Las “diaconisas” en España

Desde el primer momento de su elección, el Papa Francisco, ha tomado decisiones importantes y decisivas para la Iglesia, pero probablemente, si el tema de las diaconisas se materializa positivamente, será la propuesta más atrevida del Pontífice. Diariamente sus gestos y palabras trazan unas sendas evangélicas altamente significativas para todos los cristianos. No obstante, si la Comisión sobre las diaconisas determina, que de acuerdo con la tradición de la Iglesia, este ministerio puede perfectamente acordarse a la mujer, las chispas saltarán en algunos sectores de sobra conocidos de la Curia Romana y en las periferias. Puesto que estamos refiriéndonos a un ministerio, desde hace siglos exclusivamente reservado a los varones, y que de nuevo podría ser administrado a las mujeres. Un salto cualitativo de mucha envergadura, que sin duda puede convertirse en la decisión más importante y peligrosa para el Papa Francisco. Por eso, nos podemos preguntar con toda sinceridad: ¿Será capaz el Papa Francisco de tomar una decisión de esa envergadura? ¿Hasta qué punto el posible peso de la disidencia interna no frustrará este intento?

Evidentemente, después de una incierta aceptación, habría que cuidar el desarrollo del posible “Decreto Pontificio”. Como siempre, después de una desarrollo general, habría que dejar aspectos para que las Conferencias Episcopales y los obispos los pudieran trabajar. Y es aquí donde residen algunos peligros. El entusiasmo de algunas Conferencias Episcopales y de algunos cardenales y bastantes obispos por el tema no es excesivo, más bien todo lo contrario. Entre estos se cuentan bastantes prelados de nuestra madre patria. Parece bastante triste, pero es así…muchos obispos se muestran aparentemente seguidores del Papa Francisco, pero no siguen sus iniciativas y consignas con la suficiente voluntad y diligencia. Parecen teledirigidos por otras instancias, cercanas al río Tiber o al vetusto “Oso y Madroño”. En cualquier caso, de cara a esta fase de las Conferencias Episcopales y Obispados, deberían arbitrarse -al menos- unos plazos razonables para su aplicación y verificación. No habría que dejar que la, sin duda complejidad de su puesta en marcha, determine su defunción.

La materialización de esta decisión tendrá que tener en cuenta muchos aspectos a resolver. Por ejemplo. ¿Podrán acceder al ministerio solamente religiosas o, también, mujeres casadas y célibes? ¿Cómo se articularía el discernimiento vocacional y la formación? ¿Cómo se organizaría la vinculación afectiva y jurídica a las Diócesis, parroquias, comunidades cristianas? ¿Conllevaría este ministerio, un compromiso económico por parte de la comunidad cristiana? Estos temas tienen que ver fundamentalmente con la idiosincracia de cada país y de cada región. Y es aquí donde las Conferencias Episcopales y los Obispados deberían dar respuesta a estos y muchos otros interrogantes.



No damos por supuesto una decisión positiva, pero entiendo que las pistas de trabajo apuntan en esa dirección. Las expectativas son muy importantes, hasta el punto que la ralentización o paralización en una posible puesta en marcha en muchos países y diócesis puede conllevar una provocación para muchos cristianos y cristianas, que se encuentran en comunión absoluta con el Papa Francisco. ¿Cuál será el paso siguiente del papa Francisco? No lo sabemos, pero está claro que no parará, porque el Espíritu del Señor de la Historia tampoco para y le alienta en la dirección de algunos signos de los tiempos que se estaban olvidando. Y, por eso ¿quién será el primer obispo en España que ordenará diaconisas?

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