"La guerra entre Israel y Gaza entra en una nueva fase: salvar al soldado Netanyahu" La peligrosa deriva del gobierno de Israel: un conflicto global...
Parece claro que Israel se ha metido en un laberinto sin salida, y de paso, a media Humanidad, nos está llevando también a una crisis muy peligrosa en Oriente Medio. El avispero de la zona se esta reavivando a la carrera, y las consecuencias pueden ser nefastas. Hoy, nadie puede asegurar que el conflicto no escale en toda la zona.
la administración estadounidense ha empezado a darse cuenta de que, le guste o no, es una "parte" en el conflicto palestino-israelí. Si la superpotencia más fuerte del mundo huye de este escenario en llamas, no se quedará sola. Rusia y China ya están metidas de lleno. Irán está dispuesto a luchar contra el Estado judío hasta el último palestino (y el último libanés).
Por otro lado, las imágenes de niños muertos y mujeres embarazadas tendidas en el barro de los campos de refugiados de Gaza no contribuyen, desde luego, a la popularidad del proveedor de municiones de Israel en el mundo árabe. Pero eso no significa que estemos cerca de ver un precio puesto al estancamiento diplomático, o una reevaluación de las relaciones con Israel.
| José Luis Ferrando Lada
La guerra entre Israel y Hamas dura ya varios meses, y, de momento no se vislumbra un final. Parece claro que Israel se ha metido en un laberinto sin salida, y de paso, a media Humanidad, nos está llevando también a una crisis muy peligrosa en Oriente Medio. El avispero de la zona se esta reavivando a la carrera, y las consecuencias pueden ser nefastas. Hoy, nadie puede asegurar que el conflicto no escale en toda la zona.
Las sensaciones de la población en Israel las cifraba así, recientemente, el antiguo primer ministro laborista Ehud Barak: “En Israel, vemos desesperación, la sensación de que, a pesar de los avances de las Fuerzas de Defensa de Israel, Hamás no ha sido derrotado y el regreso de los rehenes se aleja”. Por lo tanto dos tareas han dejado a Israel en un callejón sin salida: derrotar a Hamás en Gaza y liberar a los rehenes. La incursión terrestre empujó al grupo a liberar a más de un centenar de cautivos, pero con la renovada presión militar de Israel que siguió al alto el fuego temporal, Hamás exige ahora el fin de los combates y la retirada del ejército, lo que impide un segundo acuerdo sobre los rehenes a pesar de la presión internacional a ambas partes. Además, Israel se enfrenta a una larga lista de dilemas estratégicos: elaborar políticas de defensa, resolver el problema de Gaza, evitar un estallido en Cisjordania, eliminar la amenaza de Hezbolá y, por supuesto, cooperar con Estados Unidos para forjar un eje regional contra Irán, sus apoderados y sus aliados.
Ante esta situación, de nuevo Ehud Barak recuerda lo siguientes supuestos: “Israel debe eliminar la capacidad de Hamás de gobernar la Franja de Gaza y de amenazarnos. Israel no tiene interés en permanecer en Gaza de forma permanente. Los gazatíes no van a ir a ninguna parte. Es vital identificar un organismo responsable que asuma el gobierno permanente y legítimo de la Franja una vez eliminadas las capacidades de Hamás”. Y recuerda la propuesta norteamericana de hace unos dos meses: “Una vez eliminadas las capacidades de Hamás, se establecerá una fuerza interárabe… para administrar la Franja durante un periodo limitado. Durante este período intermedio, Gaza volverá a estar bajo el control de una Autoridad Palestina "revitalizada", cuyo derecho a gobernar el territorio está reconocido internacionalmente, sujeto a acuerdos de seguridad que sean aceptables para Israel. Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos respaldarán económicamente a la Autoridad Palestina revitalizada y financiarán las obras de reconstrucción e infraestructuras”.
Esta propuesta nace porque, una vez más, la administración estadounidense ha empezado a darse cuenta de que, le guste o no, es una "parte" en el conflicto palestino-israelí. Si la superpotencia más fuerte del mundo huye de este escenario en llamas, no se quedará sola. Rusia y China ya están metidas de lleno. Irán está dispuesto a luchar contra el Estado judío hasta el último palestino (y el último libanés).
Además, la escalada a lo largo de la frontera norte y en el Mar Rojo ha recordado a los estadounidenses que este conflicto es algo más que un enfermo crónico y que, como dijo el general David Petraeus en 2010, "la ira árabe por la cuestión palestina limita la fuerza y la profundidad de las alianzas de Estados Unidos con los gobiernos y los pueblos [de Oriente Próximo], y debilita la legitimidad de los regímenes moderados en el mundo árabe." Petraeus, que luchó contra Al Qaeda, también dijo en la misma ocasión que Israel era una carga estratégica para Estados Unidos. Afirmaciones de mucha actualidad.
