"Una secta que creció como cáncer en la Iglesia de la 'primavera de los movimientos'" La destrucción física y psicológica en el Sodalicio: Un caso paradigmático de la “primavera de los movimientos”
"Con la 'generación fundacional', Figari consolidó un grupo que le seguía fielmente y que serviría para darle forma a la institución y desarrollar la ideología y la disciplina sodálites"
"Era práctica común en el Sodalicio que los informes médicos no fueran entregados al paciente perteneciente a alguna rama de la Familia Sodálite, sino directamente a los superiores, violando así el secreto profesional y la confidencialidad debida al paciente"
"El cardenal Ghirlanda, buen amigo del Sodalicio al menos desde la década de los 90, también nos tendría que explicar el ballet jurídico que realizó para transformar lo que eran sociedades lucrativas, como los cementerios Parque del Recuerdo, en 'misiones católicas'"
"El cardenal Ghirlanda, buen amigo del Sodalicio al menos desde la década de los 90, también nos tendría que explicar el ballet jurídico que realizó para transformar lo que eran sociedades lucrativas, como los cementerios Parque del Recuerdo, en 'misiones católicas'"
| Martin Scheuch, exsodálite
¿Un carisma original confiado a un grupo de abusadores?
La “generación fundacional” del Sodalicio —concepto acuñado por el mismo Luis Fernando Figari— estuvo integrada en su mayor parte por un grupo de alumnos egresados del Colegio Santa María (Marianistas) de Monterrico (Lima, Perú) en los años 1973 y 1974 —a saber, José Ambrozic, Germán Doig, José Antonio Eguren, Emilio Garreaud, Alfredo Garland, Luis Cappelleti (exsodálite), Raúl Guinea, Franco Attanasio (exsodálite), Juan Fernández (exsodálite)— pero también pertenecen a ella Virgilio Levaggi (exsodálite), del Colegio Italiano Antonio Raimondi, Jaime Baertl y Alberto Gazzo (exsodálite), ambos del Colegio de la Inmaculada (Jesuitas).
Fue con estas personas que Figari consolidó un grupo que le seguía fielmente y que serviría para darle forma a la institución y desarrollar la ideología y la disciplina sodálites. Supuestamente ellos serían los primeros portadores del presunto carisma del Espíritu Santo que hasta ahora dice oficialmente tener esta sociedad de vida apostólica de derecho pontificio llamada Sodalicio de Vida Cristiana.
Sin embargo, nos hallaríamos ante una curiosa manera del Espíritu Santo de seleccionar sus herramientas: Luis Fernando Figari, el fundador, es un abusador. No solo él. De la generación fundacional han sido abusadores sexuales Germán Doig (fallecido) y Virgilio Levaggi. Otros, han destacado a su vez por otras formas de abuso. Así, han sido expulsados del Sodalicio José Ambrozic, Mons. José Antonio Eguren, arzobispo emérito de Piura y Tumbes, y el P. Jaime Baertl por faltas graves contra consejos evangélicos que prometieron cumplir escrupulosamente y que provocaron grande escándalo.
¿Dónde estaba aquí el Espíritu Santo? ¿En aquellos como Juan Fernández y Luis Cappelleti — que colgó los hábitos —, los cuales se fueron porque vieron que la cosa no funcionaba como debía ser? ¿Y qué sucedió con Alberto Gazzo, el único sodálite ordenado presbítero por el Papa Juan Pablo II en 1985, a quien también se le llamaba “el apóstol de los niños” mucho antes de que este apelativo lo llevara Jeffrey Daniels, el mayor abusador sexual en serie de la historia del Sodalicio? ¿También se fue por obra del Espíritu Santo?
La condena del doctor Attanasio por “conductas sexuales inapropiadas”
Lo que me ha llamado la atención recientemente es el caso de Franco Attanasio, quien en 1982 fue el primer miembro de la generación fundacional que se casó, convirtiéndose en el primer adherente sodálite (persona vinculada institucionalmente al Sodalicio con vocación matrimonial).
Después —por supuestas presiones de su mujer— dejó el Sodalicio y se mudó a los Estados Unidos, llegando a ser médico internista en Detroit, EE.UU. El 30 de noviembre de 2024 supe que había sido incluido en el Registro de Agresores Sexuales de Michigan, en virtud de cuatro sentencias por conducta sexual criminal en cuarto grado emitidas en el año 2021, cada una con una pena de cinco años. Según el Código Penal de Michigan, «una persona es culpable de conducta sexual criminal en cuarto grado si realiza contacto sexual con otra persona y si se cumple cualquiera de las siguientes circunstancias: …».
