"El pueblo necesita trabajo y le entregan migajas para que sobreviva" Luis Gerardo Cabrera: "El tráfico de armas, de drogas y de personas es el gran negocio de pequeños y grandes"
"A monseñor Carballo le deseo que siga siendo hermano menor; como hermano, dispuesto a no dejarse llevar por la tentación de creerse superior a los demás; y como menor, siempre dispuesto a servir con generosidad y alegría"
"La sola imagen del círculo echa por tierra la imagen de la pirámide. Luego, la composición de las mesas, ya no por vocaciones separadas (solo obispos, solo presbíteros, solo consagrados y solo laicos), sino de una manera integrada"
"La situación social, en este momento, está marcada por la violencia común y, sobre todo, por la violencia organizada"
"No es fácil salir de una mentalidad de 'mendicidad', alimentada por gobiernos de corte mesiánico y populista, para pasar a una actitud de emprendedores"
"La situación social, en este momento, está marcada por la violencia común y, sobre todo, por la violencia organizada"
"No es fácil salir de una mentalidad de 'mendicidad', alimentada por gobiernos de corte mesiánico y populista, para pasar a una actitud de emprendedores"
Luis Gerardo Cabrera Herrera OFM, (Azogues, 11 de octubre de 1955) es arzobispo de Guayaquil y presidente de la Conferencia episcopal de Ecuador desde noviembre de 2020. También ha sido presidente delegado de la primera asamblea del Sínodo de la sinodalidad y asegura que, en el sínodo de las mesas redondas, "la sola imagen del círculo echa por tierra la imagen de la pirámide". Por eso, se muestra esperanzado con el recorrido del proceso sinodal y cree que el Papa tiene fuerzas para pilotarlo hasta el final y más allá.
Monseñor Cabrera se muestra mucho más preocupado por la situación de su país. "La situación política es bastante ambigua", dice y añade: "La situación social, en este momento, está marcada por la violencia común y, sobre todo, por la violencia organizada. El tráfico de armas, de droga y de personas es el gran negocio de pequeños y grandes".
Los obispos, preocupados sobre todo por los más pobres, "a la luz del Evangelio y de la doctrina social, como pastores, invitamos a los líderes políticos y sociales a dialogar entre sí y con el pueblo, sobre las grandes dificultades que vivimos, especialmente de aquellos que se encuentran al margen de los servicios básicos". Porque "no es fácil salir de una mentalidad de 'mendicidad', alimentada por gobiernos de corte mesiánico y populista, para pasar a una actitud de emprendedores".
El pasado día 25 estuvo presente en la toma de posesión de monseñor Carballo como arzobispo coadjutor de Mérida-Badajoz. ¿Por ser ambos franciscanos y amigos?
Exactamente. Nos une una misma espiritualidad y una amistad muy grande. Con José nos conocemos desde 1986 cuando, en Asís, participamos en un encuentro de maestros de novicios. Luego, desde el 2003 hasta el 2009, trabajamos juntos en el Consejo general de los Hermanos Menores (Franciscanos). Durante estos tiempos, hemos compartido muchas alegrías, esperanzas, sueños y dificultades.
Cuando el Papa Benedicto XVI me encomendó el ministerio del episcopado, en Cuenca, José, con muchos hermanos, tuvo la bondad de acompañarme; por lo cual, le tengo un inmenso afecto y gratitud. La amistad siempre es recíproca.
¿Qué le desea a monseñor Carballo para su nuevo ministerio?
Le deseo que siga siendo hermano menor; como hermano, dispuesto a no dejarse llevar por la tentación de creerse superior a los demás; y como menor, siempre dispuesto a servir con generosidad y alegría, como Jesús, quien no “hizo alarde de su categoría de Dios”, sino que se puso a lavar los pies a sus discípulos. Estas actitudes le darán mucha libertad y paz interior para que no le sofoquen las normales dificultades de la vida.
Desde sus años de obispo de Cuenca y de arzobispo de Guayaquil, ¿qué consejos le da?
Desde mi experiencia, lo más importante es recordar que hemos sido llamados a este servicio por pura gratuidad del Señor desde una realidad familiar y social muy concreta. Esta conciencia nos ayuda a caminar junto a nuestra gente, compartiendo sus virtudes y sus limitaciones, como lo hizo Jesús de Nazaret. Aún recuerdo las palabras del Cardenal Giambattista Re cuando me comunicó que el Papa Benedicto XVI me confiaba este ministerio y le manifesté mis límites: “A ser obispo se aprende junto al pueblo; más aún, el pueblo nos enseña a ser obispos”.
