Fe activa, amor esforzado y esperanza firme: ingredientes básicos de la vida cristiana Jornada Mundial de las Misiones (Domund 29º TO A 2ª Lect. 22.10.2023)

Señor, queremos ser: “Corazones fervientes, pies en camino

Comentario: “actividad de fe, esfuerzo de amor, firmeza de esperanza” (1Tes 1,1-5b)

Durante cinco domingos consecutivos, leemos la primera carta a los Tesalonicenses, primer documento del Nuevo Testamento (hacia el 50/51 d. C.). A Tesalónica (Salónica, en la provincia griega Macedonia Central, puerto al norte del mar Egeo), entonces capital de la provincia romana de Macedonia, llegó Pablo desde Filipos, sobre el 49/50. Anunció el evangelio unos tres meses, hasta que le acusaron de actuar contra el César (He 17,1-10).

Pablo, Silvano y Timoteo...”(v. 1). “Pablo”, “Paulus”, significa “pequeño”. Así opinaba: “Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios” (1Cor 15,9). Los remitentes son el equipo misionero. Se supone que están de acuerdo con el contenido, no que hayan escrito la carta. Expresa también la conciencia de Pablo de compartir la misión.  

Los destinatarios son la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”. Las comunidades cristianas eligen el nombre de “ekklesía”, que en griego expresaba literalmente: “asamblea parlamentaria de hombres libres”. Nombre que los LXX utilizaron para traducir “qahal: la asamblea de Israel convocada por Dios (He 7,38). Para Pablo, iglesia es toda comunidad de fieles al Mesías. Basada “en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”. Sin duda Pablo eligió el nombre por su significado de elegir y llamar. Son los elegidos, llamados, para realizarse plenamente. Es decir, para “salvarse” de todo mal y llegar a la plenitud humana, como Jesús resucitado.

A vosotros, gracia y paz. Saludo inicial de todas las cartas paulinas (Rm 1,7; 1Cor 1,3; 2Cor 1,2; Gál 1,3; Ef 1,2; Flp 1,2; Col 1,2; 2Tes 1,2; 1Tim 1,2; 2Tim 1,2; Tit 1,4; Fil 1,3). En algunas se añade misericordia (1 y 2 Tim 1,2). Resumen de lo fundamental cristiano: vivir sintiéndose “agraciados” y disfrutando “la paz” que esa “gracia” -el Espíritu Santo- proporciona. Al adherirnos a Jesús, encontramos la paz: sentimos el perdón y el amos de Dios. Por Jesús tenemos acceso a esta situación de “gracia” (Rm 5,2). Vivir en el Amor, Espíritu de Jesús, es nuestro ideal, el “palo mayor” que ocupa el centro de nuestra vida. 

Con exageración literaria,destaca la vinculación espiritual: “en todo momento damos gracias a Dios, y os tenemos presentes en nuestras oraciones, pues sin cesar recordamos ante Dios, nuestro Padre, la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y la firmeza de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor”. Fe activa, amor esforzado y esperanza firme son los tres ingredientes básicos de la vida cristiana, llamadas “virtudes teologales”. “En Cristo nada valen la circuncisión o la incircuncisión, sino la fe que actúa por el amor” (Gál 5,6). Fe, amor y esperanza se implican mutuamente.

Los llama “hermanos amados de Dios, porque “él os ha elegido”. Aporta el por qué sabe que Dios los ha amado y elegido: “pues (òti:  conjunción causal) cuando os anuncié nuestro evangelio, no fue solo de palabra, sino también con la fuerza del Espíritu Santo y con plena convicción” (1,4-5a). Buenos criterios para valorar a una comunidad cristiana: actividad con Espíritu santo y convicción plena. Actividad de amor y convicción personal y grupal. Comunidad que dialoga, vive en amor, conoce y asimila el evangelio, es signo de Jesús en la sociedad... El equipo misionero, ejemplo para la comunidad: “sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien” (v. 5b). Los misioneros de Jesús son “corazones fervientes, pies en camino” (Lema del Domund 2023)..

Oración: actividad de fe, esfuerzo de amor, firmeza de esperanza” (1 Tes 1,1-5b)

Jesús, misionero del Padre:

como los cristianos de Tesalónica, escuchamos el inicio

de una carta de tus misioneros.

Pablo, Silvano y Timoteo...” eran:

“corazones fervientes, pies en camino...;

corazones que ardían «mientras les explicabas las Escrituras»;

ojos que «se abrieron y te reconocieron» al partir el pan;

pies que se ponen en camino, con la alegría

de anunciar a Cristo Resucitado” (Mensaje del Papa 2023).