Paso a detallar las circunstancias que se le aplicarían: «Se utiliza fuerza o coerción para llevar a cabo el contacto sexual». Esto incluye: «Cuando el autor realiza un tratamiento médico o examen a la víctima de una manera o con fines que son reconocidos médicamente como no éticos o inaceptables». O esta otra circunstancia, considerando que se hace mención en las sentencias de víctimas incapacitadas: «El autor sabe o tiene motivos para saber que la víctima es mentalmente incapaz, está mentalmente incapacitada o físicamente indefensa».
Attanasio seguiría ejerciendo la medicina, según consta en páginas web de servicios médicos, lo cual nos hace suponer que estaría cumpliendo un régimen de libertad condicional. Si bien los cuatro casos de abuso sexual ocurrieron en el año 2019, no se descarta la posibilidad de que hayan habido otros casos que no fueron denunciados, o que esta inclinación hacia conductas sexuales inapropiadas venga desde la época en que fue miembro de la generación fundacional del Sodalicio.
Attanasio y mi “examen médico” para ingresar a la vida comunitaria en el Sodalicio
Franco Attanasio me hizo el examen médico en 1981 antes de que yo ingresara a vivir en una comunidad. En ese entonces él era todavía un estudiante de medicina, pues recién se graduaría en la Universidad Peruana Cayetano Heredia en 1982. Este examen incluía una palpada de testículos, lo cual puede ser aceptable en un examen de este tipo, aunque no sea necesariamente un procedimiento estándar.
Lo irregular es que no haya quedado registro escrito de este examen médico, según me informó el anterior Superior General del Sodalicio, Alessandro Moroni, cuando solicité la devolución de toda la documentación sobre mi persona que pudiera estar en los archivos de la institución. Así como tampoco me devolvieron el informe de una evaluación psicológica realizada en el año 1993 por la psicóloga Liliana Casuso, entonces integrante de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación. Y ese informe me consta que sí existió, pues lo tuvo en sus manos el sodálite Miguel Salazar, ahora expulsado, cuando me leyó algunos de los resultados de mi evaluación.
Los “médicos del Sodalicio” y su complicidad con el abuso
Pues era práctica común en el Sodalicio que los informes médicos no fueran entregados al paciente perteneciente a alguna rama de la Familia Sodálite, sino directamente a los superiores, violando así el secreto profesional y la confidencialidad debida al paciente. Para ello Figari contó con la complicidad de algunos médicos, la mayoría de ellos vinculados de una u otra manera a la Familia Sodálite. Y Franco Attanasio estaba destinado a ser uno de los médicos del círculo de Figari. el cual sólo permitía que los sodálites con alguna enfermedad se atendieran con los médicos que él recomendaba. De este modo, las dolencias adquiridas por sodálites quedaban en familia y no eran sometidas al escrutinio de especialistas independientes.
Uno de estos médicos era un sujeto con cierta semejanza al personaje de cómic Dr. Fu Man Chu. Me refiero al doctor Armando Calvo, amigo íntimo de Figari y cuya esposa, Nelly Calvo, participa activamente de Betania, una de las asociaciones del Movimiento de Vida Cristiana, vinculado al Sodalicio. El doctor Calvo no sólo atendía a sodálites por indicación expresa de Figari, sino también a mujeres de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación. Y siendo reumatólogo, también habría recetado medicinas para tratar dolencias ajenas a su especialidad.
Según una fuente, cuando Germán Doig falleció en su habitación en la madrugada del 13 de febrero de 2001, Figari le habría solicitado a Calvo que firme el certificado de defunción sin ver el cadáver, a lo cual Calvo se negó. El documento habría sido firmado luego por un médico asociado al Movimiento de Vida Cristiana.
Para casos de enfermedad mental entre sus seguidores, Figari contaba con los servicios del doctor Carlos Mendoza, un psiquiatra adoctrinado dentro de las filas del Movimiento de Vida Cristiana, que habría tratado crisis vocacionales de sodálites y fraternas con psicofármacos y que estaría firmemente convencido de que la homosexualidad es reversible mediante procedimientos psiquiátricos. El habría tratado, a partir de 1997, al pederasta serial Jeffrey Daniels, respecto a quien el Sodalicio ha reconocido oficialmente por lo menos 12 víctimas menores de edad, y habría participado del encubrimiento que se hizo de su caso, sin que sus delitos fueran denunciados ni a las autoridades civiles ni a las instancias canónicas correspondientes.
