"Expresamos al gobierno que fuera sensible a la realidad, a la pobreza" Hay que reorientar el rumbo del país", afirma el secretario de los obispos mexicanos

(Guillermo Gazanini, corresponsal en México).- El inicio del 2017 no fue terso para los mexicanos. El anunciado gasolinazo desató la violencia por los disturbios que cientos de ciudadanos, en diversas partes del país, provocaron como protesta, si bien ilegítima, ante este descalabro a su economía.

La Iglesia católica no permaneció en la pasividad y llamó la atención a las autoridades por estos aumentos además de convocar a la mesura del pueblo para evitar la rapiña e inestabilidad.

La Conferencia del Episcopado Mexicano, a través de diversos comunicados, dijo que las medidas económicas del gobierno deberían observar un criterio de "sensibilidad" social ante la pobreza y los enormes retos que afrontan miles de mexicanos. Después del primer gasolinazo, la cúpula episcopal se reunió con el presidente de la República y funcionarios de primer nivel para escuchar de los responsables directos cuáles eran las causas del aumento a los combustibles.

Monseñor Alfonso G. Miranda Guardiola (1966) es Secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey. De profesión ingeniero industrial, Miranda Guardiola fue ordenado en 1998 y es especialista en teología moral. Recibió el episcopado en 2014 y, no obstante sus pocos años como obispo, le ha sido confiado el cargo de secretario y vocero de la CEM -los cuales ejerce desde abril de 2016- además de haber participado en el Sínodo de Obispos sobre la Familia (2015), integrando la delegación mexicana.

Miranda Guardiola concedió esta entrevista en la sede de la secretaría de la Conferencia del Episcopado Mexicano en el área de La Villa de Guadalupe de la capital de la República. Nos ayuda a comprender los momentos que vive nuestro país y cómo la Iglesia mexicana responde a estos complejos desafíos tanto en el ámbito interior como en el exterior ante la difícil relación con el gobierno de los Estados Unidos.

En los próximos días, estaremos rememorando el primer aniversario de la visita del Papa Francisco a México. De manera particular se recuerdan sus palabras al inicio de su viaje como experiencia de misericordia, como nuevo horizonte de posibilidad de justicia y de paz para este país. Esto se reflejó en cada encuentro que tuvo en nuestro país con diversos sectores. Un año después, ¿qué frutos tenemos de la visita del Papa Francisco?

En primer lugar fuimos bendecidos por la presencia del Vicario de Cristo a nuestro país y con su mensaje alentador, lleno de esperanza, de profundo sentido como luz para la Iglesia de México. En segundo lugar, los obispos de México tomamos fuertemente sus palabras ya que nos propuso la elaboración de un proyecto a largo plazo: cosa que, en la siguiente reunión a nivel asamblea plenaria del Episcopado Mexicano, se aprobó unánimemente el Proyecto Global Pastoral hacia el 2031-2033, proyecto que hemos trabajado continuamente desde abril (2016) a la fecha. Como es un proyecto a largo plazo, estamos escuchando voces de obispos, sacerdotes, laicos. Esto es un fruto hermosísimo que nos dejó el Papa Francisco y las orientaciones que estamos siguiendo para caminar hacia el futuro. Estamos muy alentados: el magisterio del Papa Francisco es luminoso completamente, sus palabras, sus documentos, Amoris Laetitia, el Año de la Misericordia... Estamos ahora recargados como Iglesia católica en México.

Desde esta perspectiva y dados estos frutos que nos comenta, quisiera trasladarlo a lo que vive nuestro país actualmente. Lo vemos como diversos frentes abiertos donde parece jugarse nuestro futuro, estabilidad y porvenir. ¿Cómo ha tomado la Conferencia del Episcopado Mexicano estos sucesos: particularmente los de tipo económico, como el gasolinazo?

Nosotros expresamos al gobierno que fuera sensible a la realidad del país, a la pobreza, a los bajos salarios, a que no solamente, como lo dijimos en su momento, se tomaran medidas desde oficinas, pero no desde la realidad cruda que vive la gente. También el hartazgo que la sociedad ha venido sintiendo por la corrupción rampante, la impunidad e ilegalidad. No se pueden tomar medidas sin esta visión más amplia de lo que está pasando, sin sentirla, sin ser sensibles y adecuarse a la realidad mexicana.

