Tres meses después de la riada, el grito de los afectados sigue atronando en Valencia “Del barro también nacen las flores”: Testimonios de la Dana

El prefecto Czerny, con el arzobispo Benavent, en Alfafar
El prefecto Czerny, con el arzobispo Benavent, en Alfafar DMC Arzobispado de Valencia

A pocas horas de cumplirse los tres meses de la Dana quiero presentar algunos testimonios, recogidos por la revista “El Llidoner” de la parroquia Nuestra Señora del Don de Alfafar, que pueden expresar lo vivido por muchas personas en todos los pueblos afectados. La voz de algunos, sin duda puede ser la voz de todos.

Como cristianos no podemos permitirnos caer en la tristeza o la desesperación, aún en el dolor ni por la pérdida de algún ser querido, ni por las casas, coches o desempleo. Yo aún con el duelo por mis padres. Y, por eso, la palabra que más he repetido estas últimas semanas es esperanza.

El agua seguía subiendo. Casi llegaba a la primera planta. Estábamos ya agotados y, ciertamente, ya no se podía hacer nada más. Estaba todo en manos de Dios. Fue entonces cuando decidimos rezar un Rosario en familia, pidiéndole a nuestra Madre que cesara de subir el agua. Al terminar, comprobamos que el agua se había detenido.

“Del barro también nacen las flores”. Bonita frase… la dijo una alumna del colegio llamada Esperanza (nombre muy apropiado para este tiempo, por cierto). Habíamos vuelto al colegio tras el desastre de la DANA y cada alumno expresaba sus sentimientos después de todo lo sucedido. Esta alumna tuvo la capacidad (y la sensibilidad) de “darle la vuelta” a la situación.

A pocas horas de cumplirse los tres meses de la Dana quiero presentar algunos testimonios, recogidos por la revista “El Llidoner” de la parroquia Nuestra Señora del Don de Alfafar, que pueden expresar lo vivido por muchas personas en todos los pueblos afectados. La voz de algunos, sin duda puede ser la voz de todos. Detrás de cada testimonio podemos adivinar, sin duda la angustia y el sufrimiento de esa noche, pero también la vivencia de una fe pro-activa y una esperanza inquebrantable.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

Javier el párroco nos cuenta: “Es imposible describir lo vivido aquella noche del 29 de octubre de 2024: gritos, golpes de los coches, el ruido del agua corriendo… se hizo muy larga. Y sin luz, sin agua potable, sin cobertura telefónica todo era más dramático…Creo que pocos pudimos dormir aquella noche. No hay palabras para describir lo que sentimos, sufrimos y contemplamos en aquellas primeras horas y primeros días. Adjetivos como dantesco o apocalíptico no expresan lo que sentimos al descubrir la fuerza destructiva del agua…” Y continúa Javier, ”Aquel primer día fue desesperante. Cuando abrí la parroquia y me puse a limpiar, varias personas se acercaron y también cogieron los recogedores para sacar el barro. Así hicimos también con el salón en el que estamos desarrollando la actividad parroquial, destrozado por el agua. Y, cuando a mitad mañana recorrí algunas calles del pueblo, la desolación se apoderó de mí, de todos. Si por la noche habíamos sentido miedo e impotencia, al día siguiente era silencio. Lo visto por redes o televisión no expresan la sequedad del corazón al ver tantos coches amontonados en las calles, puertas y persianas reventadas, casas completas destruidas y las caras desencajadas de todos, de todos. Y sin contar con las víctimas de perecieron. Pero no había tiempo para llorar, para lamentarnos. Es un shock que aún estamos digiriendo”. Y, finalmente una reflexión esperanzada de Javier:“Como cristianos no podemos permitirnos caer en la tristeza o la desesperación, aún en el dolor ni por la pérdida de algún ser querido, ni por las casas, coches o desempleo. Yo aún con el duelo por mis padres. Y, por eso, la palabra que más he repetido estas últimas semanas es esperanza. Poder cogernos a la mano de Dios que nos acompaña, que nos reconforta y nos da ánimo, nos consuela y nos concede una mirada sobrenatural a todo esto”.

