Lengua y lenguaje en el DE de El Quijote

Texto ilustrado por Gustave Doré (dibujo) y por Salvador Tusell (pintura): «el cual me dijo en lengua que en toda la Berbería, y aun en Costantinopla, se habla entre cautivos y moros, que ni es morisca, ni castellana, ni de otra nación alguna, sino una mezcla de todas las lenguas, con la cual todos nos entendemos; digo, pues, que en esta manera de lenguaje me preguntó que qué buscaba en aquel su jardín, y de quién era.», I.41.1.
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Hiperrealismo quijotesco: Nadie más opuesto al nominalismo que don Quijote. Si el nominalista cree que los universales carecen de toda existencia tanto en la realidad donde sólo existen los objetos individuales, como en el pensamiento donde los universales no son sino meros nombres, Don Quijote cree en la realidad de los nombres, los toma por cosas. De aquí que quepa hablar no solamente de su realismo, sino de su hiperrealismo o realismo inmoderado.
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lengu-: lengua: 103: [lengua castellana: 8; lengua morisca: 2]; lenguaje: 10; lenguas: 22
lengua (doc. ±1140, del lat. lingua 'órgano humano para comer y pronunciar' µn 'lenguaje, manera de hablar') f. 'órgano del gusto, musculoso y movible, situado en el interior de la boca de la mayoría de los vertebrados. Se usa para comer y para articular las palabras.' µn 'sistema de signos orales y escritos, que se utiliza para comunicarse': «Lengua se toma muchas veces por el lenguaje con que cada nación habla, como lengua latina, lengua griega, lengua castellana, etc. Y en esta significación no hay lengua que se pueda llamar natural; pero la razón tiene fuerza en el hombre de formarla a su beneplácito. Si diéramos caso que los que se criasen o fuesen mudos o no le hablasen ninguna palabra, formaría él su lenguaje propio.», Cov. 758.b.32; por µn metafórica 'intérprete': en la aventura de los galeotes «el quinto condenado le sirvió de lengua [al cuarto]», I.22.34. ® quinto condenado.
|| está en su lengua su vida o su muerte: «Mors et vita in manu linguæ», Proverbios, 18, 21. • Un guarda de los galeotes explica a don Quijote: «los demás ladrones que allá quedan y aquí van le maltratan y aniquilan, y escarnecen, y tienen en poco, porque confesó y no tuvo ánimo de decir nones. Porque dicen ellos que tantas letras tiene un no como un sí, y que harta ventura tiene un delincuente, que está en su lengua su vida o su muerte, y no en la de los testigos y probanzas; y para mí tengo que no van muy fuera de camino.—Y yo lo entiendo así—respondió don Quijote. », I.22.28-29.
|| fundar un colegio donde se leyese la lengua castellana: ® colegio
|| lengua que mamaron en la leche: ® mamar
|| mejor y más antigua lengua: 'el hebreo' El editor, contando su búsqueda de un traductor del árabe al castellano en el Alcaná de Toledo (ficción de autoría), alude al hebreo: «no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua, le hallara», I.9.6. • Efectivamente muchos descendientes de familias judías, y entre ellos más de un criptojudío fiel conservador de su propia lengua sagrada, comerciaban en el Alcaná de Toledo, José Gómez Menor, Cristianos nuevos y mercaderes de Toledo, Toledo. 1971.
|| mezcla de todas las lenguas: Encuentro del Cautivo con el padre de Zoraida: «el cual me dijo en lengua que en toda la Berbería, y aun en Costantinopla, se habla entre cautivos y moros, que ni es morisca, ni castellana, ni de otra nación alguna, sino una mezcla de todas las lenguas, con la cual todos nos entendemos; digo, pues, que en esta manera de lenguaje me preguntó que qué buscaba en aquel su jardín, y de quién era.», I.41.1.
