Jesús apela contantemente a las Escrituras I Martes de Cuaresma

I Martes de Cuaresma
I Martes de Cuaresma

Tiempo de orar con la Palabra de Dios

I Martes de Cuaresma

(Isaías 55,10-11; Salmo 33; Mateo 6,7-15) 

Texto bíblico 

Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será la palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo” (Isa 55,10-11) 

Tiempo de meditar las Escrituras 

En la tradición cristiana de la Cuaresma, es costumbre hacer ejercicios de piedad. Sobre todo los miembros de las diferentes hermandades y cofradías honran las imágenes de sus titulares con gran devoción y generosidad. El auge de la piedad popular demuestra la esencia antropológica del hombre religioso. Sin embargo, la Iglesia llama a los católicos a conocer las Sagradas Escrituras, a meditarlas y sobre todo a saber iluminar los acontecimientos de la vida con la luz de la Palabra. En muchas parroquias, congregaciones y hermandades se han formado grupos de lectio divina, con frutos muy abundantes. 

Jesús conoce y apela a las Escrituras 

Desde el momento en que Jesús se presenta en la sinagoga de Nazaret y proclama el pasaje del profeta Isaías en el que se anuncia la venida del Mesías, que Él personaliza, hasta las apariciones a los discípulos, después de resucitar, Jesús apela contantemente a las Escrituras. El Resucitado les dirá a los suyos: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí». Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras (Lc 24,44-45). 

Propuesta 

«Ve a tomar el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra». Tomé el librito de mano del ángel y lo devoré; en mi boca sabía dulce como la miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor. Y me dicen: «Es preciso que profetices de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reinos» (Apc 10,8-11). 

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