"Estados Unidos está en decadencia. Está en crisis y ha abandonado a América Latina" Mario Paredes: "Hay un sector de obispos estadounidenses que no se sienten cómodos con el Santo Padre; no les cae bien"
"Con todos los méritos que pueda tener la Teología de la Liberación, también hizo daño en la feligresía. No todo el mundo está preparado intelectualmente para asumir las categorías que postulaba la Teología de la Liberación"
"Hay un sector de nuestros obispos estadounidenses que no se sienten cómodos con el Santo Padre. Eso es evidente. Así y todo, son lo suficientemente prudentes para no hacer alarde. Pero sabemos que la figura del Papa no les cae bien"
"La Iglesia, dentro de muy poco, mayoritariamente será de las minorías que han llegado a Estados Unidos"
"Hemos reunido más de 2.500 médicos de atención primaria, y lo que hacemos es proveerles de recursos, tanto en el plano del entrenamiento, de la actualización, de la educación continua y, a la vez, abogamos para que las compañías de seguros hagan justicia al servicio de los médicos primarios que están en los barrios pobres"
"Estados Unidos está en decadencia. Está en crisis y ha abandonado a América Latina. Estados Unidos se ha centrado en la otra parte del mundo y ha descuidado a América Latina terriblemente"
"La Iglesia, dentro de muy poco, mayoritariamente será de las minorías que han llegado a Estados Unidos"
"Hemos reunido más de 2.500 médicos de atención primaria, y lo que hacemos es proveerles de recursos, tanto en el plano del entrenamiento, de la actualización, de la educación continua y, a la vez, abogamos para que las compañías de seguros hagan justicia al servicio de los médicos primarios que están en los barrios pobres"
"Estados Unidos está en decadencia. Está en crisis y ha abandonado a América Latina. Estados Unidos se ha centrado en la otra parte del mundo y ha descuidado a América Latina terriblemente"
"Estados Unidos está en decadencia. Está en crisis y ha abandonado a América Latina. Estados Unidos se ha centrado en la otra parte del mundo y ha descuidado a América Latina terriblemente"
Mario Paredes, ceo de Somos community Care, organización sanitaria estadounidense es un personaje especial, un personaje importante en la vida de la Iglesia de Estados Unidos. Nacido en Chile, reconoce que, a pesar de los cincuenta años pasados en USA, "a la patria chica siempre se la lleva dentro". Cree que la Iglesia latinoamericana, de la mano de la Teología de la Liberación, "hizo daño en la feligresía", porque "no todo el mundo está preparado intelectualmente para asumir las categorías que postulaba".
Asegura Paredes que el Papa es un gran líder mundial, pero "hay otros sectores que son muy críticos con él: Lo ven demasiado optimista, demasiado radical, politizado…". Y lo mismo les pasa a los obispos norteamericanos, a los que "la figura del Papa no les cae bien".
La institución que preside, 'Somos community care', reúne "más de 2.500 médicos de atención primaria, y lo que hacemos es proveerles de recursos, tanto en el plano del entrenamiento, de la actualización, de la educación continua y, a la vez, abogamos para que las compañías de seguros hagan justicia al servicio de los médicos primarios que están en los barrios pobres".
También asegura Mario Paredes que "Estados Unidos está en decadencia. Está en crisis y ha abandonado a América Latina. Estados Unidos se ha centrado en la otra parte del mundo y ha descuidado a América Latina terriblemente".
-Don Mario, para empezar, usted es laico, ¿no?
-Así es.
-¿Casado?
-No, soy soltero.
-Soltero y sin compromiso.
-Exactamente.
-Es usted de nacionalidad chilena, pero lleva muchos años viviendo en Estados Unidos.
-Algo más de cincuenta años.
-¿Se olvida uno de la patria chica o se lleva siempre dentro?