Los familiares de las víctimas de la DANA, en  la catedral de Valencia
Los familiares de las víctimas de la DANA, en la catedral de Valencia

En la misma línea, después de haber visitado muchas de las poblaciones afectadas, El Arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, en su homilía en la Catedral el día del funeral por los fallecidos, decía: “En esta Eucaristía le pedimos al Señor que las dificultades no nos lleven a caer en la insolidaridad, que las diferencias no lleguen a convertirse en divisiones, que las perspectivas distintas a la hora de afrontar los problemas no perjudiquen a los más necesitados, que los intereses propios no prevalezcan sobre el bien común. Solo así podremos mirar el futuro con esperanza, solo así nos podremos levantar de nuestra postración. Este debería ser un fruto en el corazón de todos los que os habéis querido sumar a esta celebración”. Palabras muy significativas dirigidas a todos, y especialmente a los que tienen que velar por el bien común y la recuperación de la zona afectada.

Quiero dar la palabra a algunos testimonios de lo vivido, ya que nos expresan experiencias muy significativas. Javier y Raquel nos cuentan: “La tarde se presentaba un poco distinta a otras, porque habían cancelado las clases debido al riesgo de fuertes lluvias, por lo que a las 15:00 ya estaban los niños en casa. Normalmente tenemos diferentes obligaciones o tareas, pero esa tarde decidimos quedarnos en casa y cenar más pronto, así los niños podían estudiar y nosotros prepararnos una charla para la parroquia que teníamos al día siguiente. El hecho de poder estar todos juntos en casa, lo vemos como un detalle del Señor hacia nosotros, porque podríamos no haber vuelto a casa o haberlo pasado peor”.

Dana
Dana

Y continúa su testimonio: “Después de cenar, el agua empezó a entrar en casa desde la terraza. Lo nunca visto. Momentos después el agua entraba ya con mucha fuerza en casa: por la puerta, por el suelo, los enchufes, la terraza trasera Empezamos a subir a la primera planta aquello que podíamos coger con nuestras manos, a la vez que íbamos recitando el Ave María sin parar, entre la alteración y la preocupación del momento, alentados por nuestros hijos, que comenzaban de nuevo otro Ave María, cuando nos quedábamos en silencio. El agua seguía subiendo. Casi llegaba a la primera planta. Estábamos ya agotados y, ciertamente, ya no se podía hacer nada más. Estaba todo en manos de Dios. Fue entonces cuando decidimos rezar un Rosario en familia, pidiéndole a nuestra Madre que cesara de subir el agua. Al terminar, comprobamos que el agua se había detenido. Para nosotros fue un signo muy importante, en el que vimos cómo nos cuida la Virgen. Entonces ya pudimos descansar en todos los sentidos. No es necesario que os contemos cómo estaba todo a la mañana siguiente…”.

Ana Ferrer nos dice:“Tendría tantos casos desgarradores que contar, pero sí quiero destacar la excelente labor realizada por Cáritas Parroquial y de todos sus voluntarios, entre los que he sido una más. Allí he visto gente muy necesitada de cosas materiales pero también he sentido la urgencia de comprensión y cariño y es por eso que nunca voy a olvidar los abrazos que he recibido, esos gestos de amor que he sentido de tantas y tantas personas a las que se supone que estaba ayudando y me han dado una plenitud que sólo se consigue estando en comunión con Dios y con el prójimo.

Paiporta, una de las localidades más afectadas por la dana
Paiporta, una de las localidades más afectadas por la dana EFE

El Amor mueve montañas y éstas han llegado en forma de voluntarios que han cruzado puentes andando y cargados con palas, fregonas y demás enseres. Personas que han recorrido kilómetros y kilómetros para asistir a gente desconocida”.

Paquita Sales nos cuenta: “El 29 de octubre del 2024, sobre las 19:30 vi que la vida de muchas personas cambiaban. Empezó a entrar agua por debajo de la puerta con rapidez, intente poner toallas, sábanas…para taponar, pero no sirvió ya que unos minutos después la puerta de la calle reventó y el agua ya no entraba poco a poco como antes, sino con mucha mas fuerza y cantidad, lo que hizo que tuviéramos que sujetarnos con fuerza. En ese momento mi hijo bajó y nos subió al piso de arriba, que es su casa. Mientras estábamos en la escalera viendo como el agua subía, sentía una impotencia por no poder hacer ni salvar nada. Estuvimos toda la noche asomándonos al balcón y viendo como se hacían montañas de coches, sobre las 4:30 de la madrugada, en nivel fue bajando.