• Las tres ed. de Cuesta tienen «lengua… se halla», pero nosotros adoptamos la corrección de la ed. de Bruselas «lengua… se habla», porque no hemos hallado en el resto del Quijote esta construcción, que puede deberse a errata de una letra, y porque es la construcción que encontramos un poco más adelante para repetir la misma información: «aunque ella hablaba la bastarda lengua que, como he dicho, allí se usa, mas declaraba su intención por señas que por palabras.», I.41.15.
|| morderse tres veces la lengua: 'callarse', I.30.6. «el tres es tanto una exageración como un recurso al número folclórico por excelencia.», Rico, 346.
|| poner lengua en [alguien]: loc.verb. 'hablar mal de, censurar a': ««Poner lengua en una persona.» Es murmurarla i dezir mal della.», Corr. 725.b. • Don Quijote recrimina a Sancho: «bellaco descomulgado, que sin duda lo estás, pues has puesto lengua en la sin par Dulcinea.», I.30.42.
|| saber más menear las negras que lleváis que la lengua: ® saber
|| quitar de la lengua: 'hacer callar muchos detalles' • Frase final de la historia del Cautivo: «el temor de enfadaros más de cuatro circunstancias me ha quitado de la lengua.», I.41.76.
|| servir de lengua: 'servir de intérprete' • Aventura de los galeotes: «el quinto condenado le sirvió de lengua», I.22.34.
|| tener en el pico de la lengua: loc.verb. ««Tener en el piko de la lengua». En pronto para dezir. «Tiénelo en el piko de la lengua».», Corr. 731.a. Hoy decimos: 'tener en la punta de la lengua' • Sancho pide licencia a don Quijote para hablar de nuevo: «después que me puso aquel áspero mandamiento del silencio, se me han podrido más de cuatro cosas en el estómago, y una sola que ahora tengo en el pico de la lengua no querría que se mal lograse.», I.21.37.
|| volver en lengua castellana: 'traducir en castellano': ® volver
|| lenguaje (doc. ±1230, del prov. lenguataje ) m. 'facultad que permite a los humanos comunicar sus pensamientos o sentimientos': 'lengua o lenguaje verbal': 'estilo propio a un grupo o persona': «Lengua se toma muchas veces por el lenguaje con que cada nación habla, como lengua latina, lengua griega, lengua castellana, etc. Y en esta significación no hay lengua que se pueda llamar natural; pero la razón tiene fuerza en el hombre de formarla a su beneplácito. Si diéramos caso que los que se criasen o fuesen mudos o no le hablasen ninguna palabra, formaría él su lenguaje propio.», Cov. 758.b.32.
|| imitando en cuanto podía su lenguaje: El narrador se refiere a don Quijote, que imita el lenguaje de los libros de caballerías, I.2.8.: «Usa Don Quijote de un idioma anticuado, lleno de las frases que había leído en los libros que tal le tenían, imitando cuanto podía su lenguaje, como antes se dijo. El estilo de nuestro hidalgo es por lo común llano y corriente, pero en las ocasiones en que se exaltaba especialmente su fantasía, era natural que se presentasen a su memoria con más viveza las expresiones de sus modelos en casos semejantes. Así se explica esta diferencia de estilos en el héroe de la fábula; diferencia que sería viciosa en otro caso, y que aquí es natural, y un nuevo manantial de donaires y chistes.», Clem. 1025.b. «Al paso se aprovecha Cervantes de esta circunstancia para poner en ridículo, conforme al propósito general de su obra, los libros de caballería, los cuales, unos por ser realmente antiguos usaban del lenguaje del siglo en que se escribieron y otros afectaban imitarlos.», Clem. 1046.b.
|| lenguaje [de don Quijote]: En una venta que toma por un castillo, don Quijote adopta el lenguaje de una corte del pasado con unas mozas del partido que toma por señoras (problema de pragmática lingüística): «El lenguaje, no entendido de las señoras, y el mal talle de nuestro caballero acrecentaba en ellas la risa y en él el enojo», I.2.14.
• «Este es el sistema expresivo con que se caracteriza al hidalgo en lo que muy bien pudiera ser el primer proyecto cervantino: arcaísmos apiñados al principio, que luego se entreveran en una elocución de léxico más llano, pero muy retorizada. Cuando don Quijote habla descuidado de su condición de héroe, su idioma pierde tales rasgos y deja paso a una espontaneidad coloquial que puede recaer en la vulgaridad, contrastando cómicamente con el énfasis anterior. Frecuentemente, el narrador avisa de las circunstancias de la enunciación que van a condicionar la expresión del personaje: «Con gentil talante y voz reposada les dijo...» (I.2.10); «Don Quijote alzó los ojos al cielo y, puesto el pensamiento -a lo que pareció- en su señora Dulcinea, dijo...» (I.3.11); «Levantó don Quijote la voz y con ademán arrogante dijo… » (I.4.33). Este acomodar lo que se dice a la manera como se enuncia, es ya completamente moderno.», F.L. Carreter, en Rico 1998 a, p. XXIX.
