“En ella la Iglesia admira y ensalza el fruto mayor de la Redención, y, como en una imagen purísima, contempla con gozo, lo que toda ella desea y espera ser” (SC 103). ¡Enhorabuena, María del cielo! (Asunción de María 2ª Lect. 15.08.2023)

Creamos, como María, que Dios “mira la humildad” de nuestra vida

Comentario: “Cristo resucitado, primicia de los que han muerto” (1Cor 15,20-27a)

En la misa de la Vigilia y en la del Día, leemos dos fragmentos de 1Cor 15 (vv. 54-57 y 20-27a). Capítulo dedicado a proclamar y reflexionar la resurrección de Jesús. Lo articula en tres partes: a) Anuncio primordial: “que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras...” (vv. 1-11). b) Vínculo entre la resurrección de Jesús y la nuestra: “Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto” (vv.12-34). c) Modo de los cuerpos resucitados: “se siembra un cuerpo corruptible, resucita incorruptible; se siembra un cuerpo sin gloria, resucita glorioso; se siembra un cuerpo débil, resucita lleno de fortaleza; se siembra un cuerpo animal, resucita espiritual” (vv. 35-58).

El texto de la misa del Día (1Cor 15,20-26) es el núcleo de la parte segunda (vv. 12-34). Afirma el dato básico de fe: “Cristo ha resucitado de entre los muertosy es primicia de los que han muerto” (v. 20). “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también vuestra fe” (v. 14). Jesús resucitado es primer fruto, primicia y garantía, no en sentido temporal, sino en sentido constitutivo, raíz y causa, de nuestra resurrección. “Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección” (v. 21): Adán y Jesús son dos seres humanos. Cada uno ha transmitido a la humanidad lo que es, su vida: natural, con muerte incluida, y espiritual con el Espíritu de vida eterna que tiene Jesús: “Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados” (v. 22).

Al creer a Jesús tomamos conciencia de que el Espíritu de Dios nos habita, perdona, pacifica: “Así pues, habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Rm 5,1-2). “Esta gracia” es el Espíritu: “habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!». Ese Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; de modo que, si sufrimos con él, seremos también glorificados con él” (Rm 8,15ss).

La solidaridad de Cristo está en el Espíritu que regala. “Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros” (Rm 8,11); “Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros con su poder” (1Cor 6,14); “sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él” (2Cor 4, 14); “pues si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual modo Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto” (1Tes 4, 14).

La Asunción celebra la incorporación de María a la resurrección de Jesús. En María “la Iglesia admira y ensalza el fruto mayor de la Redención, y, como en una imagen purísima, contempla con gozo, lo que toda ella misma desea y espera ser” (SC 103). La Asunción al cielo realiza el proyecto divino: “Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,40). María es dichosa, no por llevar a Jesús en su vientre y amamantarle, sino “porque ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1,45); “por escuchar y cumplir la palabra de Dios” (Lc 11, 27-28), es decir, por llevarle “en su corazón más que en su seno” (S. Agustín, De sancta virginitate 3: PL 40,398). Es decir, por creer en él y dejarse llevar del Espíritu Santo que la habitaba y la conducía a la vida eterna. Es nuestra esperanza: “seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es” (1Jn 3,2).

Oración: “Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han muerto” (1Cor 15,20-26)

Jesús resucitado, hijo de María resucitada:

hoy los cristianos recordamos a tu madre que

“superado el curso de su vida terrena,

fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial...

para que se configurara más plenamente contigo, su Hijo” (LG 59).

Una vez más proclamamos el centro de nuestra esperanza:

Cristo ha resucitado de entre los muertos,

y es primicia de los han muerto” (1Cor 15, 20);

Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos

habita en nosotros,

el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús

también dará vida a nuestros cuerpos mortales,

por el mismo Espíritu que habita en nosotros” (Rm 8,11);

Dios resucitó al Señor

y nos resucitará también a nosotros con su poder” (1Cor 6,14);

Sabemos que quien resucitó al Señor Jesús

también nos resucitará a nosotros con Jesús

y nos presentará con vosotros ante él” (2Cor 4, 14);

Pues si creemos que Jesús murió y resucitó,

de igual modo Dios llevará con él,

 por medio de Jesús, a los que han muerto” (1Tes 4, 14).

Esta es la voluntad de mi Padre:

que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna,

y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,40).

Celebramos hoy que María goza tu resurrección:

no por llevarte en su vientre y amamantarte,

sino “porque ha creído,

porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1,45);

por escuchar y cumplir la palabra de Dios” (Lc 11, 27-28);

porque al “hacer la voluntad de tu Padre que está en los cielos,

se hizohermana y madre tuya” (Mt 12,46-50, y par.).

¡Enhorabuena, María del cielo, “arca de la alianza”!:

Se abrió en el cielo el santuario de Dios ,

y apareció en su santuario el arca de su alianza” (Ap 11,19);

te sentimos gozosa con el Padre y el Hijo en el Espíritu;

te sentimos, como a tu Hijo, cercana a nuestra vida;

seguimos oyendo tu palabra siempre nueva:

Haced lo que él os diga” (Jn 2,5).

Moldea nuestro corazón, como el de Jesús:

que, como tú, María, percibamos “la grandeza” del amor de Dios;

que sintamos tu “alegría en Dios nuestro salvador”;

que creamos que Dios “mira la humildad” de nuestra vida;

que nos prestemos a “hacer obras grandes” con el Amor de Dios;

que colaboremos a “dispersar a los soberbios de corazón”;

a derribar del trono a los poderosos

y a enaltecer a los humildes;

a colmar de bienes a los hambrientos

y a despedir vacíos a los ricos” (Lc 1,47-53).

Preces de Fieles (Asunción de María 2ª Lect. 15.08.2023)

Hoy, María, madre de Jesús, “superado el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial... para que se configurara más plenamente con su Hijo” (LG 59). Es “lo que deseamos y esperamos ser” (SC 103). Pidamos seguir el camino de María, diciendo: queremos `hacer lo que Él nos diga´.

Por la Iglesia:

- que, como María, escuche y viva la palabra de Jesús;

- que, como María, detecte las necesidades de nuestra sociedad.

Oremos al Señor: queremos `hacer lo que Él nos diga´.

Por las intenciones del Papa (agosto 2023):

- que “la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa siga ayudando a los jóvenes”;

- que “caminen, dando testimonio del Evangelio con su propia vida”.

Roguemos al Señor: queremos `hacer lo que Él nos diga´.

Por nuestro pueblo:

- que sea solidario, se libre de venganzas e intenciones egoístas;

- que busque la paz, combatiendo el hambre y la injusticia.

Oremos al Señor: queremos `hacer lo que Él nos diga´.

Por los políticos (cuidadores del bien común):

- que sean humildes, y cuiden el bien común;

- que no se aprovechen de su cargo para enriquecerse.

Oremos al Señor: queremos `hacer lo que Él nos diga´.

Por estos días de fiestas:

- que sean días de convivencia sana, relajada, divertida...;

- que nos sintamos acompañados con María, madre de Jesús y nuestra.

Oremos al Señor: queremos `hacer lo que Él nos diga´.

Por esta celebración:

- que nos ayude a mirar la alegría de María, ya en el cielo;

- que sintamos su compañía “ahora y en la hora de nuestra muerte”.

Oremos al Señor: queremos `hacer lo que Él nos diga´.

María del cielo, “arca de la alianza, intercede por nosotros para que acertemos a vivir una vida honrada, digna de Jesús, tu hijo y hermano nuestro, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. 

Amén.

Volver arriba