El jesuita valora la victoria de Trump: "El mundo está roto y no hay futuro a la vista" Spadaro: "Debemos esperar que, incluso con estas elecciones, gane la democracia"
"La Santa Sede, después de todo, nunca ha dividido el mundo en buenos y malos, cerrando las puertas a los segundos y abriéndoselas a los primeros para formar alianzas políticas. Los católicos no tienen afiliaciones y convicciones políticas homogéneas en Estados Unidos ni en ningún otro lugar"
"Gran parte de nuestro futuro se jugará en torno a la cuestión de la guerra. Veremos si prevalece la lógica de la guerra y, por tanto, de la victoria, o la de la paz"
| RD/ANSA
El diálogo entre la Santa Sede y la Iglesia en general es siempre importante con todos. Lo recuerda el padre Antonio Spadaro, subsecretario en el Dicasterio de Cultura y analista internacional siempre cercano al Papa Francisco.
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"La relación entre política y religión en Estados Unidos es muy compleja. Recuerdo, por ejemplo, que en su discurso sobre el Estado de la Unión en enero de 2018, el presidente Trump, para describir la identidad del país había puesto a Dios, los militares y el sueño americano en el espacio de dos frases. La mezcla de estos tres elementos", recalcó Spadaro a ANSA, "es problemática, pero por otro lado hace que el diálogo sobre cuestiones cruciales para la vida del país sea necesario y no meramente deseable”.
La posición de la Santa Sede siempre ha sido de gran equilibrio y de diálogo abierto con cualquiera, tanto más con los elegidos por un pueblo de antigua tradición democrática que no ha desertado de las urnas
En opinión del jesuita, "la posición de la Santa Sede siempre ha sido de gran equilibrio y de diálogo abierto con cualquiera, tanto más con los elegidos por un pueblo de antigua tradición democrática que no ha desertado de las urnas".
El Papa Francisco, con ocasión de la primera toma de posesión de Donald Trump como presidente -recuerda el jesuita-, envió un mensaje en el que hablaba de una familia humana afligida por graves crisis humanitarias que requieren respuestas políticas clarividentes y unificadas. "Hoy nos encontramos en una situación aún más deteriorada".
En aquella ocasión, el Papa recordó la necesidad de tomar decisiones guiadas por "ricos valores espirituales y éticos". A un presidente que hace suyo el lema 'make America great again', Francisco' en su mensaje por la última elección de Trump, había puesto "la medida de “la estatura de América", como la llamó el Pontífice, en su “preocupación por los pobres, los marginados y los necesitados que, como Lázaro, están a nuestra puerta”.
"Y esto vale también para los muchos, demasiados, olvidados de América, que sienten que ya no pertenecen, que no son reconocidos ni protegidos. Y se aplica a los emigrantes que han formado el tejido mismo de la sociedad estadounidense", incidió.
Para el padre Spadaro, periodista y escritor, antiguo director de La Civiltà Cattolica, "gran parte de nuestro futuro se jugará en torno a la cuestión de la guerra. Veremos si prevalece la lógica de la guerra y, por tanto, de la victoria, o la de la paz". Desde la martirizada Ucrania y Palestina se eleva un grito que la "talla de América" debe escuchar con pragmatismo y clarividencia. Gran parte del significado de la nueva presidencia se jugará en este terreno: "el mundo está roto y no hay futuro a la vista", matiza.
A la pregunta de si para el Vaticano, y para la Iglesia en general, mantener el hilo del diálogo siempre y con todos sigue siendo una prioridad, Spadaro responde: "Absolutamente, sí. La Santa Sede, después de todo, nunca ha dividido el mundo en buenos y malos, cerrando las puertas a los segundos y abriéndoselas a los primeros para formar alianzas políticas. Los católicos no tienen afiliaciones y convicciones políticas homogéneas en Estados Unidos ni en ningún otro lugar. La Iglesia aspira a que los creyentes sean también buenos ciudadanos y sabe escuchar la voluntad del pueblo. Ha mantenido una brújula firme de valores, pero sin elegir bando, precisamente para evitar la mezcla espuria de religión y política. Al fin y al cabo, el diálogo y la diplomacia sirven precisamente para tender puentes y derribar muros".
"Debemos esperar", concluye Spadaro, "que incluso con estas elecciones gane la democracia, que lleva a considerar al adversario político como tal y no como un ”enemigo'. Esto no envenena sólo la confrontación política, sino a toda la sociedad. La sociedad se construye no por la victoria en una especie de guerra civil, sino sólo si la confrontación política entre mayoría y oposición es realmente por el bien común. En el caso de Estados Unidos, por su papel en el mundo, esto adquiere una relevancia y una responsabilidad moral muy significativas".
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