Virgen de Campanar, popular imagen de cuatro decímetros de altura La imagen de escayola que era raspada para que su polvillo propiciara un buen parto
Su diminuta imagen, cuatro decímetros de altura, fue fallada en unas obras que se hacía en la cripta del templo el 19 de febrero de 1596
En sus Gozos se canta: “Madre del verbo sin par, / aclamada en tierra y cielo / sed para todos consuelo, / o Virgen de Campanar"
"El topónimo Campanar remite a la campiña romana y su origen se sitúa en el tiempo visigodo de la historia de Valencia"
"El topónimo Campanar remite a la campiña romana y su origen se sitúa en el tiempo visigodo de la historia de Valencia"
| Baltazar Porras corresponsal en Valencia
El mes de febrero en el populoso barrio valenciano de Campanar múltiples actividades están dedicadas a la Virgen advocada con el topónimo del antiguo pueblo huertano, isla dentro de la gran ciudad, a la manera del village de Nueva York. Una imagen que hasta hace poco tenía solicitudes de parteras que acudían a que el párroco raspara su imagen de escayola para consumir sus polvillo con agua para tener un buen parto. La costumbre fue eliminada con la excusa de que la imagen de la Virgen estaba muy deteriorada, tiene en su espalda una gran oquedad, pero es de suponer que concluyó al razonar alguien que aquello de científico no tenía nada.
En llegando al lugar uno descubre de inmediato que Campanar es un pueblo que conserva fuerte el espíritu de pueblo dentro de la gran ciudad y que se resiste a ser doblegado y subsumido por la urbe más de lo que se le ha extorsionado. Un pueblo que por fortuna no cumple con el refrán de “Pueblo pequeño, infierno grande”, pues nada avieso y despierto para que las turbulencias de los temporales de las modas no le afecten.
Hoy, barrio de Valencia, le sigue presidiendo e identificando la esbelta y erguida torre campanario de su iglesia, construida en el XVII, estética señal de identidad que une a los lugareños, de manera unánime, en el curioso y singular centro histórico, corazón urbanístico de la población. Es el faro de la isla que dormita a sus pies, quieta, tranquila y serena, no sometida al fragor de los rigores de la capital. Es señal que avisa de la pervivencia un pueblo cargado de historia, aferrado a él como sagrada seña de identidad civil y religiosa, vigía y guarda de su Virgen Patrona, advocada de Campanar por los lugareños, aunque oficial y canónicamente se le intitule de la Misericordia.
De Campanar y sus tradiciones se ha escrito mucho. En 1714, Bartholomé Combes publicó un libro sobre el “Feliz hallazgo del más rico, y celestial tesoro María Santísima, aplaudida en su peregrina imagen de Campanar”, donde no sólo hablaba de esta diminuta imagen, a la que tanta devoción tienen las mujeres que van a parir, sino de su tesoro huertano, que comparó a los campos Elysios franceses “por su fertilidad, belleza, situación y clima”, huertas hoy en gran parte desaparecidas por la voracidad y la especulación de las promotoras y constructoras, y, -por qué no decirlo-, de la inacción u omisión política a la hora de preservar y actualizar el potencial huertano, despensa de Valencia. Ni han salvado la huerta, ni a sus orfebres labradores. Otro tanto habría que predicar de las Universidades que fulminaron y asfaltaron lo mejor de la huerta de Benimaclet.
Topónimo visigodo
El topónimo Campanar remite a la campiña romana y su origen se sitúa en el tiempo visigodo de la historia de Valencia. Es un topónimo latino, como Paterna, respetado y usado durante la dominación musulmana del territorio y que nadie por suerte ha alterado bajo la excusa de ninguna normalización. Cuando Jaime I repartía el botín del saqueo r a los valencianos de religión islámica, moros, sus legítimos propietarios, un año antes de entrar en la capital, ya la nombraba como Campanar.
Veamos el apunte 257 del Llibre de Repartiment. Está en latín: “B. Cerda, domos in Valencia (et ortum de Amet de Abenjucet) et II Jovatas in termino de Campanar, de Jucef Aleri Alhagen, et unum ortum in termino”. Es decir, los árabes habían conservado en su dominación y cultura el topónimo Campanar, los cristianos vencedores también y sigue llamándose así.
Fueron los valencianos de religión islámica quienes trazaron la tupida red de canalizaciones de riego, sobre tres acequias principales, las cuales vigorizaron y dinamizaron la huerta de Campanar. El trabajo lo hicieron a partir de unas sobre unas primitivas y básicas infraestructuras romanas. Hicieron, al igual que con las huertas de Russafa y Benimaclet, un vergel aquí. Auténticos oasis, como los dispuestos por los árabes en sus desiertos: vegetación alta, media y baja. Había también en Campanar frondosos pinares que sirvieron para suministrar madera con que construir los palacios en Valencia, uno de ellos fue el de los Duques de Gandía, los Borja, hoy sede de las Cortes Valencianas. Acostumbrados a luchar contra la dificultad del terreno y del clima desértico, aquí la agricultura para ellos fue un coser y cantar. Le sacaron mucho rendimiento.
La huerta de Campanar era la joya de la corona apetecida por los conquistadores, de ahí que el monarca aragonés repartió en distintos trozos esta huerta para regalarla, con sus alquerías y molinos –uno de ellos el Molí dels Frares, de los Dominicos, una especie de oratorio o casa de retiro con restos de una pìntura estampa militar del asedio a un castillo interesante- a quienes le habían acompañado en la campaña militar sobre Valencia. Del yugo y tiranía de los señores feudales no se libraría Campanar hasta la Constitución de La Pepa, en 1812. En 1836 logró ser municipio, con Ayuntamiento propio, pero en 1897 los políticos de turno acabaron con su independencia y autonomía anexionándolo por la fuerza a Valencia.
La actual Iglesia se hizo sobre una capilla primitiva del palacio de los Valeriola, señores del Lugar, a la que se añadió un trozo de solar donado por Pedro Raimundo Dalmao, a quien se le nombró patrono del templo y se le concedió abrir una tribuna a la iglesia desde su casa colindante para oir Misa, la que aún existe. Las familias del Barón de Barcheta y del Marqués de Sotelo han ostentado el patronato de esta iglesia, donde es venerada la Virgen de Campanar, Virgen de la Misericordia.
Su diminuta imagen, cuatro decímetros de altura, fue fallada en unas obras que se hacía en la cripta del templo el 19 de febrero de 1596. La imagen tienen una oquedad notable en la espalda por la costumbre que se tenía de rasparla para desprender de ella polvillo de escayola que con agua se bebían las mujeres a punto de dar a luz y temían un parto complicado.
A esta Virgen dedica Campanar sus grandes fiestas durante el mes de febrero organizadas por los Clavarios a quienes se ha sumado en los últimos años un inasequible al desaliento, Miguel Angel Bustos, quien las ha nutrido, actualizado y dinamizado con todo tipo de actividades: Feria del Libro, Moros y Cristianos, Porrat, Cant Valencià… Todo un sin parar en honor a la Reina de los Campos Elíseos de Valencia, la Virgen de Campanar, cuyos antiquísimos Gozos, editados en 1757 por Laborda, se conservan en el Archivo de la Catedral de Valencia.
En su estampado aparece la imagen de nuestra Señora de Campanar, sobre pedestal, coronada y nimbada, en su brazo derecho lleva al niño desnudo, coronado y nimbado. Y a sus pies se encuentran cuatro ángeles . En la parte superior leyenda “Madre del verbo sin par, / aclamada en tierra y cielo / sed para todos consuelo, / o Virgen de Campanar".