-Siempre se lleva dentro. Primero, por las raíces que uno tiene con los progenitores, los hermanos, los familiares. Aunque en cincuenta años, uno, de alguna manera, los va perdiendo.
-¿La familia sigue en Chile?
-Todos han fallecido.
-¿Todos?
-Todos, a excepción de los hijos de dos hermanos. Y al no estar mi padre vivo, es más difícil regresar a Chile. Pero mantengo algunos contactos con miembros de la Universidad Católica de Chile y con algunas figuras políticas que pasan por Nueva York. Pero eso es todo.
-Allí comenzó usted su carrera, lógicamente. Y uno de los primeros contactos que tuvo fue el cardenal Silva Henríquez.
-Sí, estuvo emparentado con mi madre y a través de él yo pude conocer más de cerca la Iglesia. Mi padre era de ascendencia judía sefardita.
-¿sefardita español?
-Sí.
-Mi madre era católica y el cardenal siempre se mostró muy cariñoso conmigo. Y estando en Estados Unidos siempre venía a visitarme. Varias veces se quedó en mi casa, otras se quedaba en la casa del provincial de los Salesianos de Nueva York. A lo largo de los años, hasta que se retiró y falleció, mantuvimos una relación muy estrecha.
-Yo tuve la suerte de entrevistarle una vez que estuvo en Madrid de paso a Roma y me pareció una excelente persona y un gran hombre de Iglesia.
-Lo fue, y lo recordamos con cariño y admiración porque le tocó un laboratorio político. El período de su arzobispado estuvo gobernado por la extrema derecha de Jorge Alessandri, por el gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei, después por el gobierno socialista del Salvador Allende y por último, la dictadura de Pinochet. Así que fue un verdadero laboratorio político donde él tuvo que manejar las cosas con mucho equilibrio, pero a la vez con mucha veracidad.
-Parece que ni en Chile ni en España hay autoridades morales como las de aquella época. Nosotros tuvimos al cardenal Tarancón en la época de la Transición. Ustedes tuvieron a Silva… ¿Cómo está la la jerarquía católica chilena?
-No sabría decirle porque no conozco a los obispo chilenos. Al que más cerca me siento es al arzobispo de Concepción, al arzobispo Chomali. Casualmente, hace un mes estuvimos invitándolo a República Dominicana donde dio una serie de conferencias sobre bioética. Fuera de él, realmente no conozco a los otros obispos. Ni al cardenal de Santiago tampoco. Sin embargo, pienso que la jerarquía chilena, a partir de los escándalos que se producen con el destape del fenómeno del padre Karadima, sufrió un gran bajón y, seguramente, hay muchas explicaciones: la vergüenza, el esperar que Roma actuara sin saber bien todos los detalles, los pormenores; los nuncios, que nunca uno sabe si están haciendo su trabajo no y enfrentando las situaciones como deberían enfrentarse… En fin, hay muchas razones por las cuales el episcopado chileno realmente se ha desinflado, en mi opinión.
Está surgiendo una nueva generación de obispos a partir del encuentro que tuvieron con el Papa y la renuncia de todo el episcopado chileno. El papa ha comenzado a nombrar obispos más jóvenes, y me cuentan que hay mucha esperanza en esta nueva generación.
-¿Y la Iglesia chilena está recuperando credibilidad social o eso es algo que cuesta?
-Cuesta, yo diría, sinceramente. Por ejemplo, no me explico cómo el nuevo presidente de Chile, que es un joven, va a un tedeum en la Catedral y al salir critica severamente al cardenal Errázuriz y al cardenal Ezzati, que asistieron al tedeum que está mandado por la Constitución chilena. Ese desaire tan abierto implica, en mi opinión, que no tiene la Iglesia la ascendencia que gozaba en tiempos pasados. Y entonces, un joven, por muy primer mandatario que sea, se da el lujo de deshinchar la presencia de los cardenales de la Iglesia, haciendo acusaciones que no son fundadas del todo, sobre lo relacionado con los abusos sexuales, en este caso. Eso es de mal gusto; la diplomacia siempre es necesaria y mantener los canales abiertos no significa callar, pero sí mantener el diálogo.
