"¡Qué hermosa es la paz, que alegra la vida de los pueblos!¡Qué inhumana es la guerra" El Papa felicita el año nuevo y pide valentía a los gobernantes del mundo, para que "condonen total o parcialmente la deuda de los países más pobres"
"Coraje, por tanto, a los gobernantes de los países de tradición cristiana a dar un buen ejemplo, por ejemplo, cancelando, o reduciendo lo más posible los deudas de los países más pobres"
"Todos los hombres somos hijos, pero ninguno de nosotros eligió nacer. Dios, en cambio, eligió nacer por nosotros"
"En el corazón de María late la esperanza de redención para toda criatura"
"Pensemos en todas las madres cuyo corazón está lleno de dolor, porque sus hijos han sido arrebatados por la violencia, por el orgullo, por el odio"
"Que María, la Santa Madre de Dios, nos enseñe a conservar la alegría del Evangelio en nuestro corazón y a dar testimonio de ella en el mundo"
"En el corazón de María late la esperanza de redención para toda criatura"
"Pensemos en todas las madres cuyo corazón está lleno de dolor, porque sus hijos han sido arrebatados por la violencia, por el orgullo, por el odio"
"Que María, la Santa Madre de Dios, nos enseñe a conservar la alegría del Evangelio en nuestro corazón y a dar testimonio de ella en el mundo"
"Que María, la Santa Madre de Dios, nos enseñe a conservar la alegría del Evangelio en nuestro corazón y a dar testimonio de ella en el mundo"
Tras la solemne misa del primero de año, el Papa Francisco se asomó a la ventana del palacio apostólico para ofrecer al mundo su primera bendición del angelus de 2025. En su felicitación, Bergoglio recordó que "Dios eligió nacer por nosotros" y que "en el corazón de María late la esperanza de redención para toda criatura". Por eso, pidió una oración por todas las madres que gozan y sufren " porque sus hijos han sido arrebatados por la violencia, por el orgullo, por el odio". Y concluyó deseando la paz al mundo, "que alegra la vida de los pueblos".
En los saludos tras el ángelus, el Papa, tras corresponder a la felicitación de Año Nuevo del presidente de la República italiana, recordó que, en la jornada mundial de la paz y con motivo del Jubileo, pide valentía a los gobernantes del mundo, para que "condonen total o parcialmente la deuda de los países más pobres". Y terminó expresando su otro gran deseo de año nuevo: la paz. Porque "la guerra destruye, siempre destruye. La guerra es siempre una derrota, siempre".
Palabras del Papa antes del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Año Nuevo!
La sorpresa y la alegría de la Navidad continúan en el Evangelio de la liturgia de hoy (Lc 2,16-21), que narra la llegada de los pastores al portal de Belén. De hecho, tras el anuncio de los ángeles, «fueron sin demora y encontraron a María, a José y al Niño acostado en el pesebre» (v. 16). Este encuentro llena de asombro a todos, porque los pastores «contaron lo que les habían dicho del niño» (v. 17): ¡el recién nacido es el «salvador», el «Cristo Señor» (v. 11)!
Reflexionemos sobre lo que los pastores vieron en Belén, es decir, al niño Jesús, y también sobre lo que no vieron, es decir, el corazón de María, que guardaba y meditaba todos estos hechos (cf. v. 19). En primer lugar, el niño Jesús: este nombre hebreo significa «Dios salva», y eso es precisamente lo que hará. En efecto, el Señor vino al mundo para darnos su propia vida. Pensemos en esto: todos los hombres somos hijos, pero ninguno de nosotros eligió nacer. Dios, en cambio, eligió nacer por nosotros: Jesús es la revelación de su amor eterno e infinito, que trae la paz al mundo.
Al Mesías recién nacido, que manifiesta la misericordia del Padre, corresponde el corazón de María, la Virgen Madre. Este corazón es el oído que escuchó el anuncio del arcángel Gabriel; este corazón es la mano de esposa entregada a José; este corazón es el abrazo que envolvió a Isabel en su vejez. En el corazón de María late la esperanza de redención para toda criatura.
