Género literario de El Quijote, 2/2

Ilustración:Encuentro con las tres aldeanas del Toboso *
Género literario de El Quijote, 2/2: Interarquetipos literarios
En Cervantes se consuma para siempre el desplazamiento del foco narrativo de la fábula a los personajes. «En adelante, el arte del novelista será sólo el de crear la coherencia interna del personaje en un plano de orden no ya comprensible, sino directamente experimentable para el lector (no hay que decir que de un modo ilusorio, y ahí está el milagro)», FMV, p. 75
En la construcción de cada uno de sus personajes, Cervantes procede mediante un juego sutil de hibridación de arquetipos literarios, cuyo resultado es en cada caso un mestizo literario interarquetípico. Así, don Quijote resulta del mestizaje de al menos dos arquetipos literarios extremadamente opuestos: el del soldado fanfarrón, el "miles gloriosus" de la comedia, y el del anciano sabio y prudente (F. Martínez-Bonati).
La génesis interarquetípica es particularmente osada, ya que de un hidalgo más exaltado que mentiroso Cervantes hace un falso caballero andante, el cual, a pesar de su fanfarronería, más loca que mentirosa, juzga cuerdamente, aunque más como un libro de sentencias o de epigramas que como un juez prudente. La mentira del fanfarrón ha sido transformada por Cervantes en delirio de locura; la prudencia del anciano en vana verborrea sin objeto.
Sancho, por su parte, encarna tanto al "rústico", simple y torpe, como al "gracioso", lleno de ingenio y recursos. «Al convertirse en gobernador, oscila entre la figura del astuto autoritario y expedito, y la del tímido desatinado y ridículo. Otra transfiguración es la que experimenta al asumir, ante su mujer, aires señoriles y quijotescos, en un capítulo abiertamente irónico y lúdico. Lo declara, por si hay dudas, el narrador-editor (ficción de autoría): "Llegando a escribir el traductor desta historia este quinto capítulo, dice que le tiene por apócrifo, porque en él habla Sancho Panza con otro estilo del que se podía prometer de su corto ingenio y dice cosas tan sutiles, que no tiene por posible que él las supiese...."(II.5.1).», F. Martínez-Bonati, 1995, p. 92.
El resultado de la génesis interarquetípica es en cada caso un arquetipo mestizo o, en la terminología de F. Martínez-Bonati, un interarquetipo, ya que su construcción implica la ruptura de arquetipos literarios simples y la confección con sus restos de arquetipos complejos, necesariamente entreverados, como ya lo dijo el propio Cervantes a propósito de don Quijote, por la boca de más de uno de sus lectores convertidos en personajes de la segunda parte.
Estas hibridaciones de matrices literarias de suprema audacia creadora que encontramos en el Quijote, ejemplifican las disonancias con que Cervantes compromete y desborda la unidad más radical de la obra literaria: la del tipo y género de la imaginación (F. Martínez-Bonati). (® género literario del “Quijote”)
En cuanto transfiguraciones de arquetipos tradicionales coherentes, los caracteres entreverados no pueden ser interpretados ni como elementos de una representación literaria verosímil, en el sentido de previsible por sus arquetipos, ni menos aún como elementos de una representación social realista, cuyos correspondientes serían individualidades del mundo circundante. Cervantes no ha pretendido ni retratar ni caricaturizar a sus contemporáneos. Sólo pueden ser vistos, y parece ser la intención de Cervantes, como elementos motores de una alegoría, apenas hiperbólica, para patentizar la complejidad y relativa inconsistencia de toda acción o historia basada sobre sujetos humanos.
El Cura y el Barbero también presentan cada uno una constitución prosopográfica internamente entreverada, al límite de la contradicción. Ni el carácter del uno ni el del otro son reductibles a un arquetipo verosímil, ni literario ni social. Tampoco su carácter como amigos de don Quijote. Por una parte aparecen como personas afectuosas y bien intencionadas con don Quijote; pero por otra, aparecen a ratos como enemigos insensibles y hasta crueles que se burlan de él sin piedad. Esta discrepancia alegoriza la imperfección humana. (® Miranda: ruptura del arquetipo literario).
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* Articulación diégética: la industria que Sancho tuvo para encantar a la señora Dulcinea
Texto ilustrado por Gustave Doré e interpretado pictóricamente por Salvador Tusell
"—Apártense nora en tal del camino, y déjenmos pasar; que vamos de priesa."
El Q. II.10.32.
Légende de l'édition française :
[Tome II. Seconde partie. Pl. en reg. p. 70 : Rencontre avec Dulcinée "enchantée", transformée en paysanne. Sancho Panza et Don Quichotte s'agenouillant devant trois paysannes montées sur des mules.] Don Quichotte s'était déjà jeté à genoux aux côtés de Sancho.
Contexto del texto ilustrado:
Capítulo Décimo. Donde se cuenta la industria que Sancho tuvo para encantar a la señora Dulcinea, y de otros sucesos tan ridículos como verdaderos.
31. A esta sazón ya se había puesto don Quijote de hinojos junto a Sancho, y miraba con ojos desencajados y vista turbada a la que Sancho llamaba reina y señora, y como no descubría en ella sino una moza aldeana, y no de muy buen rostro, porque era carirredonda y chata, estaba suspenso y admirado, sin osar desplegar los labios. Las labradoras estaban asimismo atónitas, viendo aquellos dos hombres tan diferentes hincados de rodillas, que no dejaban pasar adelante a su compañera, pero rompiendo el silencio la detenida, toda desgraciada y mohína, dijo:
32. —Apártense nora en tal del camino, y déjenmos pasar; que vamos de priesa.
El Q. II.10.31-32.
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Fuentes: Salvador García Bardón, Interarquetipos en el Quijote, Amistad Europea Universitaria, 05 de marzo, 2005, y Taller cervantino del “Quijote”, Textos originales de 1605 y 1615 con Diccionario enciclopédico, Academia de lexicología española, Trabajos de ingeniería lingüística, Skynet, 2005.
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