Por otro lado, las imágenes de niños muertos y mujeres embarazadas tendidas en el barro de los campos de refugiados de Gaza no contribuyen, desde luego, a la popularidad del proveedor de municiones de Israel en el mundo árabe. Pero eso no significa que estemos cerca de ver un precio puesto al estancamiento diplomático, o una reevaluación de las relaciones con Israel.
Ante esta situación: ¿Cuál es el problema? En Israel cada vez son más las voces que piden elecciones. De nuevo Ehud Barak: “El interminable mandato de Netanyahu es la enfermedad maligna de Israel…La propuesta estadounidense es el único proyecto práctico y, a cambio, Israel tendrá que participar en las futuras conversaciones para una solución de dos Estados. Las posibilidades de éxito de la propuesta disminuyen cuanto más se ve que Israel flaquea. Desde hace unos tres meses, el primer ministro Benjamin Netanyahu impide que se hable de "el día después" en el seno del gabinete. Esto es inconcebible. Las IDF no pueden optimizar la probabilidad de ganar cuando no existe un objetivo político definido. A falta de un objetivo realista, acabaremos empantanados en el atolladero de Gaza, luchando simultáneamente en Líbano y en Cisjordania, erosionando el respaldo estadounidense y poniendo en peligro los Acuerdos de Abraham y los acuerdos de paz con Egipto y con Jordania”. Una sentencia que algunos estiran afirmando que está en juego la propia existencia de Israel. No lo creo, pero no se puede jugar tanto con fuego.
Es evidente, que los estadounidenses se han dado cuenta de que el primer ministro Benjamin Netanyahu está incapacitado debido a la situación política en la que se encuentra. El predicamento político de Netanyahu ya está colmando la paciencia de la administración Biden, con la creciente sensación de que le están prestando un apoyo considerable sin recibir nada a cambio de él. Mientras que los estadounidenses se ven obligados a tener en cuenta los asuntos políticos de Netanyahu, éste, a su vez, no está dispuesto a tener el mismo gesto de buena voluntad con el candidato demócrata que reside actualmente en la Casa Blanca y que se enfrenta a una campaña de reelección difícil y tumultuosa. A Biden se le puede atragantar Israel y costarle la elección, y Trump ya juega a presidente.
A esto se añade, que en las últimas encuestas de opinión, si las elecciones se celebraran hoy, la actual coalición gubernamental el saldría con 44 de los 120 escaños escaños en la Knesset, por lo que su supervivencia depende de que la guerra continúe indefinidamente. Ahora su batalla es la de su supervivencia. La guerra entre Israel y Gaza entra en una nueva fase: salvar al soldado Netanyahu. El acuerdo sobre los rehenes pasa a un segundo plano debido a los cálculos políticos de Netanyahu.
Existe una contradicción entre la necesidad de sustituir al gobierno responsable del desastre del 7 de octubre y la necesidad de algún tipo de unidad nacional durante los combates en Gaza y en el norte. Para muchos israelíes, incluidos los de derechas, está claro que los graves fallos del 7 de octubre exigen unas elecciones anticipadas. En todos los sondeos de opinión, la mayoría de los votantes cree que Benjamin Netanyahu debe dimitir. El gobierno de Netanyahu se vuelve más delirante a medida que avanza la campaña en Gaza. En lo único que discrepan es en si debe ser ahora o después de la guerra. Así calificaba el gobierno de Netanyahu, Ehud Olmert, antiguo primer ministro: “Netanyahu y su gobierno de sanguinarios matones mesiánicos” y vaticinaba lo siguiente hace unas semanas: “Netanyahu terminará su mandato en desgracia, como anticipaban cientos de miles de israelíes que pasaron la mayor parte del año pasado en las plazas de las ciudades en manifestaciones contra él. Su gobierno y sus socios políticos extremistas y mesiánicos, que creen que el futuro de Israel pasa por la anexión de Cisjordania, la expulsión de sus habitantes y el establecimiento de un gobierno que no reconozca el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación y a la igualdad de derechos”.
A todos, excepto a unos cuantos, nos interesa evitar que la guerra en Gaza se deteriore hasta convertirse en una guerra regional total. Esto requerirá necesariamente el reconocimiento de un Estado palestino sobre la base de la iniciativa de paz árabe, que ha estado esperando medio mundo y, particularmente, la parte estadounidense desde su calamidad del 11-S. Cada día que pasa con Netanyahu y sus secuaces en el gobierno, la posibilidad de un conflicto total está más cercana. Los americanos, como dice la gente en Israel y Palestina, y los israelíes tienen la solución en su mano… Así están las cosas. En Israel, una parte de la población cercana a Gaza y a la frontera con el Líbano vive refugiada en su país ¿Hasta cuando tendrán paciencia, así como las familias de los secuestrados en Gaza? ¿Y hasta cuando permitiremos la continuidad de las matanzas en Gaza? ¿Alguien piensa seriamente en los secuestrados y su situación, aparte de sus familias?
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