¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!” Fe y amor, únicos modos de conocer a Dios (Domingo 21º TO A 2ª Lect. 27.08.2023)
“El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores...” (Jn 14.9ss)
| Rufo González
Leemos el último fragmento sobre la conversión de Israel a Jesús. Pablo intuye a Dios a través de los profetas y de su singular experiencia de revelación: “cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles” (Gál 1,16), “Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, sobre el cual acabo de escribiros brevemente. Leedlo y veréis cómo comprendo yo el misterio de Cristo, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo, y partícipes de la misma promesa en Jesucristo, por el Evangelio, del cual soy yo servidor por la gracia que Dios me dio con su fuerza y su poder” (Ef 3,3-7).
Su fe esperanzada le lleva a alabar la sabiduría de Dios que salvará a Israel y a la humanidad por vías que desconocemos. Surge de su fe: “los dones y la llamada de Dios son irrevocables... Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” (11, 29.32). “Desobediencia” de los judíos al no creer a Jesús. “Desobediencia” de los gentiles, infieles a su conciencia que “a tientas” pueden llegar al conocimiento del Creador “que no está lejos de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos” (He 17, 27-28).) La respuesta divina a la desobediencia es la misericordia sin límites.
Un himno de asombro: “¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!” (v. 33). Como el salmo:“¡qué incomparables encuentro sus designios, Dios mío, qué inmenso es su conjunto!” (Sal 139,17). Como Isaías que ve la presencia de Dios en el pagano Ciro: “¡Es verdad: tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador!” (Is 45, 15), y la vida: “mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos...” (Is 55, 8s).
“¿Quién conoció la mente del Señor? O ¿quién fue su consejero?” (v. 34). Muy similar a Isaías: “¿quién ha medido el espíritu del Señor? ¿Qué consejero lo ha instruido?” (Is 40, 13s: ); a Job: “¿Has asistido al consejo divino?...”(Job 15,8); a Jeremías: “¿Quién estuvo en el consejo del Señor? ¿Quién lo vio y escuchó su palabra?...” (Jer 23,18), y al mismo Pablo: “¿Quién ha conocido la mente del Señor para poder instruirlo? Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo” (1Cor 2,16). Curiosamente esta autocita contrapone nuestra ignorancia de Dios con el conocimiento de la “mente de Cristo”.
“O ¿quién le ha dado primero para tener derecho a la recompensa?” (v. 35). Recuerda a Job: “La esperanza de atraparlo es ilusoria; su sola presencia aterra; ¡nadie intentaría provocarlo! ¿Quién resistirá frente a él? ¿Quién fue hacia él impunemente? ¡Nadie bajo el cielo!” (Job 41,1-3). Job propone la fe como único modo de conocer a Dios:“Es cierto, hablé de cosas que ignoraba, de maravillas que superan mi comprensión. Dijiste:“Escucha y déjame hablar; voy a interrogarte y tú me instruirás”. Te conocía solo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos; por eso, me retracto y me arrepiento, echado en el polvo y la ceniza” (Job 42, 3c-6).
“Porque de él, por él y para él existe todo.A él la gloria por los siglos. Amén” (v. 36). La fe le lleva a reconocer que todo se origina, se sostiene y terminará en el amor de Dios. Es la experiencia de Jesús: por la fe percibe la presencia del Espíritu de Dios, que está en él y le revela que es Hijo del Padre que “hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos” (Mt 5,45). Más aún: acepta que “quien le ve a él ve al Padre, que permanece en él y hace su obras en él” (Jn 14,10s). “Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor... para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud” (Jn 15,9ss). “Así Dios será todo en todo” (1Cor 15,28).
Oración: “¡Qué insondables sus decisiones e irrastreables sus caminos!” (Rm 11,33-36)
Hoy, Pablo, nos invita a reconocer el Amor del Padre:
“¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y
de conocimiento el de Dios!
¡Qué insondables sus decisiones y
qué irrastreables sus caminos!
En efecto, ¿quién conoció la mente del Señor?
O ¿quién fue su consejero?
O ¿quién le ha dado primero para
tener derecho a la recompensa?
Porque de él, por él y para él existe todo.
A él la gloria por los siglos. Amén” (Rm 11, 33-36).
