El Popular San Antonio Abad "Te meyns vergonya que el porquet de sant Antoni"
En casi todos los pueblos valencianos se festeja este fin de semana por la juventud al santo y popular eremita egipcio.
La de sant Antoni del porquet emerge en el año la primera de forma apresurada en el Calendario Festivo, más importante que el Laboral, urgida, empujada, por el afán que tenemos los humanos de vivir en estado permanente de fiesta
“Dels sants de gener, sant Antoni es el primer”. Cerrado el larguísimo puente festivo navideño, levantada la hueste en tregua para un necesitado descanso, en el aparato festivo valenciano emerge como ave fénix la primera gran y popular celebración del año, sant Antoni del Porquet, para que no decaiga la fiesta, aunque se esté en lo más duro del invierno.
Aunque la fiesta litúrgica del santo es el 17 de enero, los actos ya han comenzado en muchos pueblos y algunas se polongan hasta mediados de febrero, éstas por la coordinación que se tiene entre los caballistas para asistir a unos y otros lugares a las bendiciones de animales y sus correspondientes desfiles...
La fiesta de san Antonio Abad –eremita egipcio de los primeros tiempos del cristianismo- marca un tiempo claramente invernal, lo refleja nuestro refranero patrio. “‘Entre Sant Antoni i Sant Sebastià, més fred que entre tot l’any fa’, ‘Per Sant Antoni fa un fred del dimoni’, ‘Sant Antoni del porquet és el primer sant del fred’. it: ‘Sant Antoni el gela, Sant Vicent el mata i la Candelera l’enterra’.
Es una fiesta que por lo general en los pueblos se encomendó a los jóvenes en edad militar como sordina y anestesia de su sorteo y envío a los más dispares destinos que les deparaba el bombo de la lotería castrense. Abandonaban la comodidad de la casa y pueblo y salían hacia desconocidos paraderos.
Era punto de partida de una nueva etapa, despedida de lo que les era entrañable, y tenían por abandonado a san Antón, sant Antoni del Porquet, de quien sabían poco, pero les era muy familiar y popular, le veían cercano, accesible, natural y hasta muy moderno a pesar de su antigüedad histórica por su amor a los animales.
Al santo, la muchachada le caía bien, y con él hacían las más curiosas travesuras al tratarle de tú a tú, tocándole de sombrero y pañoleta, como uno más de los quintos, y llevándoselo con ellos al río, a comer o a cenar, incluso al baile de la víspera, con el consiguiente cabreo de los curas, quienes veían en ese trato de colegas una inmensa falta de respeto. Recuerdo el caso de un cura quien quiso no sacar la procesión del santo, porque todos los quintos, festeros, se habían fotografiado en el programa de fiestas con el culo al aire.
Anécdotas aparte, el santo es muy querido y respetado, admirado, en los pueblos valencianos, donde se le festeja con fervor, emoción e ilusión, de parte a parte de nuestro territorio, y con todas las solemnidades del caso, algunas de ellas teniendo por marco el infaltable fuego de todas las culturas festivas de la humanidad.
San Antón o Sant Antoni del porquet ha sido aclamado por nuestros agricultores y ganaderos desde remotos tiempos como protector y cuidador del ganado, de los animales, hecho que hizo estuviera su estampa siempre en cuadras y establos. Era una manera de desear que ninguna peste o epidemia, ningún mal se cebara sobre ellos, por ser fundamentales en la economía familiar.
Se le impetraba para espantar lo malo, lo negativo, y purificar, ayudándole en esta tarea el fuego de las fogatas, las hogueras, que en la noche víspera de la fiesta se encendía allá donde se le festejaba. En torno a su calor y luz, a su lumbre, sentábanse viejos y jóvenes a contar, recordar, interpretar o desear los mejores augurios, ahuyentados los malos espíritus, las cosas negativas, al tiempo que los más avezados y osados saltaban, cruzaban o caminaban sobre llamas y brasas. Recreaban lo que habían visto y vivio de años anteriores.
Entre los dados a lo extranatural o sobrenatural laico existían fórmulas mágicas, botánicas, que curaban algunos males, raros algunos como lo del amor, que pronto fueron cristianizados y bautizados con el nombre del santo, aunque no con la fuerza y el predicamento de la noche de san Juan.
El porquet
Tenía su cuota pareja de popularidad el porquet de sant Antoni –“Te meyns vergonya que el porquet de sant Antoni”, “‘Val més ser porc de Sant Antoni, que el passegen amb música”, incluso se le atribuyó concesión de algunos poderes, como el conceder a las jóvenes casaderas el don deencontrar pronto noviosi se le tocaba la campanilla al cerdito, en aquellos tiempos que a ellos y ellas la moral recatada imperante hasta les impedía hasta mirarse por la calle. De ahí que se popularizara el refrán “Sant Antoni del porquet a les velles fa carasses i a les jovens romancets”.
La de sant Antoni del porquet emerge en el año la primera de forma apresurada en el Calendario Festivo, más importante que el Laboral, urgida, empujada, por el afán que tenemos los humanos de vivir en estado permanente de fiesta, desespero que nos produce la rutina y los problemas diario que tenemos, crónicos o accidentales. No podríamos vivir, sobrevivir, si no fuera por la gran cantidad de tropezones festivos que tenemos a lo largo del año, de la vida.
El estar permanentemente de fiesta es una manera de aguantar y soportar, sobrellevar, el fisio vivir, o diario sufrir de esta vida donde, en palabras de Jean Paul Sartre, en su obra teatral “A puerta cerrada”, “el infierno son los demás”. Algo que no es de nuestros tiempos, es una constante histórica.
En nuestra ciudad tuvimos en un período de nuestra historia un día de fiesta, de precepto y obligatoria, uno de cada tres días, hasta que entró en cordura el Consell de la Ciutat y comenzó a suprimir fiestas y mandó a la gente a trabajar. Y como la inmensa mayoría de fiestas eran de índole religiosa hasta hubo que pedir al Papa permiso para que se pudiera trabajar, aunque fuera de precepto, es decir obligación, el acudir a oír Misa.
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