Los obispos expresaron lo anterior en una reunión que sostuvieron con el presidente. ¿La propició la misma presidencia de la República?

Ha habido, gracias a Dios, un diálogo muy bueno con ellos. Tenemos una comunicación abierta donde exponemos puntos de vista, compartimos y entregamos nuestros comunicados y propuestas. Ellos nos hablan, de igual forma; nos reunimos para comentar las realidades que viven el país y ellos están muy atentos a lo que la Iglesia dice sobre el sentir nacional y a lo que vive nuestro pueblo.

En esa reunión, ¿qué les ofreció, qué les argumentó el presidente de la República?

Nos explicó lo que al pueblo le ha dicho sobre las medidas y justificación del porqué estaban aumentando los combustibles. Nosotros, los obispos de México, a una sola voz le dijimos lo que acabo de mencionar sobre la sensibilidad y no alejarse del pueblo, del "sentir con", "caminar con", acompañarlo, apoyarlo.

Esto derivó en un comunicado que los obispos emitieron, un boletín donde se "comprometen a colaborar con toda la fuerza evangelizadora de la Iglesia Católica a la reconciliación, a la paz y al pronto restablecimiento de la justicia y el derecho en todo nuestro país". ¿Qué implica esto? ¿Cómo colabora la Iglesia católica en el restablecimiento del Estado de derecho?

Nuestros comunicados vienen de una experiencia personal. Los obispos y sacerdotes expresan aquí, a la Conferencia (del Episcopado Mexicano) a la secretaría, su sentir. Ellos reciben, de viva voz, todo lo que sucede desde Guerrero, Michoacán, Veracruz, Nuevo León, Oaxaca, Chiapas, todo lo que está viviendo la gente, el narcotráfico, la violencia de la cual los sacerdotes no son ajenos. Entonces, la Iglesia está presente en múltiples formas como son los talleres de construcción de la paz, la justicia social, el apoyo a las personas desparecidas, el acompañamiento a migrantes, la creación de nuevas casas de migrantes, talleres de educación a los padres de familia... son múltiples las formas.

El hecho del gasolinazo que lesionó la economía y estabilidad de las familias provocó violencia, disturbios. En febrero se amenazó con un nuevo gasolinazo que parece estar suspendido y, sobre todo, ante las próximas elecciones en algunos estados. Un gasolinazo implicaría inestabilidad. ¿Qué opina al respecto? ¿Cree que sea una vía prudente haberlo suspendido?

Pienso que el gobierno está viendo esta realidad más amplia como acabo de decir. No es solamente una medida de aumento a la gasolina sin tomar en cuenta al pueblo: ya el gobierno está observando cómo el pueblo está reaccionado en diversas partes del país con formas pacíficas, otras con medidas incorrectas, inadecuadas y violentas como tomar gasolineras y negocios, formas que no están bien porque exponen a la gente. El gobierno está viendo esta situación y cómo debe ser más prudente y creativo en la implantación de medidas, por todo esto, al parecer, lo está posponiendo, no eliminando. Han llovido, literalmente, una gran cantidad de propuestas de todos los sectores para paliar, mejorar, recibir ingresos para mejorar la economía de la gente y del país.

Después de los hechos violentos de enero, usted escribiría en su perfil de Facebook: "Ante tanta violencia y descontrol que se vive en México, hay que reorientar el rumbo del país, con un plan estratégico, concreto y eficiente, que pase por todos los niveles de la sociedad". ‬¿Qué es este plan estratégico? ¿Podría abundar al respecto?

Por los diferentes temas que hemos pasado en enero, incluido aquel triste de Monterrey donde un estudiante balaceó a una maestra y a sus compañeros, en primer lugar, se necesita una reconfiguración total en todos los niveles desde las familias, las escuelas, empresas, el gobierno, la cultura. Una reconfiguración pareja, a todo nivel, no sólo del gobierno. En segundo lugar, para los diversos problemas, amenazas y dificultades, no podemos caminar sin una ruta, sin rumbo; debemos trazar de forma inteligente, profesional y sabia una ruta no a seis años sino a largo plazo que vaya configurando este país con un proyecto definido que implique a todos los actores sociales. Caminar sin estrategia, sin rumbo nos hace ir a pique, ir mal y todo lo negativo podría suceder porque no hay orientación.

