En la parroquia de San Juan Bosco de Valencia, situada en el popular barrio de Tendetes, San Oscar Romero ocupará desde este domingo un lugar de privilegio. La imagen de este reciente santo, realizada por la pintora Mary Carmen Martinez y donada por Juan Agustín Blasco será bendecida por su párroco Amado Francisco Pau.

Este barrio, semidestruido durante la riada del Turia acaecida en 1957, fue transformado, a partir de 1960, en una zona de viviendas populares, actualmente ocupadas por muchos vecinos de países del cono sur. Con el ulterior desarrollo, edificios residenciales y un importante centro comercial forman parte del antiguo barrio de Tendetes-Campanar.

Nos cuenta el párroco que, de acuerdo con los archivos: “la parroquia se creó en 1948 y en 1960 se comenzaron las obras de la iglesia, encargándose de la dirección el arquitecto Alfonso de Villamarín. Se  inauguró el 23 de febrero de 1965”. El motivo de la dedicatoria a san Juan Bosco se debe al entonces Arzobispo de Valencia Don Marcelino Olaechea y Loizaga, salesiano de  la Orden y de corazón.  “Por eso, continua Amado Pau, en la fachada principal, en la esquina del campanario, está la figura de San Juan Bosco, titular del templo. Esta escultura es obra del escultor también valenciano Antonio Martínez Penella, catedrático de la Escuela de Bellas Artes de Madrid hoy, Facultad”.

El párroco, Amado Francisco Pau, nos cuenta que desde siempre ha tenido una gran simpatía y cercanía por este obispo, que fue asesinado cuando estaba celebrando la eucaristía. Por eso presentó recientemente la propuesta al consejo parroquial, y fue muy bien acogida por todos sus miembros”. De ahí que, esta modesta parroquia de la ciudad del Turia se convertirá en el primer lugar de culto al santo en la Archidiócesis de Valencia, según nos refiere el párroco. La colonia latina de la zona acogerá, sin duda muy positivamente la presencia de esta imagen en la Iglesia de san Juan Bosco. 

Estas palabras de San Oscar Romero, resonarán de una manera particular en esta Iglesia de Valencia: “El martirio es una gracia de Dios que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea la semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad.“ O estas otras: “Puede usted decir, si llegasen a matarme, que perdono y bendigo a quienes lo hagan. Ojalá si se convencieran que perderán su tiempo. Un Obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás“. Desde el 7 de abril, el legado de san Oscar Romero estará muy presente en esta Iglesia, y su voz, alentando a los más pobres, se oirá de nuevo.