Nos creemos tu “asamblea”, tu iglesia, tu convocatoria;

asentados “en Dios Padre y en ti, Señor Jesucristo”; 

agradecemos hoy el deseo de los misioneros,

hecho realidad entre nosotros: “gracia y paz”;

son los regalos que tú, Jesús de Dios, nos has traído: 

paz a vosotros...; recibid el Espíritu Santo” (Jn 20,21s).

Tus misioneros traen tu gracia y tu paz”:

dones del Espíritu que animaba y conducía tu vida:

tu modo de acercarte a la gente;

tus preferencias y prioridades;

tu reparto de actividades y tiempos;

tu relación con el Padre del cielo;

tu actitud ante la ley, la religión, la familia...

En tu vida concreta descubrimos la “actividad de tu fe”:

la amistad confiada que tienes en el Padre-Madre Dios;

la amistad que ofreces a las personas, todas amadas por Dios;

la amistad a toda la creación, donde percibes

la actuación del Dios Padre y tuya” (Jn 5, 17).

“El esfuerzo de tu amor” es evidente en el evangelio:

curas a los enfermos de toda dolencia;

te conmueve la situación de la gente

que no tienen lo necesario para vivir,

que viven sólo para ellos, sin sentido fraternal,

que están marginados y excluidos;

desenmascaras la hipocresía de los religiosos oficiales;

te sientas a la mesa con cualquiera...

La firmeza de tu esperanza” también brilla en tu vida:

educas a los discípulos en la no violencia activa,

en el servicio humilde, lavándoles los pies;

en el desprendimiento de poder, riqueza, honores;

tomas la decisión de ir a Jerusalén” (Lc 9,51)

a proponer la gran esperanza, el reino de Dios;

afrontando desprecio, traición, crueldad, cruz, muerte;

pones tu vida en las manos del Padre-Madre,

aceptando humillaciones y dolores de la fuerza bruta;

entregando el Espíritu para que vivamos

como hijos de Dios y hermanos de todos,

sin devolver mal por mal,

confiando en el perdón gratuito del Padre,

esperando “verle tal cual es” (1Jn 3,2).

Preces Fieles (D. 29º TO A 2ª L. 22.10.2023)

Hoy celebramos el hecho de unos cristianos a los que “el encuentro con Cristo en la Palabra y en el Pan partido encendió su entusiasmo para ponerse en camino y anunciar que el Señor ha resucitado verdaderamente” (Papa Francisco: Domund 2023). Pidamos ser sus misioneros, diciendo: Corazones fervientes, pies en camino.

Por la Iglesia, comunidad de hermanos:

- que vivamos en el amor del Padre-Madre;

- que nos sintamos asamblea “en Dios Padre y en el Señor Jesucristo”.

Señor, queremos ser: Corazones fervientes, pies en camino.

Por las intenciones del Papa (octubre 2023):

- que el Sínodo “adopte la escucha y el diálogo como estilo de vida eclesial”;

- que “la Iglesia se deje guiar por el Espíritu Santo hacia las periferias del mundo”.

Señor, queremos ser: Corazones fervientes, pies en camino.

Por los misioneros:

- que imiten a Jesús, el misionero del amor del Padre-Madre;

- que sientan la fuerza del Espíritu-amor, acompañante eterno.

Señor, queremos ser: Corazones fervientes, pies en camino.

Por los que no conocen a Cristo:

- que tengan su espíritu abierto a la verdad y a la vida;

- que encuentren a un misionero, testigo del amor de Jesús.

Señor, queremos ser: Corazones fervientes, pies en camino.

Por los más débiles: enfermos, parados, refugiados...:

- que encuentren en nosotros fuerza y amor para superarse;

- que su situación conmueva las entrañas de los violentos y egoístas.

Señor, queremos ser: Corazones fervientes, pies en camino.

Por esta celebración:

- que nos dé a sentir la urgencia del reino de la fraternidad;

- que nos fortalezca y anime a ser testigos del amor de Jesús.

Señor, queremos ser: Corazones fervientes, pies en camino.

Queremos, Señor,“salir con los corazones fervientes, los ojos abiertos, los pies en camino, para encender otros corazones con la Palabra de Dios, abrir los ojos de otros a Jesús Eucaristía, e invitar a todos a caminar juntos por el camino de la paz y de la salvación que Dios, en Cristo, ha dado a la humanidad”. Que “Santa María del camino, Madre de los misioneros de Cristo y Reina de las misiones, ruegue por nosotros”.

Te lo pedimos a ti, Jesús resucitado, que vives por los siglos de los siglos.

Amén.

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