-¿Y respecto al pueblo recupera credibilidad?
-En este caso, la Iglesia ha perdido mucho. Y se ve en el hecho de que las iglesias protestantes han crecido enormemente en Chile y en América Latina, en general. Porque la Iglesia ha creado unos vacíos enormes en el mundo de la pastoral y eso es preocupante. A esto le agrega usted la crisis de vocaciones, que hay muy pocas, los escándalos sexuales, que continúan apareciendo y donde los obispos, en el contexto del continente, todavía no han asumido con decisión y voluntad política el enfrentar esta situación tan engorrosa. Por todo ello, los protestantes han ganado paso, se han multiplicado mucho y tienen más autoridad política en este momento. Es un nuevo fenómeno que está viviendo el continente. Si Chile en algún momento tuvo el 95% de catolicismo, en términos genéricos, hoy en día seguramente estaremos en el 60 o en el 50%. Esa es la verdad. En Brasil y en Perú ya hemos tenido presidentes de origen de iglesias cristianas. Eso muestra claramente la caída de la Iglesia en América Latina.
Esta situación de caída también responde a otros fenómenos. La Iglesia, en los años 80 y 90, adquirió un gran activismo político, y asustó a mucha gente. Y superviveron las iglesias donde el culto es eminentemente piadoso, religioso. No activista.
-¿Entonces, el activismo de la Teología de la Liberación hizo que la gente se asustara?
-Eso no se puede negar. Con todos los méritos que pueda tener la Teología de la Liberación, también hizo daño en la feligresía. No todo el mundo está preparado intelectualmente para asumir las categorías que postulaba la Teología de la Liberación.
Sí, todo es por factores. Ahora, yo creo que el giro que se está dando en el mundo, y en concreto en América Latina, eventualmente va a resultar ser muy favorable. La gente va a entender eso que el Papa Francisco dice de que todo cambió. Que no es una época de cambio, sino un cambio de época y, por lo tanto, hay nuevas realidades que la Iglesia está llamada a enfrentar. Yo creo que el Papa tiene mucha razón cuando habla en ese tono.
-¿Usted cree que el papa Francisco está consiguiendo esa vuelta? Hay quien dice todo lo contrario, que lo que está es echando a los católicos más piadosos.
-Es difícil medir eso. Tengo la oportunidad de viajar a menudo y veo que el Papa goza de mucha credibilidad en el mundo secular y en sectores de la Iglesia, por supuesto. Pero hay otros sectores que son muy críticos con él. Lo ven demasiado optimista, demasiado radical, politizado… Yo creo que es el precio que el Papa tiene que pagar por transformarse en un pastor universal que está llamando a la solidaridad, a la convivencia. Que está llamando a humanizar los conflictos que tenemos en el mundo, etc.
-Esos ataques están viniendo sobre todo de parte de alguna jerarquía católica norteamericana, a la que usted conoce muy bien.
-Sí, hay un sector de nuestros obispos que no se sienten cómodos con el Santo Padre. Eso es evidente. Así y todo, son lo suficientemente prudentes para no hacer alarde. Pero sabemos que la figura del Papa no les cae bien. Y esto es problemático porque, al final, la pregunta es ¿quién es el Papa para los católicos? El Papa para los católicos es el sucesor de Pedro, el vicario de Cristo en la tierra… si él está de acuerdo conmigo. Y si no está de acuerdo conmigo, pues esperemos a otro Papa… Eso no puede ser.
El Papa es el Papa, sea quien sea. Es un acto de fe del católico. El católico debe aceptar que él es la cabeza de nuestra Constitución y de nuestra organización comunitaria.
