Monseñor Hugo Torres Marín, obispo de Apartadó, fue el anfitrión de la acción humanitaria que se realizó en las playas de Necoclí en favor de las familias venezolanas, ecuatorianas y haitianas. Por su parte, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal colombiana, al expresar su amor a la Iglesia católica como madre y servidora de las periferias existenciales, dijo que la "Iglesia acompaña, sana y bendice a los migrantes que van en una ruta riesgosa rumbo a EEUU".
El prelado extendió su agradecimiento y bendición a monseñor Hugo Alberto Torres Marín, obispo de la Diócesis de Apartadó, a los fieles laicos, a los miembros de la vida consagrada y a los presbíteros, "por amar y servir a Jesús que está migrando: ‘Fui extranjero y me acogiste’ (Mt 25, 35)".
"La acción de la Iglesia católica es permanente"
Al cierre de la visita los directivos de los episcopados de Venezuela y Colombia dieron lectura a un comunicado final en el que recordaron que "la acción de la Iglesia Católica es permanente y eficaz en las poblaciones de Necoclí y Acandí por medio del trabajo cotidiano de la Pastoral Social Nacional y de la diócesis de Apartadó, Caritas Colombiana, la Red Clamor, las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada y las religiosas Juanistas".
"Conscientes de que el problema no es de una sola nación sino regional, los obispos colombianos y venezolanos se comprometieron a priorizar todas las iniciativas y proyectos para ayudar a los migrantes por medio de las pastorales sociales y las Cáritas Colombiana y Venezolana", concluye el comunicado colgado en la web de la Conferencia Episcopal de Colombia.