“Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo, como una media hora” (Ap 8, 1).
Laurence Freeman, en su libro “Luz en el interior, meditaciones como pura oración”, señala que una condición esencial, para llevar a cabo el proceso de la meditación, es el silencio. Explica el modo de meditar con pautas concretas, como sentarse con la espalda recta, guardar silencio, quietud física y mental, entornar los ojos, permanecer inmóvil durante media hora por la mañana y media hora por la noche, y repitiendo un mantra, que puede ser “Ven, Señor Jesús”. “Es una llamada a permanecer en silencio. Es una invitación a la confianza”.
El silencio no se adquiere de forma gratuita, se debe hacer ejercicio espiritual para introducirse en él. Tantas veces, depende de la paz interior de la conciencia. “Solo cuando conseguimos encontrar la paz en todas partes es cuando la «voz del silencio» toca nuestra mente y la abre a lo inesperado”. (Mariel Mazzocco)
La cultura actual es invasiva, no solo por el ruido, sino también por las imágenes que afectan la mente y producen una catarata de pensamientos y emociones. “¡Qué importante es hoy el servicio del silencio, tan escaso en nuestra civilización del ruido!” Así lo reconocía san Pablo VI ante la gruta de Nazaret, en su visita a Tierra Santa, 5 de enero 1964)
¡Haz silencio dentro de ti!