El film narra la investigación que destapó centenares de casos de abusos en la Iglesia de BostonL "Spotlight", Óscar a la Mejor Película
(J. B.).- "Spotlight", la película que narra la investigación que destapó el escándalo de abusos sexuales en la diócesis de Boston, así como la actitud de encubrimiento de sus máximos responsables, se alzó esta madrugada con los Óscar a la Mejor Película y Mejor Guión Original.
En una noche de premios muy repartidos, el premio gordo se lo llevó esta película sobria pero impactante, que muestra el momento en que -ojalá para siempre- la Iglesia católica comenzó a cambiar para siempre en su actitud frente a los abusos a menores. Al recoger el premio, los productores del filme confiaron en que el Oscar a mejor película "amplifique la voz de los supervivientes y se convierta en un coro que resuene en todo el camino hacia el Vaticano".
"Papa Francisco, es hora de proteger a los niños y restaurar la fe", ha clamado Michael Sugar, mientras que Blye Pagon Faust ha reivindicado la "necesidad del periodismo de investigación". "La película no estaría en estos premios si no hubiera sido por los heroicos esfuerzos de los periodistas de investigación" en los que está basada la película, subrayaron. Da la casualidad que Mike Rezendes, uno de los periodistas que trabajaron en el caso y al que da vida Mark Ruffallo en la ficción, estaba presente en la gala.
Spotlight es un hermoso y necesario homenaje a la profesión periodística. Al buen periodismo de investigación, el que busca los hechos y los cuenta desde el punto de vista de los mismos, siempre teniendo en cuenta a los que sufren, los humillados, los que no tienen voz. La noble tarea de colocarse al otro lado del poder establecido -en este caso religioso, pero también político, económico o judicial- para tratar de poner el foco en la verdad. Cueste lo que cueste, pese a las presiones, que como narra fehacientemente el filme, existen, y con una fuerza que el ciudadano común no lograría advertir.
No es ésta una película de mafiosos, ni de violencia gratuita, ni de acción inusitada. Es un relato fidedigno, y necesario, de delitos, pecados y corrupciones, una historia de impunidad y de cómo la tremenda honestidad de las víctimas, y el trabajo bien hecho de unos periodistas, consiguió destaparlos. El periodismo contra la barbarie, también la de los depredadores de menores en la Iglesia.
Catorce años después, la publicación del escándalo de abusos sexuales a menores en la diócesis de Boston continúa siendo un ejemplo de la actuación de parte de la jerarquía ante esta lacra, y un desafío a la política de "tolerancia cero" auspiciada por Benedicto XVI y que Francisco parece determinado a llevar a término, con todas las consecuencias. Se han dado algunos pasos, pocos, pero impensables hace apenas algunos años. Sin embargo, queda mucho por hacer. Los ejemplos de escándalos continúan en boca de todos, y las actitudes de algunos responsables eclesiásticos resultan -ahora como entonces- simplemente deplorables.
Afortunadamente, también existen ciudadanos -periodistas, abogados, investigadores, policías, jueces, religiosos...- que, en mayor o menor medida, tratan de buscar la verdad. Porque, como repite una y otra vez Francisco a la hora de hablar de la pederastia en la Iglesia, "la verdad es la verdad, y no puede ocultarse". Caiga quien caiga.
Hace apenas una semana, en el vuelo de regreso de México, Bergoglio fue rotundo ante los abusos: "La pederastia es una monstruosidad porque un sacerdote está consagrado para llevar a un niño a Dios y ahí se lo come en un sacrificio diabólico. Lo destruye", incidió el Papa, quien señaló que "un obispo que cambia a un sacerdote de parroquia cuando se detecta una pederastia es un inconsciente, y lo mejor que puede hacer es presentar la renuncia. ¿Clarito?"
Poniendo un "foco de luz" para alcanzar la verdad, la aplicación de la justicia, y un respeto exquisito hacia los menores víctimas de unos abusos intolerables.