El Papa lo eligió uno de los presidentes delegados del Sínodo de la sinodalidad. ¿Un signo de confianza?
Aunque son muy pocas las veces que nos hemos encontrado, pienso que es un signo de confianza, si bien no deja de sorprenderme.
La primera vez nos vimos en su visita a Ecuador (julio 2015); y luego en el sínodo sobre la familia (octubre del mismo año). En esa oportunidad me dijo que me enviaba a Guayaquil para que “anuncie los vientos siempre nuevos del Evangelio”.
En el 2021, como Consejo de Presidencia de la Conferencia Episcopal le llevamos los saludos de todos los hermanos obispos. Nos impresionó la cercanía, la familiaridad y el sentido del humor con que nos trató y también la esperanza que tenía en el sínodo ya en camino.
¿Las mesas redondas fueron un símbolo de que ya es irreversible un Sínodo sin laicos y sin mujeres?
Exactamente. La sola imagen del círculo echa por tierra la imagen de la pirámide. Luego, la composición de las mesas, ya no por vocaciones separadas (solo obispos, solo presbíteros, solo consagrados y solo laicos), sino de una manera integrada, en la que estábamos en igualdad de condiciones: mujeres y hombres, laicos, religiosos, diáconos, presbíteros, obispos y cardenales; y, en otra mesa redonda, el Papa con los miembros de la secretaría y relatoría del sínodo.
La figura de la mesa redonda evidenció la riqueza de la diversidad de “vocaciones, carismas y ministerios”, como también la comunión profunda que nos une a partir del mismo bautismo. Una imagen que nos ayuda a dar su justo valor a todos los ministerios ordenados, instituidos y los que el Espíritu Santo siga suscitando para bien de su Iglesia y del mundo social que vivimos. Esta imagen invita a la Iglesia a abrirse para escuchar, valorar y asumir la riqueza espiritual y cultural de otras personas y grupos y, a la vez, a proponer el mensaje de Jesús sin sentirse superior a nadie.
¿Y ahora, qué? ¿Un año para madurar las concreciones que se echan de menos en la síntesis?
Como en toda síntesis, hay muchos temas que se trataron, pero que se quedaron, como decimos, en el “tintero” o en “lista de espera”; o también en grandes declaraciones, pero sin una propuesta concreta. ¿Cómo pasar de la teoría a la práctica? He aquí la tarea.
Hasta la segunda sesión (octubre 2024) es una magnífica oportunidad para la reflexión y la aplicación de los temas, teniendo en cuenta los distintos puntos de vista: histórico, bíblico, teológico, jurídico y pastoral, entre otros.
Con esta finalidad, la secretaría del sínodo propondrá una metodología a las instancias de las Iglesias locales: asambleas, consejos, movimientos laicales, comunidades religiosas, como también a los sectores académicos y sociales.
El gran desafío es: ¿Cómo motivar a todos los cristianos para que participen en este proceso de escucha, de discernimiento y de toma de decisiones?
¿El Papa tiene cuerda para terminar el Sínodo y para más?
La lucidez, la pasión, la voluntad y la imaginación que pone en este y otros temas, nos dan la certeza de que irá más allá del sínodo. El Papa Francisco, con frecuencia, nos invita a soñar, a no quedarnos en nuestros miopes proyectos; claro, no siempre es posible ir a su ritmo; más aún, cuando nos hemos acostumbrado a algunas “formas” de evangelización, que estuvieron bien en su “época”, pero que ahora son obsoletas. ¿Cómo evangelizar, por ejemplo, las grandes ciudades con toda su complejidad cultural, social y religiosa, en donde las clásicas parroquias ya cumplieron con su tarea?; ¿O cómo evangelizar a las nuevas generaciones inmersas en un mundo digital y, muchas veces, ajenas a los grandes problemas sociales y eclesiales?
¿Cómo está la situación política y social de su país, el bello Ecuador?
