En el III Seminario internacional: Generación Guadalupe 2031 Cardenal Spengler: " La Virgen de Guadalupe tiene rostro indígena y el rostro de nuestros pueblos"

“Sólo desde nuestra Madre podemos reconocernos hermanos”. Este es el lema explicativo del III Seminario internacional Generación Guadalupe 2031, en el que se hicieron presentes ponentes y participantes de toda la Patria Grande, escenificando en torno a la Virgen mestiza la unidad en la diversidad (el poliedro del Papa), único remedio contra la creciente polarización social y eclesial.

Tras “la más cordial bienvenida”, José Antonio Rosas, director de Líderes Católicos y conductor del seminario, da paso al cardenal Aguiar, arzobispo primado de México, que inaugura el evento, “para que a todos los pueblos llegue el cariño de la Virgen de Guadalupe” y “para que se alcance la paz social”.

A continuación interviene el cardenal Spengler, presidente del Celam: “Nos estamos preparando para el jubileo guadalupano. Este seminario es una ocasión para profundizar en la espiritualidad del jubileo. La Virgen de Guadalupe tiene rostro indígena y el rostro de nuestros pueblos. América Latina tiene una deuda con los pueblos indígenas. Que la devoción a la Guadalupana se extienda por todo el continente”.

Por su parte, monseñor Broglio, presidente del episcopado estadounidense, asegura, en su saludo, que “el querer de la madre está dirigido a todos sus hijos e hijas”, especialmente a los que hoy siguen sufriendo en  “Haití, Ucrania, Tierra Santa, Siria, Sudán y en otros lugares”.

La primera conferencia del seminario, a dos manos, por parte del presidente de la Pontificia Academia Mariana, Fray Stefano Cechin. El franciscanos comenzó asegurando que “Guadalupe es la aparición más importante de la historia y el modelo para estudiar todas las demás apariciones”, “el símbolo cultural más poderosos de los últimos dos mil años y, según el National Geographic, la mujer más poderosa del mundo”.

El especialista en mariología aseguró que “el Papa dice que, si queremos ser cristianos, debemos ser marianos, que es una frase que no les gusta a los protestantes”, para, de su mano, conseguir “una evangelización inculturada” con tres puntos fundamentales: atención a la situación, uso de la lengua local y manifestación según la raza y las costumbres locales.

Según el padre Cecchin, “Guadalupe es el Sinaí de América, donde nace el nuevo pueblo cristianos de América. El diablo teme a la Inmaculada y la Virgen de Guadalupe es el signo de que podemos ganar al diablo”.

Por eso, “Guadalupe es un acontecimiento salvífico para América” y, por eso el teólogo franciscano se mostró “preocupado, porque hay teólogos y biblistas que niegan la virginidad de María”.

Por su parte, para Rodrigo Guerra, secretario de la pontificia comisión para América Latina, “el acontecimiento guadalupano es modelo y arquetipo para todas las demás apariciones” y “María es la estrella de la evangelización y plenitud de la eclesiología”.

A su juicio, el acontecimiento guadalupano enseña a la Iglesia de hoy varias cosas. La primera es que “María no se anuncia a sí misma” y “María es nuestra madre. Por eso no hay que tener miedo: el mal ha sido vencido por el redentor”.

Para Rodrigo Guerra, “la Virgen corrige la mirada y el corazón de muchos conquistadores, que habían llegado con la idea de que la fe se predica a través de la espada. El método guadalupano no es otro que la encarnación y la inculturación del Evangelio. El cristianismo no se agota en una sola forma cultural”.

Por último, “Dios, a través de Guadalupe, nos corrige la mente y el corazón, para que nunca olvidemos la opción preferencial por los pobres. Dios opera en la historia, pero jamás a través de medios ricos. Los más pobres son los preferidos de Dios”.

En el turno de preguntas, Rodrigo Guerra deploró que “a veces mejicanizamos demasiado el mensaje guadalupano” y, como denunció el Papa, también se corre el riesgo de ideologizar Guadalupe con fines electorales: “No se puede manipular para un lado ni para otro a María de Guadalupe, que es madre de todos, todos, todos”.

Fray Cecchin, por su parte, aseguró que “el diablo odia a América, porque el pueblo más mariano es el latinoamericano” y deploró que “están quitando el curso de mariología para los sacerdotes en los seminarios, en vez de purificar la piedad mariana a través de la formación mariológica".

En la segunda conferencia, intervino un amplio panel de invitados. Entre ellos, el obispo Oscar Cantú, presidente de la comisión de asuntos hispanos de los obispos USA, que pidió levantar la voz de la Iglesia “para asegurar a los emigrantes, que se encuentran con miedo, con las palabras de la Virgen que no tienen nada que temer.

Daniel Flores, otro obispo estadounidense, de Brownsville (Texas) y que participó en el Sínodo, recordó especialmente que “la Virgen nos invita a proteger sobre todo a los más vulnerables, a los humillados, a los que no tienen voz”.

A continuación, la Academia de Líderes Católicos consiguió la primicia de reunir (al menos online) al obispo de Barbastro-Monzón, monseñor Pérez Pueyo, y al vicario auxiliar del Opus Dei, el argentino Mariano Fazio, tras las discrepancias entre el obispo y la Obra sobre el santuario de Torreciudad.

Monseñor Pérez Pueyo aseguró que visitó en muchas ocasiones a la Virgen de Guadalupe, “faro de esperanza del pueblo mexicano", que recuerda siempre que “el reino de Dios se construye por medio de los corazones más humildes”.

Por eso, a su juicio “la Virgen de Guadalupe es el auténtico código QR en nuestras almas que nos une a Cristo”.

Por su parte, Mariano Fazio, vicario auxiliar del Opus Dei, centró su intervención en torno a cuatro palabras: misericordia, esperanza, inculturación y vocación. A su juicio,  “Guadalupe es la irrupción de la misericordia de Dios, porque es la revolución de la ternura, como dice el Papa”.

Tras citar la esperanza y la inculturación, Fazio se centró en la palabra vocación, “porque todos somos Juan Diego, para llevar el mensaje de Guadalupe: un mensaje de paz, de armonía y de unión”.

El dirigente de la Obra terminó confesando que es “un fanático de la música mexicana” y que le gustaría morir mirando a la Virgen de Guadalupe, como le pasó a monseñor Escrivá, fundador del Opus Dei.

María Luisa Berzosa, jesuitina y madre sinodal, aseguró que “la Virgen de Guadalupe me suscita mucha ternura, que siento en mi corazón” y afirmó que “para ser una Iglesia sinodal en misión nos servirá mirar a la Virgen de Guadalupe. Que María de Guadalupe nos ayude a hacer un mundo más pacificado y a ser instrumentos de paz”.

El cardenal Jaime Spengler, presidente del Celam, clausuró el seminario, que se cerró con el lanzamiento mundial del himno ‘Generación Guadalupe’ de Luis Alfredo Díaz, con estrofas como ésta:

Generación Guadalupe 500 años después Generación Guadalupe Y dando un paso a la vez Generación Guadalupe Porque es tiempo de soñar Soñar un mundo más justo Fraterno y solidario Soñar, soñar y soñar…