"Elegir es el mayor de los desafíos y la mayor de las desgracias" Toño Casado: "Los 'banquetes' de nuestras iglesias también se van quedando vacíos. ¿Qué pasa?"
Obispos que no tienen miedo, con todas las trabas que tiene eso de ser obispo, y lo que les debe pesar la mitra, ese ornamento tan antiestético, y dicen lo que piensan intentando mantener y avivar la fe de su comunidad y mantener la espereanza de este mundo que parece que se nos va a pique….
Siempre ha sido un deporte nacional poner a parir al obispo, o al rey, o al jefe o al gobierno de turno (y no digo yo que muchas veces no sea con razón…)
Elegir es el mayor de los desafíos y la mayor de las desgracias. A veces nuestro camino se bifurca y no sabemos por dónde tirar llenos de terror ante lo venidero. Erich From, que era un señor muy pensador, escribía un libro llamado “el miedo a la libertad”. Muchas veces preferimos que sea otro el que tome las decisiones por nosotros, sobre todo si son difíciles y así endiñarle al político, al rey, al jefe, al superior a al padre, la responsabilidad sobre nuestros actos. Siempre ha sido un deporte nacional poner a parir al obispo, o al rey, o al jefe o al gobierno de turno (y no digo yo que muchas veces no sea con razón…).
Se da la paradoja de que a menudo los humanos elegimos lo malo. Quizá porque es más fácil, más atrayente, más cómodo, requiere menos esfuerzo o es más inmediato. Siempre me llamó la atención esa historia que contaba Jesús sobre el Rey que invita a la boda de su hijo a todo bicho viviente y la gente no quería ir. Preferían sus asuntos más o menos triviales que ir a ponerse ciegos de bogavantes y vino del bueno, que seguro que en la boda de un rey no dan comida precalentada... Y sin embargo no querían.
Los “banquetes” de nuestras iglesias también se van quedando vacíos. ¿Qué pasa? Un amigo me decía en broma que si diéramos pan con lomo en vez de el panecito blanco ese que no sabe a nada, que otro gallo nos cantaría… Bromas a parte pienso muy a menudo en “el “Banquete eucarístico”, un eufemismo muy suave para algo que parece más bien un entierro en el que a ver quién es el último que queda para apagar la luz. No sé si sabemos invitar y cómo, si nos pasamos de progres o de carcas, si nos lanzamos a los caminos del mundo actual y vamos a por los cojos, los ciegos, los mancos, los chicos del insti, las señoras de la bolsa de la compra, los runners, los youtubers, los gays, los pobres del banco y les invitamos a venir…
Igual estamos muy bien los que estamos en el banquete, tocamos a más sitio y nadie nos discute nada. Igual no sabemos preparar la comida como Dios se merece y todo sabe a rancio y con olor a naftalina, como cuando te comes un cacahuete olvidado entre los cojines del sofá. Hay que mejorar la presentación del menú, señores, que la comida entra por los ojos.
Es difícil arriesgarse. Es mejor quedarse uno quieto repitiendo lo de siempre y echar la culpa al mundo, a los otros sobre porque ya no vienen al banquete. Pero es verdad que muchas veces somos nosotros mismos los que espantamos a los invitados con ceremonias rígidas que apenas tocan el corazón, no digamos de las homilías... Y también está la competencia: banquetes de bufet libre en el que pegarse atracones de sensaciones que muchas veces te producen diarrea, tristeza y un agujero en la tarjeta bancaria…
Hasta hay un Papa, un tal Francisco que sigue adelante, con la claridad de su pensamiento profético por muchas piedras que le lluevan de dentro y de fuera. Basta leer la última Encíclica.
Y que conste que siempre en mis textos digo “ a veces”, “algunos”…. Las generalizaciones son la injusticia en la verdad. Hay movimientos y curas y parroquias que intentar avivar el fuego de su propio hogar. Curas de pueblo que van como los titiriteros todo el día con el coche, intentando llegar a gentes de pueblos cada vez más remotos y despoblados. Catequistas que sostienen la fe de los chavales o reciben a los nuevos cristianos. Movimientos que se lanzan a nuevos y originales caminos, con mucha ilusión, errores y aciertos. Obispos que no tienen miedo, con todas las trabas que tiene eso de ser obispo, y lo que les debe pesar la mitra, ese ornamento tan antiestético, y dicen lo que piensan intentando mantener y avivar la fe de su comunidad y mantener la espereanza de este mundo que parece que se nos va a pique…. Hasta hay un Papa, un tal Francisco que sigue adelante, con la claridad de su pensamiento profético por muchas piedras que le lluevan de dentro y de fuera. Basta leer la última Encíclica.
Y ya llega la Virgen del Pilar, tan hispánica ella, para recordarnos que en tiempos de desesperanza siempre hay una columna donde sujetarnos. Es difícil elegir pero más duro es hundirse porque nadie te apoya.
Elige agarrarte a quien te sujete en la vida. Dios no te va a soltar. Y la Virgen del Pilar tampoco, que es de Zaragoza y ya sabes cómo se la gastan los mañicos. Elige sostener a la gente. Elige hacer viva tu iglesia, tu grupo, tu familia. Y ellos elegirán inevitablemente el calor de vuestro fuego y el jamón ibérico de vuestro amor. Porque al final la gente no es tonta y le tira lo bueno.
AVISILLOS.
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