• Esta escena con unas mozas del partido es la primera ocasión en que se hace explícito uno de los grandes temas del Quijote: el problema de la comunicación humana en cuanto puesta en común de la verdad. La transmisión de la verdad es enojosa entre personas de mundos diferentes, debido a la diversidad de opiniones y de intenciones de los hablantes, que cristaliza en la equivocidad del lenguaje tanto a nivel léxico como a nivel morfosintáctico y pragmático. El mismo tema reaparece en la venta de Juan Palomeque el Zurdo, tomada igualmente por un castillo: «Confusas estaban la ventera y su hija y la buena de Maritornes oyendo las razones del andante caballero, que así las entendían como si hablara en griego, aunque bien alcanzaron que todas se encaminaban a ofrecimiento y requiebros; y, como no usadas a semejante lenguaje, mirábanle y admirábanse y parecíales otro hombre de los que se usaban», I.15.16.
• Si Cervantes hizo caballero andante a su héroe en una época en que los caballeros andantes ya no se usaban, era porque la literatura caballeresca se prestaba mejor que cualquier otra a ilustrar el problema de la diferencia entre ficción (la caballeresca) y realidad (la de la gente de finales del siglo XVI y comienzos del XVII). Bajo este problema aparece en filigrana el problema de la verdad histórica: don Quijote es un iluso y su ilusión es doblemente anacrónica; en primer lugar porque jamás hubo caballeros andantes de verdad, tal como los pintan los libros de caballerías; y en segundo lugar, porque aunque los hubiera habido, ya pasó esa época (Gaos).
• Tras el problema de la verdad histórica emerge el problema propiamente metafísico de la capacidad de conocimiento de la verdad por el hombre: «Negar que el tema central del Quijote es el tema de la razón y la realidad, el del conocimiento de la verdad, es trivializar a Cervantes. Por esquivo que sea el autor, no puede dudarse de que el tema está planteado en la dirección crítica del idealismo metafísico, según el cual no hay conocimiento objetivo de la realidad: las cosas no son en sí, sino en el sujeto… El relativismo, subjetivismo, perspectivismo de la verdad alcanzada por el hombre dependen, por lo pronto, de que el ser humano no se limita a pensar la realidad, sino que la transforma a impulsos de su voluntad y de su afectividad. La realidad no sólo se da en el sujeto, sino para el sujeto.», Gaos, Q. III, p. 185.
• Hiperrealismo quijotesco: Nadie más opuesto al nominalismo que don Quijote. Si el nominalista cree que los universales carecen de toda existencia tanto en la realidad donde sólo existen los objetos individuales, como en el pensamiento donde los universales no son sino meros nombres, Don Quijote cree en la realidad de los nombres, los toma por cosas. De aquí que quepa hablar no solamente de su realismo, sino de su hiperrealismo o realismo inmoderado. Don Quijote cree que basta con inventar un nombre para dar existencia a una cosa, con lo cual le es fácil dar existencia a lo que no la tenía. También cree que basta cambiar el nombre de una cosa por el de otra, para que una cosa se transforme en otra, lo cual equivale a darle otra existencia diferente de la que tenía:
«Una de las fuentes de los malentendidos que se prodigan en el Quijote es de orden linguístico. Su protagonista cree, por ejemplo, que basta con cambiar el nombre de Aldonza Lorenzo por el de "Dulcinea" para conferirle existencia. Don Quijote propende a pensar en términos caballerescos. Toda la aventura de los galeotes está montada sobre el carácter equívoco del lenguaje. En este capítulo, como en tantos otros pasajes de la obra, Cervantes plantea el problema del lenguaje como instrumento de comunicación y entendimiento entre los hombres. Problema que consiste no sólo en la imperfección del lenguaje mismo como vehículo de comunicación, sino también en que no sabemos o no queremos escuchar, por lo que en el fondo todo diálogo es más bien un monólogo, un monodiálogo en que sólo oímos nuestra propia voz, en que traducimos las palabras del otro a nuestro propio idioma percibiendo no lo que se nos dice, sino lo que queremos escuchar. La conversación de don Quijote y Sancho a propósito de Dulcinea (I, 31) es un buen ejemplo de este fenómeno. », Gaos, Q. III, p.164-165.
