El amor gratuito es la medicina más valiosa, el antídoto más eficaz contra la tristeza El “Amor” que hace imposible la guerra (Domingo 7º TO C 20.02.2022)

“Queremos hacer siempre el bien a todos”

Comentario:sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,27-38)

Seguimos leyendo el sermón dela llanura. Hoy, la invitación de Jesús a amar a todos con generosidad. Como el Padre Dios “que es bueno con los malvados y desagradecidos” (Lc 6,35). Subraya el amor a los enemigos (“amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian...”) y a quien no se lo merece (“sin esperar nada”).

Amad” traduce el verbo griego “agapáo”. Actualmente usamos la palabra amor para designar realidades muy distintas. Los griegos antiguos identificaban los diferentes tipos de amor con palabras distintas. “Eros” (ἔρως) : amor carnal, pasional... “Philía” (φιλία): amor de amistad: amigos, vecinos, compañeros... “Storgé” (στοργή): amor familiar: esposos, padres-hijos, hermanos... “Manía” (μανία): amor obsesivo, con celos e incluso violencia...“Philautía” (φιλαυτία): amor propio, autoestima, autocompasión... “Agape” (ἀγάπη): amor altruista, compasivo, empático... Otras menos corrientes, muy expresivas, son: “Ludus”: amor inicial a quien nos atrae, flirteo...  “Pragma”: amor maduro, de años, paciente, tolerante...  “Xenia”: amor al forastero, al huésped, al extraño...

De todas estas expresiones los evangelistas eligen el verbo “agapáo” y su sustantivo “agape” para designar el amor cristiano. Se usan poco en literatura griega, pues expresan una experiencia poco común en la vida. Los griegos aludieron a él para designar el amor hacia la humanidad, la verdad, la actividad vocacional... Amor fruto del espíritu generoso, desprendido de todo deseo egoísta y romántico.

El texto evangélico de hoy podemos agruparlo en tres secciones:

  1. Superación de la ley del Talión(vv. 27-31). Principio de justicia que impone castigo idéntico al delito cometido. Así la formula la Biblia: “Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal” (Ex 21,24s). Los romanos le dieron el nombre de “Talión”, de “talis”: tal, igual, similar. Jesús supera ampliamente esta ley. Ante el mal que nos hacen, propone: “haced el bien, bendecid, orad por los que os calumnian... Supera incluso a la llamada “regla de oro”, formulada en positivo: “tratad a los demás como queréis que ellos os traten”. En el judaísmo contemporáneo de Jesús se formulaba negativamente: “lo que no deseas para ti, no lo desees para tu prójimo...” (Hillel, en el Talmud de Babilonia).
  2. Amor desinteresado como el de Dios(vv. 32-36). Debe haber diferencia entre los que no “conocen” a Dios (“pecadores”, gentiles...) y los que se sienten “hijos del Altísimo”. Aquellos tienen un sentido recíproco de justicia: “aman a los que les aman, hacen bien a los que hacen lo mismo, prestan con intención de cobrar...”. Los que quieran ser “hijos del Altísimo deben amar a los enemigos, hacer siempre el bien, prestar sin esperar nada”. La razón de este comportamiento es imitar a Dios: “ser misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”. Esta es la propuesta de Jesús, rompedora de toda violencia. Quien vive el amor como Jesús hace imposible la guerra.
  3. No erigirse en censor de los demás(vv. 37-38). Exigencia del amor gratuito: “no juzgar..., perdonar, dar”. “La medida con que midiereis se os medirá a vosotros”. Es la mirada a la escatología. Así esperamos que Dios juzgue a los que aman como él. La carta de Santiago recuerda que “el juicio será sin misericordia para quien no practicó la misericordia; la misericordia triunfa sobre el juicio -lit: la misericordia se precia de ir por delante de la justicia-” (St 2,13).

Oración: “ser misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,27-38)

Hoy, Señor Jesús, tu evangelio nos cura de raíz:                

nos ofrece la medicina más valiosa,

          el antídoto más eficaz para nuestra tristeza.

 sabes, Señor, que aquí estamos todos heridos:

la convivencia es complicada, difícil...

