María de Nazaret: “prototipo y modelo muy admirado en su fe y caridad” (LG 53). ASUNCION DE LA VIRGEN MARIA (15.08.2021): Camino cristiano consumado
Pidamos dejarnos llevar, como María, del Espíritu Santo que nos habita
| Rufo González
Comentario:“Proclama mi alma la grandeza del Señor...” (Lc 1,39-56).
Leemos una construcción literaria de la visita de María a su pariente Isabel. “María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá”. María representa al Israel fiel, que vive en Nazaret de Galilea. El evangelio siempre tiende a conectar con el judaísmo oficial. María, guiada por el Espíritu de Dios, se anticipa a la necesidad de su prima, aunque no pida ayuda. Recuerda el traslado del Arca de Dios a la ciudad de David, Jerusalén (2Sam 6). Aparecen rasgos similares: subida a la montaña, asombro de David que recibe la visita (¿cómo va a venir a mí el Arca del Señor? -2Sam 6,9-), saltos de alegría ante el arca, duración de tres meses... Así se proclama que María, embarazada de Jesús, es el “Arca” de la Nueva Alianza en la persona de Jesús.
“Entró en la casa... y saludó a Isabel”. “En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá»” (vv. 41-45).
El ángel del Señor había dicho a Zacarías que su hijo “estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno” (1,15c). Se realiza la promesa: “saltóla criatura en su vientre” como David ante el Arca de Dios (2Sam 6,5.14.16:). Isabel, llena también del Espíritu, reconoce la bendición de María y del fruto que lleva en su vientre. Se siente agraciada por “la visita de la madre de su Señor”. La proclama de nuevo “bendita” por la fe, la confianza, el convencimiento en la presencia de Dios. El protagonista es el Espíritu Santo. La confianza en el amor constante y gratuito de Dios dinamiza al ser humano, que acude presuroso a ayudar en situaciones difíciles. En ellas aparece la bondad sin límites, brilla la gloria de Dios, el hombre vive, salta de alegría. Son expresiones del don del Espíritu.
María se siente agraciada por Dios.Es el Arca de la nueva alianza en el Hijo de Dios. Su canto expresa fe-confianza en el Creador que da la existencia y acompaña la aventura vital. Inspirado en el cántico de Ana (1Sam 2, 1-10) y otros textos veterotestamentarios, refleja su espiritualidad. Se narran sentimientos y convicciones profundas: Siente a Dios como alegría del espíritu humano, al que libra del sinsentido y de todo mal: es “salvador”. Su “Dios” mira a las personas, sobre todo a las más humildes. Lo que sucede en ellas es causado por la bondad divina (Dios es todo “santo”, bueno en todos los sentidos). Siente que las generaciones futuras la felicitarán por las “obras grandes” que Dios está haciendo en ella. Es la obra de Jesús, su hijo, e Hijo de Dios, lleno del Espíritu Santo. Jesús dará a conocer al Dios “al que nadie ha visto” (Jn 1, 18). Jesús trae la “misericordia que llega a sus fieles de generación en generación”.“Ninguna criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8,39). Jesús, lleno del Espíritu divino, “dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. Jesús quiere cumplir los deseos de Dios aceptados por “Abrahán y su descendencia”: “Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido” (Lc 13,34).
Oración: “Proclama mi alma la grandeza del Señor...” (Lc 1,39-56)
Jesús, hijo de María de Nazaret:
Hoy celebramos tu memoria, recordando la vida de tu madre,
“prototipo y modelo muy admirado en su fe y caridad” (LG 53).
Recordamos su glorificación tras acompañarte:
dichosa, no por llevarte en su vientre y amamantarte,
sino más bien “por escuchar y cumplir la palabra de Dios” (Lc 8,21).
Ella fue “asunta al cielo” por “ver al Hijo y creer en él”:
“esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él
tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,40);
“cuando vaya y os prepare un lugar,
volveré y os llevaré conmigo,
para que donde estoy yo estéis también vosotros” (Jn 14,3).
Quizá el autor del Apocalipsis pensaría en María al escribir:
“Se abrió en el cielo el santuario de Dios,
y apareció en su santuario el arca de su alianza” (Ap 11,19).
“Un gran signo apareció en el cielo:
una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies
y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Ap 12,1).
Contemplamos hoy, Jesús de todos,a tu madre:
corriendo presurosa a la montaña,
entrando en la casa de Zacarías e Isabel,
derramando el Espíritu con su saludo y abrazo,
abriendo su corazón al Dios que movía y organizaba su vida,
acompañando y sirviendo durante tres meses a su pariente necesitada.
Tu madre es una mujer cristiana verdadera:
atenta a la situación real, a los problemas urgentes;
adelantada a quienes necesitan ayuda, aunque no lo digan;
su presencia es una fuente de bondad y alegría.
Lucas ha narradosus sentimientos y convicciones:
“se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador,
porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre” (vv. 47-55).
Jesús, hijo de María resucitada, enséñanos a mirar a Dios como ella:
como dador de todo bien, agradecidos a su amor;
haciendo de nosotros “sagrarios del Espíritu”,
para recrear con su amor el Reino de la vida.
Preces de los Fieles (Asunción de María 15.08.2021)
Hoy celebramos la Eucaristía, memoria de Jesús de Nazaret, recordando la vida de su madre, María de Nazaret, “prototipo y modelo muy admirado en su fe y caridad” (LG 53). Por su intercesión pidamos dejarnos llevar, como ellos, del Espíritu Santo, diciendo: “Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.
Por las intenciones del Papa (agosto 2021):
- que “la Iglesia acepte la gracia y fuerza del Espíritu Santo”;
- que esta “gracia y fuerza” la lleven a “reformarse a la luz del Evangelio”.
Roguemos al Señor: “Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.
Por el próximo Sínodo de la Iglesia:
- que todos los bautizados se sientan aludidos y llamados;
- que crezca la conciencia comunitaria y responsable de los cristianos.
Roguemos al Señor: “Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.
Por los responsables políticos del mundo:
- que sean honrados y trabajen por el bien de todos los ciudadanos;
- que hagan crecer la conciencia de que los bienes deben llegar a todos.
Roguemos al Señor: “Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.
Por las fiestas populares:
- que sirvan para la amistad, la diversión y alegría comunes;
- que seamos cuidadosos en no propagar odios ni enfermedades.
Roguemos al Señor: “Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.
Por nuestros jóvenes:
- que se alejen de la violencia y de diversiones insanas;
- que ejerzan su rebeldía potenciando la solidaridad y la ayuda mutua.
Roguemos al Señor: “Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.
Por esta celebración:
- que la vida de María, la madre de Jesús, nos anime a amar como Jesús;
- que el Espíritu Santo nos conceda ser dóciles siempre al Bien.
Roguemos al Señor: “Enciende en nosotros el fuego de tu amor”.
Jesús, hijo de María ya en el cielo, enséñanos a mirar a Dios como ella:como dador de todo bien, agradecidos a su amor; haciendo de nosotros “sagrarios del Espíritu Santo”, para recrear con su amor el Reino de la vida, donde no existan “soberbios de corazón, ni poderosos que humillan y abusande otras personas”. Al revés, queremos“enaltecer a los humildes, colmar de bienesa los hambrientos, y que los ricos se sientan vacíos”. Te lo pedimos a ti, Jesús, que vives por los siglos de los siglos.
Amén.
Jaén, 15 de agosto de 2021