A la mañana siguiente habia un palmo de agua y barro, en el que era muy difícil distinguir lo que había. Lo primero que encontré fue la Virgen del Don, la abrazé con todas mis fuerzas a pesar de que estaba llena de barro, también le pedí que nos ayudara”.

Un hombre  observa los daños de la dana en Paiporta
Un hombre observa los daños de la dana en Paiporta EFE

Mi casa era un caos, todas las estanterías y muebles estaban en el suelo, y lo que llevaban dentro, como la vajilla de la boda, estaba roto. Tuve una visita inesperada, el Sr. Arzobispo D. Enrique Benavent visitó mi casa y me dio esperanzas. Me dijo que confiara en Dios, que esto se pasaría poco a poco, y así está pasando.

Gracias a todos los voluntarios, a Cáritas, al ejército… por venir a ayudarnos para poder reconstruir un poco nuestras vidas”. 

Fran del Colegio María Inmaculada nos apunta algo muy importante, y que da título a este artículo: “Del barro también nacen las flores”. Bonita frase… la dijo una alumna del colegio llamada Esperanza (nombre muy apropiado para este tiempo, por cierto). Habíamos vuelto al colegio tras el desastre de la DANA y cada alumno expresaba sus sentimientos después de todo lo sucedido. Esta alumna tuvo la capacidad (y la sensibilidad) de “darle la vuelta” a la situación. ¡Vaya potencial tienen nuestros jóvenes! Lo mismo te sueltan una frase de ese calado como te cogen una pala para quitar el barro de las casas o se ponen a caminar kilómetros para llevar comida y agua a los afectados por el desastre. Generación de cristal decían…”

Gente despejando calles arrasadas por la dana
Gente despejando calles arrasadas por la dana

Y Manolo Valero reflexiona:“Ante una situación como la que acabamos de vivir que asoló nuestras casas, comercios y nuestro pueblo los cristianos no podemos caer en preguntas como ¿dónde está Dios? ¿porqué Dios permite esto?

En estos momentos nuestra Fe debe ser nuestra guía, nuestro mayor bastión. Y eso es lo que nos diferencia de quienes no son cristianos. Hemos de partir de la premisa de que Dios nos entregó la Creación perfecta. Un gran Regalo, que comporta una gran Responsabilidad: el mandato de administrarla bien, en beneficio de la humanidad. Pero no lo hacemos, y muchas veces priman otros intereses. A lo largo de la historia se ha creído que las desgracias eran consecuencia del descontento de la Divinidad ante acciones y comportamientos de las personas.Hemos de recordar que Dios nos hizo libres, y no interfiere en los acontecimientos. Nosotros tomamos decisiones que no siempre se ajustan a los parámetros de la naturaleza. Queremos dirigir el mundo a nuestra manera y Él lo permite. Es por ello, que, aunque nos cueste, hemos de parar y reflexionar, hacer un acto de contricción sobre ¿qué hacemos, en la medida de nuestras posibilidades, para cumplir con el mandato de Dios?¿qué hacemos con esa gran responsabilidad de administrar el gran Regalo de Dios: la Creación? Cuando ocurre un desastre como el vivido el pasado 29 de octubre, nos llenamos de tristeza, de ira y de dolor. Y es una reacción normal como humanos que somos. Pero hay que situarla en sus justos términos. Nosotros, como cristianos, hemos de recordar que, precisamente, en estos momentos, hemos de acudir a Dios, porque Èl nos dice: "Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré". Acudamos por tanto a ÉL”.

A tres meses de la Dana, las comunidades parroquiales con sus sacerdotes se están poco a poco rehaciéndoselas como así nos consta. Esperanza, Camino y Amor solidario.

Etiquetas

Volver arriba