El Papa Francisco: ¿Curialmente inaceptable?
Una carta anónima de un ex-curial, publicada hace unos días en este portal y muy bien respondida irónicamente por un laico irlandés, Eamon Sweeney, refleja perfectamente el estado de ánimo de, al menos, un grupo de miembros de la Curia vaticana ante las actuaciones y mensajes del Papa Francisco. Sería muy inocente pensar que se trata de una iniciativa solitaria, y aunque fuera así, sin duda, su carta es fruto de conversaciones con muchas personas. Es lamentable esta especie de oposición tan cercana, no debida al legítimo pluralismo eclesial, sino a otros intereses, que se reflejan claramente en esa misiva.
La carta se puede resumir en dos ideas: el Papa ha roto moldes y “ha pisado callos”, como se dice vulgarmente. Cuando alguien, en cualquier institución, intenta cambiar las cosas se encuentra con enormes resistencias. Los cancerberos del sistema habitualmente se rebelan contra los cambios, porque se creen los celadores y propietarios de las “esencias” de las instituciones. El argumento es siempre el mismo: las cosas siempre se han hecho así, han funcionado más o menos bien, y no hay razón para cambiarlas. De ahí que si a alguien -aunque sea el mismo Papa- se le ocurre cuestionar este planteamiento, se sienten personalmente afectados y la rebelión se canaliza fundamentalmente de manera subterránea con críticas, contubernios y conjuras. El Papa Francisco les ha dicho a los religiosos en la Clausura del Año de la Vida Consagrada: “Quien chismorrea es un terrorista dentro de la propia comunidad (¡Curia!), porque lanza una palabra en la comunidad como si lanzase una bomba. Quien hace esto destruye como una bomba”. Todo esto salpicado en esos ambientes cerrados por tensiones y desconfianzas. Al final, todos sienten que tienen que situarse -antes que les etiqueten-, saber de que lado se está, quien está… Y se instala la lógica de la división, la hipocresía y el cainismo. ¡Qué lástima!
Sin embargo, lo más grave son las acusaciones continuas y veladas para descalificar al Papa Francisco. A fuerza de repetirla quieren que cale en la opinión pública la siguiente afirmación: la debilidad de su pensamiento teológico. Esto es absolutamente falso tanto en lo que respecta al Papa, como a sus colaboradores. Una cosa son “sesudas” y legítimas disertaciones teológicas, incomprensibles para la mayoría de la gente y otra, buenas reflexiones comprensibles para el Pueblo de Dios, ancladas en la teología y en la espiritualidad. Ambas no se contraponen. Se necesitan y se complementan. Pero lo que les duele es que la gente le entienda cuando habla y su mensaje vaya calando en el pueblo de Dios, que le siente como Pastor. Su popularidad no es fruto de un populismo barato, sino de sus gestos y su mensaje que poco a poco va penetrando en muchas capas de la sociedad creyente y no creyente. Les molesta también que los medios de comunicación no afines, le traten bien y que muchos no creyentes tengan una buena imagen del Papa. Y deslizan, siempre de manera velada, que está adulterando el mensaje o vendiendo una vida cristiana “ligth”. Por el contrario, el pueblo percibe la coherencia y cercanía del evangelio en sus palabras y hechos, por eso les causa simpatía. La radicalidad es la misma o más. Así de claro.
Muchos de estos señores curiales confunden lo definitivo y lo coyuntural en cualquier tema. ¡Cuánto sufrimiento en la Familia Franciscana, en discusiones vanas, sobre lo esencial que eran las sandalias para el carisma! Respecto a la Eucaristía, pasarán siglos y no cambiará nunca lo nuclear, aunque puedan cambiar las formas de celebrarla. La misma eucaristía era antes y después del Concilio, que ahora. Y en el siglo XXIII…¡ellos verán! No podemos olvidar que el Papa tiene el carisma del discernimiento y la responsabilidad de leer los signos de los tiempos. Mantener lo definitivo, pero adaptar lo coyuntural. Pero sin confundirlos… El necesario proceso de renovación no es vender barato el producto, sino limpiarlo de las adherencias que, con el paso del tiempo, lo empañan. ¿Acaso no creen en el Espíritu Santo? ¿O se creen que tienen ellos el patrimonio?
Cada escritor sagrado de la Biblia ha sido elegido, de acuerdo con su personalidad, para escribir, inspirado por el Espíritu Santo. Un Papa ha sido señalado por el Espíritu Santo para, desde su personalidad, no otra, desempeñar su tarea. Él es quien es y como es, y justamente por eso le ha elegido el Espíritu Santo, para seguir siendo así. Cuando hablan de “tradiciones” con minúscula están queriendo obligar al Papa a renunciar a su propia personalidad y sensibilidad, a dejar de ser “él mismo” en aspectos irrenunciables. Y de paso, quieren que Iglesia continúe con formas caducas. Las opciones del Papa Francisco no desmienten, ni desdicen nada esencial del pasado, ni ponen en evidencia a los anteriores Papas, sino todo lo contrario, se deja llevar por el “Veni Creator…”.¿No lo rezamos así?
