Para soñar la Iglesia que Jesús quería hay que volver a las fuentes de la Iglesia Las palabras de Francisco sobre el sacerdocio se dirigen a célibes y casados
El clero católico es un grupo cerrado en sí mismo
| Rufo González
Habría que decir en primer lugar que el Papa, cuando habla sobre el sacerdocio, piensa en toda la Iglesia, donde ejercen el ministerio “también presbíteros casados muy beneméritos” (PO 16). Luego, si no lo excluye, sus palabras tienen sentido para sacerdotes célibes y casados. En este mes de junio, Francisco ha emitido dos discursos enjundiosos sobre el sacerdocio: Discurso en la residencia sacerdotal de San Luis de Francia en Roma (7 junio 2021) , y al Seminario Regional Pontificio de las Marcas "Pío XI" (10 junio 2021). Subrayo y comento hoy las principales ideas expuestas en la residencia de presbíteros de San Luis de Francia en Roma.
- “En una sociedad marcada por el individualismo, la autoafirmación, la indiferencia, vosotros lleváis a cabo la experiencia de vivir juntos con sus retos diarios... En efecto, vuestra vida fraterna y vuestros diversos compromisos son capaces de hacer sentir la fidelidad del amor de Dios y su cercanía. Un signo, una señal”.
Es lo propio de toda comunidad cristiana: el matrimonio en Cristo y su familia, las comunidades de cristianos de diversa categoría y condición: religiosos y religiosas, monjes y monjas, cofradías, parroquias... Todo grupo cristiano es llamado a ser signo del amor de Jesús que desafía “al individualismo, la autoafirmación y la indiferencia”. Máxime habría que suponerlo cuando el grupo lo forman presbíteros de la Iglesia, ya que ellos han sido llamados a cuidar las fraternidades en calidad de responsables muy destacados del Evangelio, de la Memoria eucarística y del Amor comunitario.
- “En este año dedicado a San José...,no debemos dejar de lado la fragilidad: es un lugar teológico. Mi fragilidad, la de cada uno de nosotros, es un lugar teológico de encuentro con el Señor. Los curas "superhombres" acaban mal... El sacerdote frágil, que conoce sus debilidades y habla de ellas con el Señor, ese irá bien. Con José, estamos llamados a volver a la experiencia de los actos sencillos de acogida, de la ternura, del don de sí mismo”.
Me alegra el diagnóstico de que “los curas `superhombres´ acaban mal, todos ellos”. El problema es que la ley eclesial obliga a los sacerdotes seculares, al menos en su parte occidental, a superar una tendencia humana fuerte. Los hace “superhombres”. Les obliga a vivir en soltería, si quieren ejercer su ministerio vocacional. Impide el ministerio a miles de presbíteros y obispos. Han gritado su protesta por todo el mundo, se han asociado para cuidar su espíritu ministerial, ejercen no oficialmente en diversas situaciones... La autoridad eclesial no oye ni atiende su “fragilidad: lugar teológico de encuentro con el Señor”. Sabiendo que la voluntad de Jesús es el celibato opcional -ahí está el Nuevo Testamento (Mt 19,12; 1Cor 7,9.25.36ss; 1Tim 3,2-5; Tit 1,6)-, no es evangélico seguir manteniendo esta ley. Ley que ha dado quebraderos de cabeza a la Iglesia, priva de la eucaristía a cientos de comunidades, trae sufrimiento innecesario. El celibato por el Reino de Dios hace bien a la Iglesia. Su obligatoriedad proporciona inhumanidad. La conciencia actual de Derechos humanos está exigiendo suprimirla.
- “En la vida comunitaria, siempre existe la tentación de crear pequeños grupos cerrados,de aislarse, de criticar y hablar mal de los demás, de creerse superiores, más inteligentes. El chismorreo es una costumbre de los grupos cerrados, también una costumbre de los curas que se vuelven solterones: van, hablan, chismorrean: esto no ayuda. Y esto nos amenaza a todos y no es bueno...”.
