“Habemus” Presidente de los Estados Unidos
Una vez elegido el nuevo Presidente de los Estados Unidos, ahora, es el momento de los análisis. El porqué de esta elección, sin duda inesperada y sorprendente, poco a poco se va desvelando. De acuerdo con muchos observadores, el electorado que ha votado por Trump es fundamentalmente masculino, blanco, poco diplomado y que habita en un medio rural y en torno a los 45 años. Por el contrario, el retrato robot del votante a Clinton nos dibuja a una mujer, no blanca, de raza negra, latina o asiática, diplomada, no cristiana y urbana. Del 70% del cuerpo electoral blanco, en torno al 58% ha votado al candidato republicano y el 37% a Clinton. Este primer e inédito duelo entre un hombre y una mujer para llegar a la Presidencia de los Estados Unidos ha tenido como resultado que: 53 % de los hombres han elegido a Trump y el 41% a la candidata demócrata. En cuanto a las mujeres, la proporción es casi la inversa: el 54% han elegido a la ex-Secretaria de Estado y el 42% al magnate del ladrillo, salvo las mujeres blancas que mayoritariamente han votado a Trump. Un dato sorprendente es que, a pesar de las amenazas de expulsar a los inmigrantes ilegales, mayoritariamente de origen hispánico, y la propuesta de construir un muro en la frontera mexicana, Trump ha obtenido una gran cantidad de votos de la comunidad latina.
En cuanto a las creencias coinciden muchos analistas en algunos datos muy interesantes. De los creyentes de las distintas iglesias evangélicas, la más importante afiliación en el país, pues representan el 25% del electorado americano, ha obtenido el 81% de los votos. A pesar de que muchos responsables religiosos habían manifestado sus reservas sobre el candidato Trump, porque no era para ellos lo suficientemente “cristiano”. Los católicos han votado: el 52% por el candidato republicano, y el 45% por Clinton. Este voto católico ha sido determinante en algunos Estados como Florida, Ohio y Pensylvannia, en donde al menos el 20% de la población es católica.
Estos datos nos revelan una cierta rebelión de la América profunda y rural, masculina, blanca, poco formada y creyente que ha llevado a Trump a la Casa Blanca. Algo parecido al resultado del Brexit en Gran Bretaña.
No cabe duda que, aunque muchos líderes religiosos han puesto de relieve en sus prédicas antes de las elecciones, el carácter anti-evangélico de muchas de las propuestas del candidato Trump, sin embargo muchos fieles han hecho oídos sordos a sus pastores. Las tensiones al interior de la Iglesias Evangélicas y Católica entre conservadores y progresistas están servidas, al pairo de este mandato presidencial. Y, no sería de extrañar que, en cuanto comienze el mandato efectivo del Presidente Trump, el choque entre Washington y Roma sea inevitable.
Los temas en litigio serían fundamentalmente, las propuestas anti-inmigración y las políticas medioambientales. Dos promesas emblemáticas, en cuanto al primer tema, la retención en centros de 11 millones de inmigrantes clandestinos antes de ser expulsados y la construcción de un muro de más de 1600 kilómetros a lo largo de la frontera mexicana. Ambas son políticamente y administrativamente inviables, pero a pesar de todo persiste la amenaza. ¿Cómo lo hará..? Lo claro es que vienen malos tiempos para la inmigración, a pesar de que Estados Unidos es esencialmente un país de inmigrantes. El abuelo de Trump, nació en Kallstadt, en Alemania. Pero hay inmigrantes e inmigrantes…
Respecto al problema climático, según Trump, el “calentamiento global” es más o menos una tonteria. Ha anunciado la anulación de la ratificación por parte de los Estados Unidos del acuerdo de París sobre el clima. Y además, sus políticas van a ser las contrarias a las propuestas de Paris, incluída la supresión de las ayudas financieras a estas políticas específicas. En cristiano, después de la “Laudato si” del Papa Francisco, esto es inaceptable. El no-cuidado de la casa común, del planeta conllevará, entre otros problemas el aumento de la pobreza, de la desigualdad y la legión de inmigrantes de los países empobrecidos aumentará notablemente, a pesar de los muros.
