“El primer desafío es que los pueblos tomen posesión de la Iglesia, deben sentirse parte de ella, deben sentirse sujetos de evangelización y no solo un objeto. Así, al descubrir la Buena Nueva, se convierten en verdaderos agentes de transformación de la realidad”
Tal como reporta la Agencia Fides, Monseñor Martínez describe cómo lograr lograr este objetivo:“Es necesario - dice - que, como Iglesia, acompañemos a las culturas a través de la promoción de la formación y el desarrollo cultural”.
Además, recuerda que la acción misionera en la selva siempre ha tomado el camino de la educación. Desde la catequesis en las parroquias y capillas de los caseríos, hasta las escuelas y ahora, con la idea de crear una Universidad Católica Panamazónica, podríamos "responder a los desafíos de la educación bilingüe e intercultural". Sólo así, - afirma - "la Iglesia misionera podría contribuir realmente al desarrollo de la cultura amazónica según los valores del Evangelio".
Finalmente, el Obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado reflexiona sobre la experiencia misionera de los dominicos en América Latina:
“Creo que estamos en un momento crucial. Luego de los primeros cien años de actividad misionera, estamos en un momento muy importante en el que los dominicos estamos dando cada vez más espacio a la Iglesia local. Los frutos comienzan a verse y son nuestras comunidades campesinas, cristianos que han tomado el lugar que dejaron los misioneros, de ellos nacieron vocaciones sacerdotales que con dedicación y entusiasmo animan a la mayoría de nuestras parroquias”.
Sin embargo, - puntualiza el Obispo - no ha sucedido lo mismo entre los pueblos indígenas de la Amazonía, donde encontramos el entusiasmo por parte de los misioneros que vienen de otras latitudes, peruanos o extranjeros, pero en la Amazonia aún no nacen vocaciones locales, no lo hemos logrado”.