Finalmente, dos sodálites de vida consagrada se graduarían como médicos, añadiéndose a los anteriores, a saber, los doctores Renzo Paccini y César Salas. Este último habría estado encargado de los exámenes médicos de aspirantes al Sodalicio, por lo menos hasta el año 2004 aunque probablemente también después, según un testimonio: «Sobre los exámenes de ingreso, yo ingresé a San Bartolo en 2004. Los aspirantes éramos examinados por el Dr. César Salas (médico sodálite de confianza de Figari), incluyendo palpación de pene y testículos “para verificar que todo esté bien”, según nos dijo». En San Bartolo, un balneario al sur de Lima, estuvieron situadas las casas de formación donde ocurrieron los peores abusos físicos y psicológicos, asimilables a tortura y violaciones de derechos humanos.
Me atrevería a decir que los hechos aquí relatados colisionan con la buena praxis médica y con la deontología profesional, si no directamente con la ley estatal, lo cual llevaría a incurrir en responsabilidad civil y penal. Aquí denuncio públicamente que 1) estas prácticas del Sodalicio no respetan el secreto profesional; 2) los profesionales implicados no gozan de independencia profesional necesaria, pues ellos también deben obediencia a los superiores, los cuales controlan el proceso entero; 3) los tratamientos psicológicos no han abordado las causas, sino que han tendido a ocultar la enfermedad; 4) el riesgo de padecer una enfermedad física o psicológica grave entre los supervivientes de la familia sodálilte es desproporcionalmente elevado respecto al resto de la población general.
Las “víctimas colaterales” de un presunto carisma
Un atisbo en las enfermedades que se querían ocultar a los ojos de médicos independientes y que prueban el cuarto punto que acabo de exponer, lo encontramos en los resultados de una encuesta realizada por Sandra Álvarez y Camila T. Alvim, dos exfraternas, publicados el 1° de diciembre de 2024 en un blog.
En esta encuesta participaron 101 sobrevivientes y exmiembros de las tres instituciones de vida consagrada de la Familia Sodálite: Sodalicio de Vida Cristiana (SCV), Fraternidad Mariana de la Reconciliación (FMR) y Siervas del Plan de Dios (SPD). Citaré en este artículo los resultados del estudio Álvarez-Alvim. Al respecto, afirmar la causa genética de las enfermedades que van a describirse a continuación y, por tanto, la no responsabilidad en ellas del Sodalicio, es una burda simplificación, pues los factores ambientales son por lo menos tan importantes como los genéticos.
Cuadros psiquiátricos y psicológicos
Resaltan principalmente los cuadros de depresión y ansiedad en 40.
Un número menor manifestaron tener diagnósticos de bipolaridad (10), trastorno obsesivo compulsivo (4), esquizofrenia (2) y adicción (1).
Otros sobrevivientes indican que han sufrido de estrés post traumático e insomnio (27), cansancio crónico (16) y trastorno de pánico (15). En menor medida se presentan diagnósticos de agorafobia (6), trastorno límite de la personalidad o borderline (4) e hipersensibilidad o semi-autismo (1).
Enfermedades físicas
Destacan la migraña y cuadros de gastritis (43); problemas de espalda (29); fibromialgia (22); problemas de colon (19); tendinitis (18); dolor crónico (14); presión ocular por estrés (8); desórdenes alimenticios como bulimia y anorexia (5); apnea de sueño (1); asma (3); anemia (1).
Enfermedades hormonales como obesidad (13), endometriosis (7), alopecia (6), acné hormonal y prediabetes (1).
Enfermedades autoinmunes como: celiaquía (3), lupus (1), Hashimoto (2), leucopenia (1), intolerancia al gluten (1). Una ex consagrada manifestó haber desarrollado un cáncer reactivo (1); discapacidad permanente (2).
Conclusión: una secta que creció como cáncer en la Iglesia de la “primavera de los movimientos”
Como otros grupos religiosos de carácter sectario, entre las técnicas de control mental destructivo (modelo BITE) reconocidas en el ámbito de la psicología actual, uno de los elementos destacados es el control de la información, particularmente aquella información personal privilegiada como es la referente a la salud física o psicológica. Por otra parte, el control rígido de la conducta diaria hasta los pormenores permite a los superiores todo tipo de atropellos entre los súbditos, mermando en estos progresivamente su capacidad de reacción: solo así se entiende que, por ejemplo, permitan que les palpen los genitales un estudiante de medicina sin percibir en ello un abuso sexual, como es mi caso personal.