Los guiños a los sectores más conservadores de las iglesias evangélicas y católica al respecto del aborto y del matrimonio homosexual son insuficientes para convencer de la calidad evangélica de sus propuestas. Estos temas conflictivos de la teología moral, sin duda, han seducido a muchos creyentes, pero les ha hecho olvidar las propuestas inhumanas y destructivas del presidente electo. Sin duda, a la Nunciatura Norteamericana y a la Conferencia Episcopal les esperan tiempos de mucha lucidez y trabajo. No será fácil oponerse a muchas decisiones presidenciales, pero será necesaria una palabra de claridad para que los creyentes sepan a qué atenerse.
En cuanto a las creencias coinciden muchos analistas en algunos datos muy interesantes. De los creyentes de las distintas iglesias evangélicas, la más importante afiliación en el país, pues representan el 25% del electorado americano, ha obtenido el 81% de los votos. A pesar de que muchos responsables religiosos habían manifestado sus reservas sobre el candidato Trump, porque no era para ellos lo suficientemente “cristiano”. Los católicos han votado: el 52% por el candidato republicano, y el 45% por Clinton. Este voto católico ha sido determinante en algunos Estados como Florida, Ohio y Pensylvannia, en donde al menos el 20% de la población es católica.
Estos datos nos revelan una cierta rebelión de la América profunda y rural, masculina, blanca, poco formada y creyente que ha llevado a Trump a la Casa Blanca. Algo parecido al resultado del Brexit en Gran Bretaña.
No cabe duda que, aunque muchos líderes religiosos han puesto de relieve en sus prédicas antes de las elecciones, el carácter anti-evangélico de muchas de las propuestas del candidato Trump, sin embargo muchos fieles han hecho oídos sordos a sus pastores. Las tensiones al interior de la Iglesias Evangélicas y Católica entre conservadores y progresistas están servidas, al pairo de este mandato presidencial. Y, no sería de extrañar que, en cuanto comienze el mandato efectivo del Presidente Trump, el choque entre Washington y Roma sea inevitable.
Los temas en litigio serían fundamentalmente, las propuestas anti-inmigración y las políticas medioambientales. Dos promesas emblemáticas, en cuanto al primer tema, la retención en centros de 11 millones de inmigrantes clandestinos antes de ser expulsados y la construcción de un muro de más de 1600 kilómetros a lo largo de la frontera mexicana. Ambas son políticamente y administrativamente inviables, pero a pesar de todo persiste la amenaza. ¿Cómo lo hará..? Lo claro es que vienen malos tiempos para la inmigración, a pesar de que Estados Unidos es esencialmente un país de inmigrantes. El abuelo de Trump, nació en Kallstadt, en Alemania. Pero hay inmigrantes e inmigrantes…
Respecto al problema climático, según Trump, el “calentamiento global” es más o menos una tonteria. Ha anunciado la anulación de la ratificación por parte de los Estados Unidos del acuerdo de París sobre el clima. Y además, sus políticas van a ser las contrarias a las propuestas de Paris, incluída la supresión de las ayudas financieras a estas políticas específicas. En cristiano, después de la “Laudato si” del Papa Francisco, esto es inaceptable. El no-cuidado de la casa común, del planeta conllevará, entre otros problemas el aumento de la pobreza, de la desigualdad y la legión de inmigrantes de los países empobrecidos aumentará notablemente, a pesar de los muros.
Los guiños a los sectores más conservadores de las iglesias evangélicas y católica al respecto del aborto y del matrimonio homosexual son insuficientes para convencer de la calidad evangélica de sus propuestas. Estos temas conflictivos de la teología moral, sin duda, han seducido a muchos creyentes, pero les ha hecho olvidar las propuestas inhumanas y destructivas del presidente electo. Sin duda, a la Nunciatura Norteamericana y a la Conferencia Episcopal les esperan tiempos de mucha lucidez y trabajo. No será fácil oponerse a muchas decisiones presidenciales, pero será necesaria una palabra de claridad para que los creyentes sepan a qué atenerse.