"Hay migrantes sin documentos que llevan 20-30 años en Estados Unidos " Padre Bizzotto, Chicago: "Proteger a los migrantes y refugiados no es una opción, es un deber moral"
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Tras la ofensiva de Trump contra los migrantes, padre Bizzotto, scalabriniano de Chicago reitera la solidaridad ya expresada por los misioneros de San Carlo Borromeo a la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, en defensa de la dignidad humana y de los derechos de los migrantes
"Son personas que con sacrificio se propusieron arriesgarlo todo y encontrar una oportunidad de vida y que viven con el miedo de ser rastreadas y luego deportadas a sus países de origen"
"En Estados Unidos hay trabajo: falta mano de obra", asegura
"En Estados Unidos hay trabajo: falta mano de obra", asegura
| Giada Aquilino
(Vatican News).- La protección de los migrantes y refugiados no es una opción, es un “deber moral”. Tras la ofensiva contra la migración decidida por el presidente estadounidense Donald Trump, el misionero padre GiovanniBizzotto, provincial de los Scalabrinianos para Estados Unidos y Canadá (Oeste), así como para México, Guatemala, El Salvador, en una conversación con los medios del Vaticano, se remite a la nota con la que esta semana los misioneros de San Carlo Borromeo expresaron su solidaridad con la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos y su presidente, el arzobispo Timothy Broglio, por su clara posición en defensa de la dignidad humana y de los derechos de los migrantes.
Desde 1981, el padre Bizzotto trabaja en el continente americano, junto a aquellas personas que “con sacrificio” parten “de Venezuela, Haití, Colombia, Ecuador, dejando familia, amigos, tierra, para —subraya— arriesgarlo todo y encontrar una oportunidad de vida en Estados Unidos”. El scalabriniano italiano se centra precisamente en el estado de “particular vulnerabilidad” en el que se encuentran los migrantes, como lo destacó el Papa Francisco en su reciente carta a los obispos estadounidenses.
Entre estas personas, explica el sacerdote, hay hoy un miedo muy fuerte de ser rastreados y luego deportados a sus países de origen, explica el padre Bizzotto, refiriéndose, en particular, a la situación en Chicago, donde ejerce su misión, y en las parroquias multiculturales, en las casas de migrantes y en los 8 centros comunitarios que los Scalabrinianos gestionan entre México, Guatemala y El Salvador, proporcionando comida, asistencia jurídica, ayuda para el alquiler, apoyo para la escuela, acompañamiento en ese proceso de acogida, protección, promoción e integración que el Pontífice ha pedido a menudo.
Migrantes bloqueados por suspensión de la aplicación CBP One
El misionero observa que ahora surge una doble criticidad. «Hay quienes estaban esperando una cita con la aplicación CBP One, el programa para obtener entrada documentada a EE.UU., ahora suspendido: tenemos miles y miles de personas en la frontera sur, en Ciudad de México y Guatemala que ahorita están bloqueadas porque ya no hay disponibilidad.
"Hay migrantes sin documentos que llevan 20-30 años en Estados Unidos y que tienen su vida y sus familias aquí"
Al mismo tiempo, muchas personas ya han ingresado a Estados Unidos bajo ese programa y han estado esperando recibir una cita para una entrevista con las autoridades competentes, pero ahora denuncian que las solicitudes ya no se están procesando”, señalando además que “hay migrantes sin documentos que llevan 20-30 años en Estados Unidos y que tienen su vida y sus familias aquí”. En un marco normativo destinado a evitar que una afluencia incontrolada cree inestabilidad social, el objetivo, reflexiona el misionero, sigue siendo el de "defender la dignidad de cada persona".
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En Estados Unidos se necesita mano de obra
A Chicago, en el último año y medio, añade, "han llegado más de 40.000 migrantes", así como a otras "ciudades santuario", Nueva York o Los Ángeles. Se trata de "personas que provienen de realidades pobres -en América Latina y más allá- donde no hay medios para una existencia digna, en particular, de muchos países donde la situación es todavía muy precaria, económicamente hablando. “Sin mencionar los desastres naturales, las políticas inadecuadas, la violencia, la inseguridad y la delincuencia”.
El padre Bizzotto habla con ellos todos los días, como también lo hacen los demás scalabrinianos involucrados en su área de especialización, unos ochenta. La pregunta recurrente, casi una “letanía”, es: “Padre, quiero ir a trabajar, ¿dónde puedo ir?” Porque se trata principalmente de trabajadores, en un contexto en el que ciertas medidas buscan identificar “el estatus ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”, como destacó el Papa en su carta a los prelados estadounidenses.
Por otro lado, asegura, “en Estados Unidos hay trabajo: falta mano de obra, sobre todo en esos trabajos humildes que los migrantes siempre han hecho y siguen haciendo, en la agricultura, en los hoteles, en los restaurantes”.
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