El jesuita afirma que "el Papa está haciendo todo lo posible" frente a la persecución de Ortega a la Iglesia Tojeira: "Nuestra decisión es permanecer en Nicaragua, salvo que nos expulsen"
“La persecución contra la Iglesia era evidente. No nos habían tocado todavía porque la UCA tenía un simbolismo fuerte dentro del país, por su prestigio. Pensábamos que eso la protegía un poco, pero que en cualquier momento podía pasar”, reconoce, y eso a pesar de los “vínculos relativamente importantes” que habían tenido con los sandinistas
“La relación entre el gobierno de Ortega y el Pontífice no es buena -admite el religioso de origen español-. Lo podemos ver en declaraciones de ambas partes: el señor Ortega llamando al Papa dictador y el Papa diciendo que hay algo en la mente de Ortega que se parece un poquitín a los nazis”
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“Nuestra decisión es permanecer en Nicaragua, salvo que nos expulsen. Hasta ahora no ha habido una orden de expulsión”. Es la afirmación del jesuita José María Tojeira, designado por la Compañía de Jesús portavoz oficial tras la arbitraria confiscación por parte del régimen de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, de la emblemática Universidad Centroamericana (UCA) de Managua, así como de la cancelación de su personería jurídica en lo que es un nuevo acto de persecución y acoso a la Iglesia católica en el país centroamericano. “Esto entra en los ataques sistemáticos a la Iglesia y a aquellos sectores de iglesia que se han expresado críticamente sobre el gobierno sandinista”, señala el religioso en una extensa entrevista con la BBC.
Tojeira confirma que los dos colegios que tienen en el país, así como los centros de Fe y Alegría, siguen operando con normalidad y reconoce que “estamos estudiando con abogados la posibilidad de hacer un reclamo internacional pidiendo la devolución de lo confiscado”.
En un contexto de persecución a la Iglesia, los jesuitas eran conscientes de que la mirada del régimen también se podría posar sobre ellos, toda vez que la UCA, a partir de las protestas de 2018, se había destacado en defensa de la libertad de expresión, lo que le valió el ser acusada por el gobierno de Ortega de “terrorismo”.
“La persecución contra la Iglesia era evidente. No nos habían tocado todavía porque la UCA tenía un simbolismo fuerte dentro del país, por su prestigio. Pensábamos que eso la protegía un poco, pero que en cualquier momento podía pasar”, reconoce, y eso a pesar de los “vínculos relativamente importantes” que habían tenido con los sandinistas, “porque colaboramos bastante en la reforma agraria que hizo el régimen sandinista en Nicaragua y en la campaña de alfabetización”.
Críticas desde la Universidad al régimen
“Pero los problemas -continúa Tojeira- empezaron en la segunda etapa del Frente Sandinista, cuando volvió a tomar el poder y sobre todo cuando decide reelegirse, porque la reelección inmediata de un mandato tras otro estaba prohibida por la Constitución. Cuando cambian ese punto constitucional hay una crítica de la Universidad y empieza a haber una mala relación que continuó en la segunda reelección y sobre todo a partir de 2018, por la represión violenta de manifestaciones populares”.
“La relación entre el gobierno de Ortega y el Pontífice no es buena -admite el religioso de origen español-. Lo podemos ver en declaraciones de ambas partes: el señor Ortega llamando al Papa dictador y el Papa diciendo que hay algo en la mente de Ortega que se parece un poquitín a los nazis”.
“El Papa, con toda razón, estaba preocupado por la prisión totalmente arbitraria del obispo Rolando Álvarez. Es una prueba evidente de la persecución a la Iglesia, es normal que el Papa se quejara”, señala Tojeira, que no comparte las críticas de algunos sectores sobre el silencio del Vaticano ante la persecución de Ortega a la Iglesia católica.
"El Papa está haciendo todo lo posible"
“A mí me recuerda un poco aquello que dicen que respondía Stalin cuando le decían que no se meta con la Iglesia y contestaba: ‘¿Dónde están los tanques y aviones del Vaticano?’", añade. “El Vaticano tiene fuerza moral, pero no tiene más que fuerza moral. Y en ese sentido creo que el Papa está haciendo todo lo posible. Realmente la fuerza nuestra es una fuerza débil, porque la moralidad no es la fuerza más fuerte en el mundo en que vivimos”.
Preguntado sobre posibles grietas en el monolítico sistema de mando en el régimen de Ortega y su esposa, el jesuita reconoce que “tanto control puede llevar a estallidos internos, no tanto populares sino dentro del mismo sistema. Hay gente en Nicaragua que, aunque esté en posiciones gubernamentales, se da cuenta de que este no es el camino. Hay malestar. Todos los mandos del ejército y la policía tienen que pedir permiso para poder salir del país. Es un control al que no estaban acostumbrados, que ha ido creciendo demasiado. Por otro lado, no es lo mismo Ortega que su esposa: aunque funcionan de momento muy unidos, no tienen el mismo respaldo de los militares”.
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