-Algunos jerarcas allí, aquí y en todas partes no respetan, no solo al Papa, sino las reformas que está exigiendo, que está pidiendo. ¿Por qué les cuesta tanto desembarcar de ese clericalismo al que el Papa alude constantemente y que, al menos en Occidente, está muy mal visto.
-Yo creo que la respuesta está en el hecho que él está apuntando desde los tiempos de Aparecida. En que estamos en un cambio de época y que hay que ponerse a la altura. Y muchos de los miembros de la jerarquía son de una generación que no se ha actualizado, que no acaban de entender bien hacia dónde va el Papa y por dónde van las corrientes actuales del pensamiento. Se han quedado atrás y piensan que tienen que mantener el fuerte de lo que ellos conocieron y por lo que ellos siempre abogaron.
-El 'siempre-se-hizo-así'.
-Así es.
-Ha pasado usted muchos años de su vida, como me acaba de decir, en Estados Unidos. Ha sido asesor en la Conferencia Episcopal durante muchos años también. ¿Eran otras épocas?
-Ciertamente, eran otras épocas y teníamos grandes líderes en el episcopado americano: el cardenal Martin de Chicago; el cardenal Bernardin de Chicago; el cardenal Hickey de Washington; el cardenal John O'Connor de Nueva York, con quien yo trabajé muy cercanamente; el cardenal Medeiros, en Boston. Después, está en Filadelfia el cardenal Bevilacqua, un experto en el tema migratorio y que trabajó mucho para la reforma migratoria en Estados Unidos…
Es decir, eran hombres que estaban muy comprometidos con una visión eclesial muy clara de que el catolicismo estaba consolidándose en los Estados Unidos y había que dar la cara. Y así fue. Hicieron un gran papel. Jugaron un rol destacadísimo en las conversaciones sobre temas de política pública ya fuera contra el armamento nuclear, en los temas de la pobreza o de los derechos civiles. En fin, tuvieron un gran papel en las distintas gamas del quehacer de una sociedad como la nuestra, que es muy compleja.
-¿Usted era asesor en algún tema específico?
-Fui miembro de la Comisión de Justicia y Paz bajo la presidencia del cardenal John O'Connor. También, era el director de todo el ministerio hispano en el nordeste de los Estados Unidos, que involucraba 36 diócesis y en las que me pidieron organizar la actividad pastoral hacia los inmigrantes que estaban llegando.
-Esos emigrantes han llegado en un número considerable. ¿Están revitalizando la Iglesia Católica en Estados Unidos?
-Sin lugar a dudas es una inyección de nueva savia porque, por un lado, está el fenómeno decreciente, por la edad, de los antiguos católicos, los inmigrantes europeos irlandeses, alemanes, franceses, italianos…, toda esa generación ha ido desapareciendo y ha llegado esta nueva ola de inmigrantes.
-¿Desapareciendo de la Iglesia, dice?
-Exacto. Y, en gran medida, estos inmigrantes que llegan son católicos -aunque sea de nombre-, y la Iglesia se ha sentido responsable de buscar modos de atender y ayudar.
La diferencia entre la inmigración de habla hispana de las últimas décadas y la antigua inmigración europea que vino a Estados Unidos es que esa inmigración trajo sus propio personajes. Trajeron sacerdotes, trajeron religiosas. Y los sacerdotes eran líderes en esas comunidades porque era gente que hablaba los dos idiomas. Eran sacerdotes cultos que hacían de puentes entre la cultura norteamericana y los distintos grupos de inmigrantes europeos.
Ahora no. Los hispanos no tenemos personal. El personal se quedó en el camino; son muy pocos los sacerdotes hispanos que no han podido migrar. Unos, porque las leyes no lo permiten en muchos casos, y otros porque América Latina también tiene una crisis vocacional y no es fácil exportar curas. Y las dos primeras generaciones de inmigrantes no producen vocaciones. Está visto sociológicamente.
-¿Está comprobado?