Mencionó el suceso tan triste de Monterrey en la Arquidiócesis de la cual usted es obispo auxiliar. ¿Cuál es su pensamiento ante este fenómeno cuando un niño empuña un arma para matar a los semejantes?

Fue un golpe muy duro para la comunidad de Monterrey, muy fuerte, muy pesado. Se vivió como un día de obscuridad y es una llamada fuerte de atención a todas las esferas sociales, la familia, los valores, la cultura. Necesitamos un trabajo total e integral, no podemos cruzarnos de brazos ni aceptarlo como si nada sino que debemos actuar educativa, social y religiosamente.

Otro frente abierto que está lacerando la vida del país es en el exterior. La relación bilateral entre México y Estados Unidos. Hace algunos días usted expresó en un programa de televisión algunos puntos de vista para afrontar esto. Y es que los migrantes son blanco del odio e intolerancia, parece que México les ha fallado.

La migración tiene cincuenta años o más: no es un fenómeno de hoy donde un país como México no alcanza a producir los empleos necesarios, las condiciones de vida óptimas para las familias que hacen que un jefe de familia, un joven o una mujer salgan para buscar su sueño en otra parte. Esto en cuanto a México: lo mismo o peor sucede en Centroamérica donde los índices de violencia están disparados. Se hablaba de una epidemia de once muertos por cada cien mil habitantes. Sin embargo, en El Salvador son 106 o 107 por cada cien mil habitantes; Honduras 69; Guatemala, 26. Son índices fuera de lo aceptable: esa gente no tiene opción, salen para salvar su vida. México, en esta nueva coyuntura, parece estar tomando conciencia para crear empleos y generar condiciones de vida óptimas para la sociedad.

Samuel Huntington, el autor de "El Choque de Civilizaciones" señalaría que el sueño americano sólo se sueña en inglés. Lo mexicano entonces debe excluirse de lo estadounidense, esto propiciaría el odio. ¿Qué opina usted de este pensamiento?

Es un pensamiento nacionalista. Estados Unidos es una tierra de migrantes de todas las nacionalidades. Por una parte es cierto que el idioma oficial es el inglés, pero cada pueblo llega con sus tradiciones y costumbres, con su idioma; si después deben hablar inglés como idioma oficial es parte de la nación, es un elemento no negociable. Por otra parte, muchos americanos hablan del inmenso valor de la acogida de inmigrantes por décadas que ha enorgullecido y ha hecho crecer a los Estados Unidos. México no ha sido el único país que emigra; es uno de tantos. No es un caso especial para negarlo, para rechazarlo. No podemos permitir que a los mexicanos se les tache.

Es precisamente lo que usted escribiría en Facebook al decir "lucharemos día a día por sacar nuestro país adelante, luchando a muerte contra la corrupción, pero siempre de pie, construyendo con pasión nuestros sueños..." Esto tiene un profundo sentido para enaltecer nuestra cultura.

Lo escribí en dos sentidos. En primer lugar cuando más se tachaba a los mexicanos e hispanos en Estados Unidos. Investigando algunas fuentes, ponía que los hispanos son la minoría más grande en Estados Unidos: una comunidad joven, creciente, cada vez más educada y formada, en crecimiento también en ingreso y consumo. "Y de este lado del Río Bravo, te saludan tus amigos, pobres pero con dignidad, y que no nos dejaremos humillar con la construcción de un muro, y que lucharemos día a día por sacar nuestro país adelante y a muerte contra la corrupción" porque es una de las peores lacras contra la que debemos luchar a muerte.

Finalmente, el Papa Francisco, al despedirse de México apuntó una frase muy singular, vigente un año después de su paso por este país y cito: "La noche nos puede parecer enorme y muy oscura...", y aludiendo a Octavio Paz, dijo: "Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben..." Ante esta grave situación de nuestro cambio de época, ¿qué razones de esperanza nos da el cristianismo para seguir adelante hacia el amanecer?

El cristianismo nos habla de respeto, de amor, de entrega, de valores. Debemos vivir nuestro cristianismo de la manera más plena posible para ser felices, para vivir en armonía y en paz. El cristianismo es una religión de paz hecha para construir puentes, no para edificar muros. Cristo es paz, pero es sacrificio, entrega y lucha. Esa es nuestra misión así como sufrir con el que sufre, acompañar al ser humano en cualquier condición sin ningún tipo de distinción. El abrazo es para todos sin reservas.

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