La situación política es bastante ambigua; muchos políticos emigran de una partido a otro, de una posición ideológica a otra, según sus intereses económicos o de poder. Los partidos serios, prácticamente, han desaparecido y, en su lugar, han surgido muchos y fragmentados movimientos políticos. Algunos de estos, una vez que son reconocidos, ofrecen sus tiendas a políticos para que se postulen, pero alcanzado su objetivo se desafilan. De este modo, más de uno llega a cargos públicos sin proyectos concretos y pensando, tal vez, en cómo aprovecharse de los recursos públicos. Es importante, sin embargo, reconocer la presencia de políticos honestos y apasionados por el bien común.
La situación social, en este momento, está marcada por la violencia común y, sobre todo, por la violencia organizada. El tráfico de armas, de droga y de personas es el gran negocio de pequeños y grandes. La extorsión o las “vacunas”, por parte de las bandas delictivas, prácticamente, se ha impuesto en muchos sectores que quieren vivir y mantener sus trabajos.
Los gobiernos de turno han ofrecido ir hasta las causas de la violencia, como el empobrecimiento estructural, la falta de trabajo, de educación y de salud, pero, al final, se quedan en la oferta de dádivas, de bonos o subsidios. En este contexto, los populismos y mesianismos están al orden del día. El pueblo necesita trabajo y le entregan migajas para que sobreviva.
En medio de estas realidades sociales y políticas, por supuesto, nuestra gente mantiene la esperanza, la alegría y la fuerza para salir de la pobreza y sus consecuencias, sin dejarse pisotear ni manipular. Muchas organizaciones sociales han creado puestos de trabajo, no siempre valorados por algunos sectores sociales y económicos.
¿Qué papel está jugando la Iglesia en esta delicada situación que atraviesa su país?
A la luz del Evangelio y de la doctrina social, como pastores, invitamos a los líderes políticos y sociales a dialogar entre sí y con el pueblo, sobre las grandes dificultades que vivimos, especialmente de aquellos que se encuentran al margen de los servicios básicos.
Luego, también motivamos a los cristianos laicos para que asuman su papel evangelizador en el campo social, político, económico y cultural, especialmente viviendo y promoviendo los valores éticos, como, la justicia, la gestión del poder como servicio a la comunidad y de la transparencia en el uso de los bienes públicos.
Por otra parte, sin abandonar las obras asistenciales para las personas que no pueden valerse por sí mismas (niños, enfermos, ancianos, migrantes en su primera fase…), promovemos los pequeños emprendimientos, junto con otras instituciones gubernamentales y organizaciones sin fines de lucro. No es fácil salir de una mentalidad de “mendicidad”, alimentada por gobiernos de corte mesiánico y populista, para pasar a una actitud de emprendedores.
Nuestros pueblos, sin embargo, se han destacado por su trabajo, razón por la cual apoyamos su propia liberación social y económica, sin caer en la manipulación política.
Para disminuir y quizás eliminar la violencia en las familias y en la sociedad, participamos en las mesas de diálogo, especialmente con los jóvenes. Para ello, con otras organizaciones, ofrecemos cursos de gestión o resolución de conflictos a los líderes sociales.
¿La ecología y el cuidado de la casa común seguirán siendo un de las prioridades del episcopado ecuatoriano que usted preside?
Como Iglesia, apoyamos a la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) y a la CEAMA ( Conferencia Eclesial de la Amazonía) en sus múltiples esfuerzos por defender el hábitat de los pueblos originarios y de la rica biodiversidad frente a las amenazas de la deforestación, la extracción de metales y de petróleo. Este trabajo no es fácil si se tiene presente las grandes concesiones de los gobiernos a las multinacionales para su exploración y explotación, cuya cancelación conlleva multas muy altas para estado ecuatoriano.
El problema de fondo, por otra parte, es el financiamiento del estado, cuyas principales fuentes son: los impuestos, la exportación de recursos naturales y el endeudamiento, que supera los 50 mil millones. Esta situación plantea un desafío: Cómo extraer los metales con un ínfimo impacto social y ecológico, teniendo como criterio que el ser humano está por encima de todo interés económico o político?
Lo ecológico, por lo tanto, es un tema que hay que profundizarlo desde todos los puntos de vista: social, económico, político, jurídico y religioso. Lo ideal es trabajar por la ecología integral que garantice la vida humana y de la naturaleza, como también los recursos naturales para una vida digna.
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