Las madres siempre quieren a sus hijos. Hoy, en este primer día del año, dedicado a la paz, pensemos en todas las madres que alegran su corazón, y en todas las madres cuyo corazón está lleno de dolor, porque sus hijos han sido arrebatados por la violencia, por el orgullo, por el odio. ¡Qué hermosa es la paz, que alegra la vida de los pueblos! ¡Qué inhumana es la guerra, que rompe el corazón de las madres!
A la luz de estas reflexiones, cada uno de nosotros puede preguntarse: ¿sé permanecer en silencio para contemplar el nacimiento de Jesús? ¿Y trato de acoger en mi corazón este Adviento, su mensaje de bondad y de salvación? ¿Y cómo puedo corresponder a un don tan grande con un gesto gratuito de paz, de perdón, de reconciliación?
Que María, la Santa Madre de Dios, nos enseñe a conservar la alegría del Evangelio en nuestro corazón y a dar testimonio de ella en el mundo.
Saludos tras el ángelus
Queridos hermanos y hermanas, a todos vosotros, romanos, peregrinos y seguidores a través de los medios de comunicación, os deseo lo mejor para el nuevo año. Agradezco al Presidente de la República Italiana su recuerdo en su mensaje con motivo de la Jornada del año nuevo italiana, y le correspondo de corazón asegurándole mis oraciones. Feliz Año Nuevo, Señor Presidente.
El Papa San Pablo VI quiso que el primer día del año se convirtiese en la Día Mundial de la Paz. Este año se caracteriza por un tema peculiar, la remisión de los deudas. El primero a remitir los deudas es Dios, como siempre le pedimos a nuestro Padre, refiriéndonos a nuestros pecados. Y nos comprometimos a perdonar a nuestra vez al que nos ofendió. El Jubileo quiere traducir esta remisión en el plano social, porque ninguna persona, ninguna familia, ningún pueblo se quede sin condonar sus deudas.
Coraje, por tanto, a los gobernantes de los países de tradición cristiana a dar un buen ejemplo, por ejemplo, cancelando, o reduciendo lo más posible los deudas de los países más pobres.
Gracias por todas las iniciativas de oración y empeño por la paz promocionadas en todas partes del mundo, de las comunidades parroquiales, de asociaciones, movimientos, grupos eclesiales, como la Marcha Nacional por la Paz, que se dirigió a Pesaro ayer.
Saludos a los participantes de la manifestación Paz en todas las tierras, organizada por la comunidad de San Egidio en varios países. Saludos a la comunidad de Santo Egidio que está aquí. Expreso mi agradecimiento a todos aquellos que en tantas áreas de conflicto trabajan para el diálogo y para los negociadores. Gracias. Rezamos para que en todas las áreas de conflicto cesen los combates y se apunte definitivamente a la paz y la reconciliación. Pienso en la martirizada Ucrania, en Gaza, Israel, Myanmar, Kivú y en muchos pueblos en guerra. He visto en el programa en sus imágenes, en los filmes y fotografías, las destrucciones que hace la guerra. Hermanos y hermanas, la guerra destruye, siempre destruye. La guerra es siempre una derrota, siempre.
Expreso mi agradecimiento. Saludos a todos. Saludos al corazón de todos vosotros, romanos, peregrinos, en particular a las bandas musicales, algunas escuelas de Estados Unidos de América, de Michigan, California, Oklahoma y su hermana Carolina. Gracias por vuestra música. Como también saludo a los fieles de Pontevedra, España, y los voluntarios de la Fraterna Domus. Saludos a los niños de la Inmaculada, luchando por la paz. A todos les deseo un buen comienzo de año, con la bendición del Señor y de la Virgen María. Por favor, no olviden de orar por mí. Buen almuerzo y adiós.
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