Algún pensador ha llegado a decir:

“el infierno son los otros”.

Y aunque habitualmente no sea para tanto,

la verdad es que tenemos quejas mutuas siempre.

En lo profundo de nuestra conciencia anidan:

el deseo oscuro de venganza: “ya me lo pagarás”;

la amenaza soterrada: “de mí no se ríe nadie”;

amenaza que trasladamos a Dios mismo:

no os engañéis: de Dios nadie se burla;

lo que uno siembre, eso cosechará” (Gál 6,7);

la alegría cómplice: “eso es lo que te mereces”;

la espera oportuna para dejar de amar:

“perdono, pero no olvido”.

Nuestro corazón vive humillado de egoísmo:

“nuestro esfuerzo no fue reconocido”;

“los favores no los han tenido en cuenta”;

“cuando yo tuve necesidad me dejaron solo”;

“dijeron de mí cosas falsas”;

“interpretaron los hechos de mala manera”;

“me sentí despreciado cuando más cariño precisaba”;

“abusó de nuestra confianza”.

Hoy, Jesús nuestro, nos invitas a mirar al Padre:

a vosotros los que me escucháis os digo:

amad a vuestros enemigos,

haced el bien a los que os odian,

bendecid a los que os maldicen,

orad por los que os calumnian....

será grande vuestra recompensa

y seréis hijos del Altísimo,

porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”.

El amor del Padre es gratuito, nos vienes a decir:

nos está dando la vida sin cobrar y sin exigir nada;            

nos quiere siempre, incluso cuando le rechazamos;

nos espera siempre, aunque estemos fuera del camino;

nos llama siempre a vivir y a disfrutar de su amor.  

Este fue, Señor Jesús, el gran amor de tu vida:

Como el Padre me ha amado, así os he amado yo;

permaneced en mi amor...

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros,

y vuestra alegría llegue a plenitud” (Jn 15,9.11).

Preces de los Fieles (Domingo7º TO C 20.02.2022)

Hoy, en el evangelio, Jesús nos ofrece la medicina más valiosa, el antídoto más eficaz contra nuestra tristeza, y alegrar nuestra vida. Es la propuesta más atrevida, pero más eficaz para romper la violencia: “hacer siempre el bien”. Pidamos seguir su camino diciendo: “queremos hacer siempre el bien a todos”.

Por la Iglesia:

- que aleje de su vida toda venganza, excomunión, marginación...;

- que la sientan como su casa todos, especialmente los más débiles.

Roguemos al Señor: “queremos hacer siempre el bien a todos”.

Por las intenciones del Papa (febrero 2022):

- que “agradezcamos la misión y valentía de las religiosas y consagradas”;

- que “encuentren nuevas respuestas frente a los desafíos de nuestro tiempo”.

Roguemos al Señor: “queremos hacer siempre el bien a todos”.

Por la paz del mundo:

- que no “se prepare la guerra” para tener paz;

- que no se invierta en destrucción, en armas...

Roguemos al Señor: “queremos hacer siempre el bien a todos”.

Por los más débiles (niños, migrantes, pobres...):

- que no seamos indiferentes a sus necesidades;

- que seamos capaces de ayudarles.

Roguemos al Señor: “queremos hacer siempre el bien a todos”.

Por los jóvenes:

- que fomenten su espíritu de rebeldía contra la injusticia;

- que estudien y se preparen para servir mejor a la sociedad.

Roguemos al Señor: “queremos hacer siempre el bien a todos”.

Por esta celebración:

- que nos haga fuertes para amar gratis, como Jesús;

- que nos sintamos consolados, animados a hacer el bien siempre.

Roguemos al Señor: “queremos hacer siempre el bien a todos”.

Que tu Espíritu, Cristo Jesús, nos libre del egoísmo que nos corroe por dentro, y nos incapacita para amar desinteresadamente. Queremos seguir tu camino de amar a todos, y sentirnos así hijos del Padre y hermanos tuyos. Por los siglos de los siglos.

Amén.

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