-Sí. Cuando ya están integrados en la sociedad a donde han llegado, comienzan a buscar otros modos, otros estilos, otras visiones de lo que puede ser la vida de un hijo de un inmigrante. Hoy están apareciendo las vocaciones de origen hispano de tercera o cuarta generación en los Estados Unidos.
-¿El catolicismo hispano está suficientemente reconocido a alto nivel? A nivel de jerarquía, por ejemplo, veo muchos obispos con nombre hispano.
-Yo creo que se está dando ese fenómeno y por la fuerza de los números necesariamente tiene que darse. Que no es simplemente un favor que se hace a nuestros pobres inmigrantes. No; es que la Iglesia, dentro de muy poco, mayoritariamente será de las minorías que han llegado a Estados Unidos. Y hoy, ¿quién es el arzobispo de Filadelfia, una sede importante en Estados Unidos? Un hispano. ¿Quién es el arzobispo de la principal arquidiócesis en términos de número, extensión, etc., en los Ángeles? Un hispano. ¿Quién es el arzobispo en San Antonio, Texas? Otro hispano… Hay 46 obispos de origen hispano, bilingües, además de los americanos que han aprendido español y que lo practican con sus feligresía.
Creo que las cosas van cambiando para mejor. No a la velocidad que uno quisiera, pero sí han hecho grandes aportes.
Yo siempre admiré dos hechos. Uno, el cómo los obispos, como cuerpo, apoyaron la causa de los campesinos en Estados Unidos, que eran eminentemente hispanos y cuyo líder se llamaba César Chávez. Y este líder, siendo católico y practicante, movilizó a todo el país para conquistar mejoras de vida para los campesinos que venían a colectar las cosechas, que se movían por el país y vivían en condiciones infrahumanas. Es es un hecho, para mí, muy significativo en la historia.
-¿De qué años estamos hablando?
-De los años 60 y 70, donde había huelgas por todo el país, boicots, etc. Y la Iglesia se la jugó por ellos y habló, los defendió, los organizó, los financió.
Y el otro hecho se da en las grandes ciudades; Nueva York, Detroit, Chicago, Filadelfia, Washington, Boston, Los Ángeles, etc., la antigua inmigración europea se fue. Abandonaron los barrios, las iglesias quedaron vacías, pero no se podían llevar los templos, unas moles impresionantes que levantaron. Y cuando llegaron estas nuevas olas de inmigrantes pobres, sin recursos, la Iglesia no cerró.
-Y se encontraron con grandes templos a su disposición.
-Sí. Y no cerró. La Iglesia mandó a educar a su clero de habla inglesa a Puerto Rico o a República Dominicana para que aprendieran el idioma y pudieran atender a estas nuevas oleadas de personas.
La Iglesia permaneció en los barrios. Y permaneció en los barrios cuando los hospitales, la policía, los bancos, todas esas instituciones, fueron desapareciendo. La Iglesia retuvo la escuela parroquial, el convento de las monjas, la rectoría donde vivían los curas y el templo. Cuatro entidades en los barrios que estaban ahí presentes, daban servicio, atendían y organizaban a los pobres, etc. Se hizo un gran esfuerzo por acoger, servir y dar testimonio de la fe del Evangelio de Jesús en esos barrios.
-Hubo una dinámica muy diferente a la que estamos siguiendo ahora en Europa, donde las escuelas y hasta las iglesias se están vendiendo, asi como los monasterios, los conventos… ¿Nos vamos a arrepentir, según eso?
-Me quedo sorprendido cuando se cierran todas estas instituciones que los inmigrantes crearon con su propio sudor. Usted tiene el caso de la Catedral de San Patricio en Nueva York, que es una de ellas. Una catedral en el corazón de Manhattan. Este templo se construyó con el sudor de los inmigrantes irlandeses, pero también contribuyeron los hispanos y, en concreto, mexicanos de México que mandaron ayudas para construir la catedral. El mismo representante de España en Estados Unidos contribuyó también económicamente.
