“Como una encina o un roble que, al talarlos, solo dejan un tocón. Ese tocón será semilla santa»” (Is 6, 13).
La expresión de Isaías hace referencia al tronco de Jesé, al retoño de la casa de David, que sin duda es interpretado como imagen del árbol genealógico de Jesús. Y si la encina o el roble pueden parecer troncos secos cuando se les tala, la promesa y profecía son que de su tocón brotará el descendiente de David, el Mesías. Se puede invocar la expresión sálmica: “La voz del Señor retuerce los robles, | el Señor descorteza las selvas. | En su templo, un grito unánime: «¡Gloria!» (Sal 28, 9), como cantarán los ángeles en la hora del nacimiento de Jesús.
Una figura que destaca en las vísperas de la Navidad es el último de los profetas, Juan el Bautista, a quien se describe como hombre recio, austero y fuerte, habituado a comer de lo que da el desierto. Y dice Isaías de los profetas: “Los llamarán «robles de justicia», | «plantación del Señor, para mostrar su gloria» (Is 61, 3). La gigantesca figura del Bautista sin duda puede tomar la imagen de un roble, por su fortaleza. El roble pierde la hoja, y cuando parece que todo el bosque está seco, sucede que en primavera reverdece con gran vigor. El profeta, como el roble, anuncia lo que parece imposible, y acontece la visión anticipada.
¿Tienes esperanza en tiempos recios?