• En consecuencia: «El estrato más profundo de los "trabajos" de don Quijote, su radical heroísmo, no consiste en combatir con gigantes (para él lo son), sino en crearlos, en transformar la realidad mediante un constante esfuerzo agotador [de lenguaje]… La locura del caballero no estriba en desdeñar la experiencia, sino en querer desdeñarla.», ibíd. p. 169-170. También en querer que los otros la desdeñen. Así, por ejemplo, cuando Sancho no puede echar mano del testimonio de sus propios sentidos de hombre cuerdo para decidir qué realidad esconde el polvo de las manadas de ovejas y carneros, entra en juego un factor importante para el conocimiento de la verdad: el testimonio ajeno. Pero este testimonio es según don Quijote: su oratoria produce en la cordura de Sancho el mismo efecto que la lectura en su locura: «con tanto ahínco afirmaba don Quijote que eran ejércitos, que Sancho lo vino a creer.», I.18.12.
• «Don Quijote, nuevo Midas, lo quijotiza todo a su contacto: personas y cosas. Las armas de que está revestido no son las de sus bisabuelos, sino las que ha forjado con su firme voluntad de ser quien es y de permanecer abroquelado en su propio mundo, impermeable a las insidiosas asechanzas del entorno, inmune a todo ataque desde el exterior. Para poder burlarse de don Quijote, combatirle o vencerle, previamente hay que aceptar sus leyes de juego. Su locura es enormemente contagiosa. La "quijotización" de Sancho es el caso más notorio, pero en modo alguno el único. El cura y el barbero, Dorotea, Sansón Carrasco, los duques y tantos otros se ven arrastrados por el vendaval de la enajenación quijotesca.», Gaos, Q. III, p. 173-174.
||…lenguaje…|| el lenguaje es aragonés: don Quijote ha hallado tres cosas dignas de reprehensión en el autor apócrifo; la segunda es «porque tal vez escribe sin artículos»:II.59.37. • Sobre este juicio y el estilo del libro imitador, Riquer, Introd., ed. Clás. Cast., I, p. iii y ss (214)
|| lisura del lenguaje castellano: El licenciado Márquez Torres, por comisión del señor Doctor Gutierre de Cetina, vicario general de la villa de Madrid, corte de Su Majestad, aprueba con entusiasmo no disimulado de lector experto la Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, por Miguel de Cervantes Saavedra: «hallo en él… mucha erudición y aprovechamiento… en la lisura del lenguaje castellano, no adulterado con enfadosa y estudiada afectación, vicio con razón aborrecido de hombres cuerdos», II.Aprob.1.
• Al igual que su entusiasta censor, Cervantes es un obseso de la palabra clara, perfectamente adaptada a su tiempo: sabemos que, según él, el mal empleo del lenguaje, por confusión y anacronismo, contribuye a la demencia del caballero, cuyos primeros síntomas de demente cristalizan en el lenguaje inadaptado que emplea. La intención burlesca del Autor, que consigna minuciosamente las extravagancias lingüísticas de su héroe, patentiza la intención primaria con que afronta su tarea. No hay duda de que pretende hacer parodia linguística de todos los géneros literarios, caballeresco, pastoril, epistolar y teatral incluidos, que transforman a los lectores en seres inadaptados:
«La necesidad de usar un lenguaje actual, que ya habían sentido los autores de los primeros relatos picarescos, es en él agudísima y no sólo en el Quijote, sino en obras como el Rinconete o El rufián dichoso. El rigor con el que asume la propiedad del idioma es patente, por ejemplo, cuando libra del fuego el Palmerín de Inglaterra, porque, entre sus virtudes, el cura estima «las razones, cortesanas y claras, que guardan y miran el decoro del que habla, con mucha propiedad y entendimiento» (I.6.35).», F.L. Carreter, en Rico 1998 a, p. XXVII. ® decoro.
• Angel Rosenblat sostiene en La lengua de Cervantes que el estilo del Quijote presenta una armoniosa síntesis de lo culto y lo popular que afirma su propia individualidad jugando burlonamente con los elementos trillados o fosilizados de la lengua, sea cual sea su nivel de procedencia: chistes y cuentecillos, el lenguaje comercial, la germanía, juramentos e imprecaciones, los lugares comunes del habla cotidiana, el lenguaje notarial, el lenguaje litúrgico, fórmulas epistolares, el lenguaje rústico, el refranero, términos del juego.
Fuente: Salvador García Bardón: Diccionario enciclopédico de El Quijote, Skynet, 2005.