Diplomacia vaticana, la compleja tarea de ser fiel al Evangelio y no solo a las conveniencias políticas Los secretarios de estado
Bajo el título “los secretarios de Estado, diplomáticos con el Evangelio” y dirigido por Pino Esposito, un grueso volumen recoge la historia de la secretaría de estado vaticana, una institución de algo más de cuatro siglos
La casi totalidad de los secretarios de estado han sido italianos. En la actualidad es el Cardenal Pietro Parolin (2013-), quien fuera nuncio en Venezuela, a la que sigue con verdadero fervor en nuestra complicada situación
Un grueso volumen de más de 600 páginas bajo el título “los secretarios de Estado, diplomáticos con el Evangelio”, bajo la dirección de Pino Esposito, recoge la historia y evolución de esta importante y moderna institución eclesiástica. Ofrece una detallada biografía de cada uno de los que han ocupado dicho cargo hasta el sol de hoy En colorido apéndice cierra la obra dedicado a la narración de los eventos a través de la filatelia vaticana.
En la introducción se señala la originalidad y aporte de este estudio a una institución eclesiástica de algo más de cuatro siglos que ha sido poco estudiada a fondo por los investigadores. Debemos remontarnos a los azarosos años del siglo XVI en los que el cisma luterano provocó una reconducción de la política vaticana, al interno y al externo de la propia Iglesia, en su relación, entonces nada fácil con los monarcas y príncipes europeos, y, con el poder político y económico de algunas instituciones eclesiásticas. A ello hay que sumar las nuevas exigencias misioneras producto de los descubrimientos de las tierras americanas y los nuevos caminos para llegar al extremo oriente.
Los Sumos Pontífices del siglo XVI, en más de una ocasión tuvieron a su lado para el manejo de los asuntos más delicados y hasta para el gobierno ordinario, a familiares cercanos o allegados a las familias más representativas del entorno de donde provenías. Fueron los llamados “cardenales nipotes”, algunos de los cuales sobresalieron por su virtud y pericia, y otros, fueron duchos conductores de la política de entonces.
No coinciden los estudiosos en señalar con claridad cuando surge de manera estable y definitiva esta institución de la curia romana, encargada de llevar adelante las directrices de los respectivos Papas. Sin embargo, la locución latina “Secretarius Status”, o “Secretario de Estado”, se consolida a comienzos del siglo XVII, aunque el término fue usado o atribuido a alguno de los más cercanos colaboradores de los Pontífices del siglo XVI. Lo cierto es que el surgimiento de este cargo es análogo a lo que hicieron en ese tiempo las monarquías europeas. En Francia, en efecto, la figura del “Secretaire d´Etat” se define y toma peso bajo los reinados de los infantes Francisco II y Carlos IX, en la mitad del siglo XVI.
El primer Secretario de Estado, en el sentido moderno, fue el Cardenal Giovanni Giacomo Panciroli (1644-1651), rindiendo homenaje a la reforma del Papa Inocencia X en la que se da un paso decisivo en la emancipación del cargo de cualquier interferencia nepotista. Toma su rostro más actual con la aparición de la Sagrada Congregación para los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, bajo el pontificado de Pío VII en 1814. De entonces a nuestro tiempo ha ido perfilando su competencia a exigencia de los tiempos y de las reformas, sobre todo después del Concilio Vaticano II (1962-1965), y bajo la actual reforma de la Curia bajo el Papa Francisco.
La casi totalidad de los secretarios de estado han sido italianos. Habrá que esperar hasta el siglo XX para que Pío X escogiera a Rafael Merry del Val y Zulueta, hispano-inglés, durante todo su pontificado (1903-1914). Pasado el Vaticano II, Pablo VI nombró a Jean Marie Villot (1969-1979), francés. El actual es el Cardenal Pietro Parolin (2013-), quien fuera nuncio en Venezuela, a la que sigue con verdadero fervor en nuestra complicada situación.
La diplomacia vaticana tiene como finalidad, la compleja tarea de ser fiel al Evangelio y no solo a las circunstancias mudables de las conveniencias políticas.
42.- 24-9-19 (3601)
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