Es decir, allá todo se hacía a pulso, con mucha generosidad y con mucha dedicación porque el Estado nunca ha dado un centavo a la Iglesia. Ni a las escuelas, ni a las Iglesias, ni a los sacerdotes. No.Hay una separación radical de Iglesia y Estado. Y, sin embargo, hoy en día el mundo ha cambiado tanto que la actitud frente a los inmigrantes es preocupante. Es la de que si aceptamos más inmigrantes es un peligro para la sociedad porque nos van a quitar el espacio y nos van a quitar derechos.
-Cuando la realidad es que les necesitamos.
-Segurísimo. Nadie está haciendo por la edad, por las limitaciones físicas que vamos adquiriendo los que entramos en edad, la limpieza de los hoteles, la basura, la plomería, etc.
-El cuidado de nuestros mayores.
-No es fácil.
-Hablemos de hospitales. Usted es presidente o director general de Somos Community Care. ¿Qué es esto?
-La corporación que yo dirijo, que asocia a los médicos primarios de la ciudad de Nueva York que son independientes.
-¿Con primarios, quiere decir de atención primaria?
-Sí, correcto. Y son médicos que se han hecho a sí mismos. Se graduaron, sacaron sus títulos, o su reválidas porque inmigraron de Rusia o de República Dominicana, de Puerto Rico, Cuba…, donde sea, y comenzaron a ejercer y a practicar la medicina por su cuenta en pequeñas clínicas o de prácticas.
Hemos reunido más de 2.500 médicos de atención primaria, y lo que hacemos es proveerles de recursos, tanto en el plano del entrenamiento, de la actualización, de la educación continua y, a la vez, abogamos para que las compañías de seguros hagan justicia al servicio de los médicos primarios que están en los barrios pobres.
-¿Ustedes contratan a esos médicos?
-No les contratamos, pero sí los asociamos a nuestra organización para defenderles de las empresas de seguros. También para representarlos ante las instituciones gubernamentales. Y, a la vez, buscamos recursos financieros para poder ayudar a agilizar la modernización del servicio médico primario en los barrios pobres. Esto implica poner al día todos los archivos, los informes de los pacientes, irlos digitalizando, ir coordinando. Apoyamos enormemente a un gran número de médicos. Es importante decirlo: son de origen hispano. De los 2.500, más de 1.500 son de origen hispanos. Los otros son de otros países que se han unido a nosotros; de Rusia, África, etcétera, que participan y se benefician.
Y después, hemos creado una metodología, que es romper la práctica de pagar por la consulta; no creemos que ese sea el mejor método. Lo que proponemos es darle al médico incentivos por mejorar la salud de un paciente. Y para eso usamos el sistema electrónico que nos va informando de cómo un médico hace el seguimiento del paciente y de cómo este paciente va mejorando.
-O sea, por resultados.
-Sí. Entonces, en la medida en que usted muestra que hay una mejora, nosotros le damos incentivos financieros.
-¿Y los médicos siguen trabajando en sus espacios? ¿Ustedes no tienen hospitales?
-No tenemos. Y no es que estemos en contra de los hospitales, la idea es que ahorremos el máximo de dinero de los impuestos que pagan todos los ciudadanos para invertirlo en otros aspectos del mundo de la salud. Y eso nos ha permitido destacarnos mucho en todo el país porque somos la excepción. Nosotros no queremos que la gente se hospitalice innecesariamente, que es lo que se hace. Ni tampoco queremos que los pacientes vayan a las salas de emergencia, porque el médico del barrio le va a dar a usted lo que va a buscar a la sala de emergencia, cobrándole cinco dólares, frente a los mil dólares que le cobran por solo pisar la sala de emergencia de un hospital
-Es lo que llamamos aquí médico de familia. El médico cercano que está en los barrios. ¿Están extendidos por todo Estados Unidos?
