron impregnadas en la sábana que cubrió el cuerpo de san Óscar Romero inmediatamente después de haber sido asesinado.

Misa colocación reliquia de monseñor Romero

En los altares suele haber reliquias de los santos. Cuando se proyectó bendecir la capilla surgió que se pudieran colocar reliquias de algún obispo santo y mártir, y ahí se pensó en san Óscar Romero. Desde el CELAM se solicitó a la Conferencia Episcopal de El Salvador que consiguiera una reliquia de Romero y la entregaron hace aproximadamente 20 días cuando aconteció la Asamblea del CELAM. La fecha para la colocación y sellado de las reliquias en el altar de la nueva capilla del CELAM fue elegida en el contexto de los 105 años (15 de agosto) del nacimiento de Romero.

Esta predicación fue pronunciada en la misa que se celebró a las 7 am (hora de Colombia) y que fue presidida por monseñor Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo (Argentina) y secretario general del CELAM; y concelebrada por el padre Pedro Brassesco, Secretario General Adjunto, y varios sacerdotes que prestan servicios en el CELAM. Participaron de esta eucaristía el personal de la casa y alumnos de una diplomatura del CEBITEPAL (Centro de Formación del CELAM) y CLAR.

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

Volver arriba