Jesús, presencia del amor del Padre:
a creer en ti, recibimos tu Espíritu;
podemos decir: “nosotros tenemos la mente de Cristo” (1Cor 2,16);
“Dios en esta etapa final, nos ha hablado por ti, el Hijo...
Tú eres reflejo de su gloria, impronta de su ser” (Hebr 1,1-3).
Creemos que “a Dios nadie lo ha visto jamás:
Dios unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1,18).
“Dios unigénito” eres tú, Jesús de Nazaret:
“Quien me ha visto a mí ha visto al Padre...
Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia.
El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras.
Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí.
Si no, creed a las obras...
El que cree en mí, también él hará las obras que yo hago,
y aun mayores, porque yo me voy al Padre...” (Jn 14.9ss).
Tus obras son todas de amor:
“los ciegos ven, los cojos andan,
los leprosos quedan limpios y los sordos oyen,
los muertos resucitan, los pobres son evangelizados” (Lc 7,22);
humanizando y restaurando la vida,
curando enfermos, dando vida abundante,
anunciando buenas noticias, sobre todo a los más débiles.
Esta queremos que sea nuestra vida:
“Ahora vemos como en un espejo, confusamente;
entonces veremos cara a cara.
Mi conocer es ahora limitado;
entonces conoceré como he sido conocido por Dios.
En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor.
La más grande es el amor” (1Cor 12,13).
“Una cosa es segura con respecto al futuro:
Sólo persistirá el Indecible al que se orientan todas las religiones
y al que los mismos cristianos, cuando lo imperfecto ceda ante lo perfecto,
le conocerán como ellos son conocidos: la verdad cara a cara.
Al final no habrá más profetas o iluminados que dividan a las religiones;
ni Mahoma ni Buda ni el mismo Jesucristo, en quien creen los cristianos...
El que, según Pablo, ha vencido a todos los poderes (y a la muerte misma)
se someterá entonces a Dios, a fin de que el mismo Dios (ho Theós)...
esté verdaderamente en todas las cosas, lo sea todo en todo (1Cor 15,28)”
(H. Küng: “Una teología para el nuevo milenio”. C. Lectores. Barcelona 1991. P. 312s).
Preces de los Fieles (D. 21º TO A 2ª Lect. 27.08.2023)
Jesús no es una idea, una doctrina. Es una persona, que vivió en Palestina en los años primeros de nuestra era. Creemos que su modo de vida es el más humano y verdadero. Pidamos vivir como Él diciendo: “que tu Espíritu guíe nuestra vida, Señor”.
Por la Iglesia:
- que se deje conducir más por el Evangelio, que por el Código de Derecho Canónico;
- que sea comunidad, diálogo, respeto, escucha y ayuda.
Roguemos al Señor: “que tu Espíritu guíe nuestra vida, Señor”.
Por las intenciones del Papa (agosto 2023):
- que “la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa siga ayudando a los jóvenes”;
- que “caminen, dando testimonio del Evangelio con su propia vida”.
Roguemos al Señor: “que tu Espíritu guíe nuestra vida, Señor”.
Por la reforma evangélica de la Iglesia:
- que los servidores “ordenados” no dominen, sino hagan comunidad;
- que se reconozca a la mujer capacidad de representar a Cristo.
Roguemos al Señor: “que tu Espíritu guíe nuestra vida, Señor”.
Por los más débiles:
- que consideren a la Iglesia como suya;
- que tengan fortaleza y ánimo para superarse.
Roguemos al Señor: “que tu Espíritu guíe nuestra vida, Señor”.
Por la humanización de la vida:
- que toda violencia y guerras sean eliminadas;
- que los migrantes, refugiados, sin techo, en paro... sean atendidos.
Roguemos al Señor: “que tu Espíritu guíe nuestra vida, Señor”.
Por esta celebración:
- que nos acerque al misterio, lleno de vida, presencia de Jesús;
- que centre nuestra vida en el Amor, “la realidad más grande”.
Roguemos al Señor: “que tu Espíritu guíe nuestra vida, Señor”.
Queremos, Jesús de todos, mirar la vida con tus ojos, descubrir el amor del Padre en todo acontecer. Ayúdanos a vivir como tú, Hijo de Dios vivo, por los siglos de los siglos.
Amén.