Toño Casado: "FE Y PAZ, la fuerza de las palabras chiquitas".
En “la mesa de la paz” te puedes comer un buen Pan de pueblo con Vino de ribera del Duero si es posible, y aunque no sea litúrgico ni vegano, un plato de jamón de Guijuelo.
| Toño Casado
Las palabras pequeñitas son las más fuertes. Fíjate en “SÍ” o “NO”, que dependiendo del momento suenan como un portazo o una catarata de esperanza. Hay palabras largas como “esternocleidomastoideo” que son muy débiles, no tienen casi papel en el teatro de la vida, se quedan para algún fisio que las pronuncia dramáticamente en la escena.
Y hoy hay dos palabras muy pequeñas que tienen muchísimo valor en nuestras vidas: “PAZ” y “FE”.
“PAZ”, que suena como a mosquito espachurrado si lo escribes con ¡!, es precisamente lo contrario. Según el diccionario “es un estado en el que no hay guerras ni luchas”, “Tranquilidad, sosiego, quietud, calma, concordia, armonía”. Estar en paz es sentir el espíritu como un mar en calma pintado por atardeceres. La paz nos reconcilia con nuestro pasado, nos libera del fardo pesado de las culpas, nos ayuda a situar los desgarrones y alegrías de la vida. La paz nos hace situarnos ante lo que vendrá con la cabeza alta, valor en los ojos, sabiéndonos inmortales dentro de nuestra debilidad. Ese es el saludo de Jesús resucitado en estos tiempos de flores y Pascua: “Paz a vosotros”. No tengáis miedo criaturas, dejad de discutir o de llorar. Se acabaron las noches de insomnio ante los problemas. Se acabó revolver la mierda una y otra vez como esos bichos que se ahogan en el lodo de los pantanos.¡ Que no, que Él nos trae la paz! La capacidad de alcanzar la armonía de nuestros opuestos en nuestro interior. La paz de saber aceptarse como un cacharro hermoso y feo, único y roto, precioso y débil. La paz de querer a nuestra familia, la que tenemos, la que nos tocó, como son, no como nos gustaría que fuesen o actuasen. La paz tan necesaria entre los que piensan distinto. Los políticos son especialistas en avivar las llamas de las discordias y afilar los cuchillos del enfrentamiento. Y nosotros como peones descerebrados nos prestamos al juego de un río revuelto en el que tan solo ellos son los pecadores con ganancias.
Jesús de nuevo vivo y hermoso por siempre, fuerte y poderoso ante el mal y la muerte para siempre, nos quiere con paz. Porque en “el sofá de la paz” bien arropados con mantas y palomitas y buena compañía se disfruta de la película de la vida. Y en la “bici de la paz” recorres el camino de la vida pedaleando con los pulmones llenos de aire y los ojos llenos de paisajes maravillosos. En “la mesa de la paz” te puedes comer un buen Pan de pueblo con Vino de ribera del Duero si es posible, y aunque no sea litúrgico ni vegano, un plato de jamón de Guijuelo. Y amigos con los que estar felizmente en paz. Ya sea discutiendo de fútbol o jugando en los claros del Retiro llenos de margaritas. Vivimos en una sociedad llena de miedos, enfrenamientos, crispación y caras avinagradas. Ojalá que los seguidores de Jesús construyan una Iglesia en la que ya se respire esa Paz que Jesús nos desea de todo corazón.
La otra palabrita chiquita de hoy es “FE”. Esperar, creer, ver, sin evidencias científicas ni matemáticas que el que está del otro lado es real y va a seguir estando y va a ser bueno para ti. Todos, incluidos los ateos ateísimos, vivimos con fe en los demás. Nos fiamos unos de otros. Del conductor del bus, del cocinero del restaurante, del profe de nuestros hijos. Nos fiamos de que nuestra pareja nos es fiel y no hace falta que la monitoricemos, porque entonces la relación se iría al garete por los celos y las sospechas. Tener fe es algo muy humano.
Creer en Dios es aceptar que el Amor existe y es real, pesa a todas las evidencias de guerras, desastres y frustraciones de la historia humana. Y ese Amor no es una nebulosa sin forma, sino Alguien, que nos quiere y nos sostiene, un Padre-Madre que crea y cuida millones de universos con una ternura especial. Eso nos lo contó Jesús, un chico de Galilea con acento de pueblo, que se dedicó en cuerpo y alma a traer un mensaje auténticamente revolucionario: Dios es nuestro Padre y todos somos hermanos, incluidos los que trabajan en hacienda. Debemos cuidarnos y apreciarnos, no juzgarnos, ser como niños, etc etc etc. Claro, con esas ideas no llegó muy lejos; nada más que a una cruz terrible y el abandono generalizado de sus seguidores… Sin embargo estos días estamos recordando como ellos, sin programarlo ni esperarlo, se van encontrando con que Jesús está vivo y les trae la Paz. Ese es el centro de nuestra FE. JESUS HA RESUCITADO Y ESTA VIVO Y NO DEBEMOS TENER MIEDO. Todo tiene arreglo, de verdad. Hasta lo de tu cuñado pesado. “FE” y “”PAZ” son palabras que siempre deben ir juntas, como el aceite y el vinagre en las vinajeras. La Fe es madre de la Paz.
Ahí te dejo ya pensando en todo esto. Te dejo espero, EN PAZ.
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¡¡Feliz Pascua y feliz Lunes de Aguas!!!