El 17 de septiembre de 2024, el excongresista peruano Alberto de Belaunde publicó un artículo muy interesante: “El Sodalicio, ¿comunidad o secta?” Destacó en él su estructura jerárquica rígida impuesta por el liderazgo autoritario de Figari; la sumisión total que exigía a sus miembros, aislados y dependientes emocional y psicológicamente del grupo y de los líderes; el control absoluto de la vida diaria de los sodálites, adoctrinados en modo intensivo desde una interpretación particular de la fe que hacía su líder; las barreras infranqueables de salida para los llamados “prisioneros psicológicos” (Steven Hassan), fundadas en la represalia social y la estigmatización dentro de la comunidad. Todo ello le llevó a concluir: «me es difícil imaginar cómo funcionaria un “reseteo” colectivo de esa naturaleza y dimensiones… teniendo en cuenta que varios de los integrantes actuales de la organización fueron formados en los años de Figari y ocuparon puestos de responsabilidad bajo su tutela».
Podemos llegar, pues, a la conclusión de que el Sodalicio, junto con todas sus excrecencias, no es un signo de salud en la Iglesia católica, sino una enfermedad maligna que debe ser extirpada para bien de todo el Cuerpo.
Algunos, como el cardenal Gianfranco Ghirlanda, después de su exitosa operación de lavado de imagen de los Legionarios de Cristo que hizo junto al cardenal Velasio De Paolis, pretenden hacernos creer que un Dios puede conceder un carisma originario a un inicialmente buen cristiano como Marcial Maciel: luego, siendo infiel a dicho presunto carisma divino, serían sus seguidores quienes lo desarrollarían. Por sus frutos los conoceréis (Lc 6, 43): señor cardenal, ¿la larga lista de supervivientes de la familia sodálite son los “preciados frutos” que puede exhibir el Sodalicio?
El razonamiento del cardenal Ghirlanda, descabellado por otra parte dado que Dios sería un Maquiavelo de tres al cuarto que para alcanzar un fin bueno necesita dejar unas cuantas víctimas por el camino, funciona menos aún en el caso de Figari: están más que acreditados sus abusos sexuales de menores incluso antes de fundar el Sodalicio. Algún día el cardenal Ghirlanda, buen amigo del Sodalicio al menos desde la década de los 90, también nos tendría que explicar el ballet jurídico que realizó para transformar lo que eran sociedades lucrativas, como los cementerios Parque del Recuerdo, en “misiones católicas” puestas por el P. Jaime Baertl, Mons. Jose Antonio Eguren y sus esbirros bajo el Concordato de 1980 y, por tanto, exentas de pagar tributos, primer paso para convertirlas finalmente es “islas tributarias” que permitieron una enorme operación de lavado de dinero en diferentes offshores, las últimas en Denver, EE.UU.
El escamoteo seguido por el actual Sodalicio en manos de José David Correa, como podemos ver en su página web, provocaría ternura de lo naif que es, si no fuera porque esconde una realidad delictiva: no pueden hacer desaparecer como por arte de magia a Figari de su origen. No pueden decir que, ex nihilo, el Sodalicio apareció de improviso en 1997, año de su aprobación como sociedad de vida apostólica de derecho pontificio. Figari está ahí y estará ahí mientras exista el Sodalicio y toda la familia de grupos manifiestamente abusivos que fundó.
La supresión del Sodalicio junto a la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, las Siervas del Plan de Dios y el Movimiento de Vida Cristiana, todos ellos grupos que se derivan directamente del falso carisma de Figari y, sobre todo, la rendición de cuentas de todos aquellos que han sido responsables del abuso sistemático de los sobrevivientes, no sólo es necesaria. Es un precedente a considerar al evaluar aquellos movimientos y realidades eclesiales que, en su momento, constituyeron la así llamada “primavera de la Iglesia” (Juan Pablo II, 1998).
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FUENTES
MDOC (Michigan Department of Corrections)
https://mdocweb.state.mi.us/otis2/otis2profile.aspx?mdocNumber=682583
Michigan Sex Offender Registry
https://mspsor.com/Home/OffenderDetails/72eacd2b-3704-4177-99b4-c49a7c4e7fc9
c a l e i d o s c ó p i c a
Notas para un centenar de sobrevivientes (1° de diciembre de 2024)
https://laverdadnoseimpone.blogspot.com/2024/12/notas-para-un-centenar-de.html
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