Y, de vez en cuando, el Espíritu Santo da soplo y elige a un hombre adecuado para su tiempo. Y si a alguien le duele y no está a gusto, ya lo sabe. También estoy convencido que en la Curia hay gente muy buena y muy fiel al Papa, que pasa olímpicamente de estas “cuitas” de comadrejas. Pero los otros hacen más ruido subterráneo…
José Luis Ferrando Lada
La carta se puede resumir en dos ideas: el Papa ha roto moldes y “ha pisado callos”, como se dice vulgarmente. Cuando alguien, en cualquier institución, intenta cambiar las cosas se encuentra con enormes resistencias. Los cancerberos del sistema habitualmente se rebelan contra los cambios, porque se creen los celadores y propietarios de las “esencias” de las instituciones. El argumento es siempre el mismo: las cosas siempre se han hecho así, han funcionado más o menos bien, y no hay razón para cambiarlas. De ahí que si a alguien -aunque sea el mismo Papa- se le ocurre cuestionar este planteamiento, se sienten personalmente afectados y la rebelión se canaliza fundamentalmente de manera subterránea con críticas, contubernios y conjuras. El Papa Francisco les ha dicho a los religiosos en la Clausura del Año de la Vida Consagrada: “Quien chismorrea es un terrorista dentro de la propia comunidad (¡Curia!), porque lanza una palabra en la comunidad como si lanzase una bomba. Quien hace esto destruye como una bomba”. Todo esto salpicado en esos ambientes cerrados por tensiones y desconfianzas. Al final, todos sienten que tienen que situarse -antes que les etiqueten-, saber de que lado se está, quien está… Y se instala la lógica de la división, la hipocresía y el cainismo. ¡Qué lástima!
Sin embargo, lo más grave son las acusaciones continuas y veladas para descalificar al Papa Francisco. A fuerza de repetirla quieren que cale en la opinión pública la siguiente afirmación: la debilidad de su pensamiento teológico. Esto es absolutamente falso tanto en lo que respecta al Papa, como a sus colaboradores. Una cosa son “sesudas” y legítimas disertaciones teológicas, incomprensibles para la mayoría de la gente y otra, buenas reflexiones comprensibles para el Pueblo de Dios, ancladas en la teología y en la espiritualidad. Ambas no se contraponen. Se necesitan y se complementan. Pero lo que les duele es que la gente le entienda cuando habla y su mensaje vaya calando en el pueblo de Dios, que le siente como Pastor. Su popularidad no es fruto de un populismo barato, sino de sus gestos y su mensaje que poco a poco va penetrando en muchas capas de la sociedad creyente y no creyente. Les molesta también que los medios de comunicación no afines, le traten bien y que muchos no creyentes tengan una buena imagen del Papa. Y deslizan, siempre de manera velada, que está adulterando el mensaje o vendiendo una vida cristiana “ligth”. Por el contrario, el pueblo percibe la coherencia y cercanía del evangelio en sus palabras y hechos, por eso les causa simpatía. La radicalidad es la misma o más. Así de claro.
Muchos de estos señores curiales confunden lo definitivo y lo coyuntural en cualquier tema. ¡Cuánto sufrimiento en la Familia Franciscana, en discusiones vanas, sobre lo esencial que eran las sandalias para el carisma! Respecto a la Eucaristía, pasarán siglos y no cambiará nunca lo nuclear, aunque puedan cambiar las formas de celebrarla. La misma eucaristía era antes y después del Concilio, que ahora. Y en el siglo XXIII…¡ellos verán! No podemos olvidar que el Papa tiene el carisma del discernimiento y la responsabilidad de leer los signos de los tiempos. Mantener lo definitivo, pero adaptar lo coyuntural. Pero sin confundirlos… El necesario proceso de renovación no es vender barato el producto, sino limpiarlo de las adherencias que, con el paso del tiempo, lo empañan. ¿Acaso no creen en el Espíritu Santo? ¿O se creen que tienen ellos el patrimonio?
Cada escritor sagrado de la Biblia ha sido elegido, de acuerdo con su personalidad, para escribir, inspirado por el Espíritu Santo. Un Papa ha sido señalado por el Espíritu Santo para, desde su personalidad, no otra, desempeñar su tarea. Él es quien es y como es, y justamente por eso le ha elegido el Espíritu Santo, para seguir siendo así. Cuando hablan de “tradiciones” con minúscula están queriendo obligar al Papa a renunciar a su propia personalidad y sensibilidad, a dejar de ser “él mismo” en aspectos irrenunciables. Y de paso, quieren que Iglesia continúe con formas caducas. Las opciones del Papa Francisco no desmienten, ni desdicen nada esencial del pasado, ni ponen en evidencia a los anteriores Papas, sino todo lo contrario, se deja llevar por el “Veni Creator…”.¿No lo rezamos así?
Y, de vez en cuando, el Espíritu Santo da soplo y elige a un hombre adecuado para su tiempo. Y si a alguien le duele y no está a gusto, ya lo sabe. También estoy convencido que en la Curia hay gente muy buena y muy fiel al Papa, que pasa olímpicamente de estas “cuitas” de comadrejas. Pero los otros hacen más ruido subterráneo…
José Luis Ferrando Lada