El clero católico es un grupo cerrado en sí mismo. Tan cerrado como que tiene por ley una serie de ataduras que les aísla de los demás seres humanos. Y la principal es el celibato obligatorio de por vida. Incluso más allá de la jubilación de su ejercicio. A esto se le añade la vestimenta singular, obligatoria legalmente. Y otra serie de normas que les atan para no poder desatarse fácilmente: prohibición de trabajo civil, vivienda eclesial, conciencia supremacista de elegidos -hasta la palabra clero: porción, suerte, herencia... del Señor se la han apropiado en exclusiva-, consagración exaltada por encima del bautismo, títulos propios -reverendo, prelado, ilustrísimo, monseñor, excelentísimo, eminencia, santidad, beatitud- con categorías divinas inverosímiles. ¿Cómo no se van a “creer superiores” a los demás bautizados? Hasta 1965 tenían su propia lengua, y nadie entendía sus celebraciones. Y su poder omnímodo sigue aún en su Código. Han concedido algunos “Consejos” sin capacidad decisoria alguna. Pocas organizaciones humanas, salvo mafiosas, tienen separación tan grande entre dirigentes y socios, entre pastores y pueblo, entre clero y seglares...
- “Que seáis «pastores con "olor a oveja"» (Homilía, 28 marzo 2013), personas capaces de vivir, de reír y llorar con vuestra gente...El sacerdocio ministerial es una consecuencia del sacerdocio bautismal del santo pueblo fiel de Dios...Despojaos de vosotros mismos, de vuestras ideas preconcebidas, de vuestros sueños de grandeza, de vuestra autoafirmación, para poner a Dios y a las personas en el centro de vuestras preocupaciones cotidianas...”.
Esta empatía que pide el Papa a los sacerdotes exige una gran encarnación social. Siendo casado, obrero, empresario, profesor, médico, enfermero... está en la mejor condición para “vivir, reír y llorar con vuestra gente”. El soltero lo tiene más difícil, aunque puede lograrlo viviendo libremente las mismas penurias, sintiéndose hermano, frágil, igualmente consagrado por el bautismo, agraciado por su carisma servicial.
“Queridos hermanos sacerdotes, os invito a tener siempre grandes horizontes, a soñar, a soñar con una Iglesia totalmente al servicio, con un mundo más fraterno y solidario. Y para ello, como protagonistas, tenéis una contribución que ofrecer... No tengáis miedo de atreveros, de arriesgaros, de seguir adelante, porque todo lo podéis hacer con Cristo, que os conforta (cf. Flp 4,13). Con Él, podéis ser apóstoles de la alegría, cultivando la gratitud de estar al servicio de vuestros hermanos y de la Iglesia, y el sentido del humor”.
Para soñar la Iglesia y el mundo que Jesús quería hay que volver a las fuentes de nuestra Iglesia. El último número de la revista “Tiempo de hablar...”, abre con un editorial titulado “Sacerdocio común” que invito a leer. De ella es este párrafo: “La novedad de Jesús es que todos somos sacerdotes... Nos encontramos, tras dos mil años de historia, con que el tema del sacerdocio cristiano ha entrado en grave crisis, hasta el extremo de amenazar el modelo eclesiológico bipolar Clérigos-Laicos. ¿Se trata simplemente de una crisis vocacional o más bien de un retomar el Evangelio y ver si el sacerdocio de Jesús , propio de todo cristiano, se ha mantenido en su recorrido histórico en lo que de verdad es o se lo ha reemplazado por otro, que lo trastueca profundamente? Cuestionar la figura del sacerdote vigente suscitará asombro, dudas y protestas inacabables. Pero no por ello, podemos renunciar a preguntarnos si la figura clerical dominante responde al nuevo sacerdocio de Jesús, con las consecuencias que esto conlleva para sus seguidores” (Th Nº 165 abril 2021).
Jaén, 25 de junio de 2021