-El mandato que tenemos actualmente es solo en la ciudad de Nueva York por el Estado de Nueva York, que es quien nos ha dado el reconocimiento y nos apoya para que comencemos a expandir este servicio a otros Estados del país. Y también estamos explorando llevarlo a otros países.
-De Latinoamérica, me imagino.
-Sí.
-¿Cómo ve Latinoamérica? ¿Cómo ve la Patria Grande, esa que sueña el papa Francisco y supongo que usted también? ¿Cree que es posible?
-Yo creo que sí. Estuvimos en los años 60 cerca de poder lograr la integración latinoamericana. Hubieron figuras políticas en distintos países que abogaron por ello; en Chile, Eduardo Frei, en Brasil, en Colombia, en Venezuela… Hubieron presidentes y partidos políticos que realmente entraron en la dinámica de visualizar la unión latinoamericana que ya, 200-150 años atrás, los padres fundadores de nuestros patrias soñaron. Lo hizo Bolívar, lo hizo San Martín, lo hizo Martí. Ellos soñaron y abogaron por esa Patria Grande. Pero está el factor humano, que siempre es complicado. Los egoísmos, las pequeñeces humanas y después, también, los factores externos; los imperios que quieren evitar que un continente tenga una fuerza propia.
Yo creo que estas nuevas generaciones de políticos que están surgiendo en el continente de gente joven, de gente que ha pasado por la academia, que se ha actualizado en el devenir histórico y ha visto que todo los esfuerzos anteriores han fracasado, se dan cuenta de que tenemos que buscar los modos de poder hacerlo.
A todo esto deberíamos unir el hecho de que Estados Unidos está en decadencia. Está en crisis y ha abandonado a América Latina. Estados Unidos se ha centrado en la otra parte del mundo y ha descuidado a América Latina terriblemente. Y eso es un grave error, porque si hay un socio comercial importante para Estados Unidos, ese es nuestro continente y ellos no le han puesto la debida atención. Y esto se debe a que hay unos dinosaurios en el Departamento de Estado de Estados Unidos que no se han actualizado y no se han enterado de que el mundo ha cambiado y le ha abierto la puerta a los chinos. Los chinos están entrando por todas partes en América Latina y después, la India, que es un fenómeno emergente muy importante.
Así que yo creo que con la conciencia que hay en las nuevas generaciones, es muy posible que en el correr de un par de décadas podamos ver una nueva realidad.
-Acaba de estar en Roma y acaba de ver al Papa. ¿Cómo le ha encontrado?
-Bien. Cansado. Con un poquito de sobrepeso. Me dicen que se debe a los medicamentos que le dan. Mentalmente, el hombre es ágil. Es increíble, locuaz. Compensa con una claridad extraordinaria, argentina.
Está bien, aunque el pobrecito ha de sufrir mucho por las rodillas. Yo creo que es el principal problema. No supe hasta hace poco que esta última intervención en el hospital no fue cosa pasajera. Que fue muy grave y que Dios lo preservó, porque estuvo muy cerca…
-Él mismo dijo que había que había ingresado sin sentido. Se lo dijo a un amigo. ¿Podrá no terminar la reformas, pero, al menos, empistarlas? ¿Ponerlas para que no pueda haber un fenómeno de involución?
-Es difícil… Es difícil…
-Es difícil ser profeta, ¿verdad?
-Ahí, la curia tiene muchos años de mañas. Así que no es fácil. Francisco ha tratado, y trata. Ahora, vamos a ver cómo le va con estos nuevos miembros de su Consejo Asesor de cardenales que acaba de comenzar las reuniones. Vamos a ver con esta nueva figura. Bueno, hay un español.
-Sí, el cardenal Omella.
- Doctor Paredes, muchísimas gracias. Ha sido un placer.
-Gracias a usted por la invitación y el interés que tienen por Estados Unidos y por nuestra Iglesia. Lo aprecio mucho.
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