Respuesta a un cura - (¿Caminar o paralizarse enterrando el talento?)
Querido Carlos, sacerdote y hermano, gracias por darme tu opinión. Estoy totalmente de acuerdo. Se ha de cambiar la forma de nuestras catequesis y acentuar la trasmisión del "verdadero rostro de Dios" en todos los niveles. Es imposible amar lo que no se conoce, "nihil volitum quim precognitum", te enseñaron en Filosofía, ¿recuerdas?
Tampoco se puede amar lo que se ve con desconfianza, temor o vértigo. La reacción natural y muy razonable es huir o rechazar. Puede que esa reacción se produzca más tarde, en la juventud o madurez, cuando concientizas que todo eso que te explicaron no te sirve y no te llena. Quizás haya que adelgazar la ortodoxia y aumentar la consciente ortopraxis, como dicen los entendidos. Lo mismo habría que decir de las discutidas clases de Religión: menos temario y más coherencia de profesores y alumnos.
¡Ese es el gran problema que parece no aciertan a ver nuestros dirigentes! Ellos pretenden enseñar mucho, una formación lo más completa posible y con muchos dibujitos. Pero la fe no nace de extensas doctrinas, ni de historietas del Antiguo Testamento, sino de la aspiración a un Infinito que nace en el fondo del corazón. Por eso es tan importante poner "rostro" a ese Infinito. Es más, ponerle cuerpo y alma. ¿Acaso no es esa la finalidad de la Encarnación? Dios se encarnó en el Hombre para que el Hombre se humanizara en Dios. "¡Qué torpes sois y que lentos…!" (Lc 24,25).
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Por citarte un ejemplo de abarcar mucho y apretar poco, ahí tienes las lecturas litúrgicas que llueven sobre niños y adultos. Nos inundan con "cuentos" del AT, que para nosotros no tienen significado alguno, mientras nos limitan la lectura de un riquísimo y cristiano NT. Ayer mismo bajé, devoto y concentrado, a la Eucaristía del Hospital donde convalece mi esposa. Era la primera una larga lectura de matanzas de judíos a manos de filisteos. Te aseguro que salí con mal sabor de boca preguntándome: ¿Para qué me sirve esto hoy? ¿Acaso alumbra mi vida de cristiano? ¡Rotundamente no! ¿Entonces?
Esa manía doctoral de recorrer "toda" la Biblia -o la mayor parte- porque toda es "sagrada" me resulta inasumible e irracional. ¿Sabrán los regidores que los "signos de los tiempos" son una fuente de luz citada en el propio Evangelio? Hay imposiciones canónicas que repelen, en vez de acercarnos al Misterio y motivarnos a vivirlo. Voy a tener que convencerme de que realmente se ocultan cosas a los "sabios y entendidos" (Mt 11,25). ¿Por qué, entonces, tanto absolutismo, tanto inmovilismo, tanto autobombo?
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¿Tu conciencia te exige avanzar o repetir y repetir, como un papagayo, fórmulas agotadas y contradictorias? Y fíjate que he citado solo un botón de muestra. Clavados tengo, como un cilicio, más botones que una sotana. Desde la obsoleta liturgia eucarística, plagada de sacrificio (en vez de fraterna acción de gracias), sangre redentora (la vengativa teoría medieval), oraciones absurdas (queriendo despertar a un "dios durmiente, sordo y olvidadizo"), encumbramiento de los de arriba (también en la oración), etc. Hasta el Oficio divino (con abundantes salmos impronunciables para un cristiano), el desactualizado Catecismo (contradicho en parte por la teología eclesial), las "santas" aberraciones de algunos santos (propuestas todavía como ejemplo), etc. ¡Es imprescindible actualizarse! ¡No se puede alimentar a los fieles con los huesos rechupados de teorías o rutinas caducadas!
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Hay versículos del Evangelio que llevo grabados como estigmas:"Y al ver a la gente, se compadecía de ella, porque estaban cansados y decaídos como ovejas sin pastor" (Mt 9,36). Menos mal que hay curas, religiosos, misioneros y catequistas (ellos y ellas), que estáis regando la Viña con misericordia pastoral, tratando de disimular las vergüenzas de determinados oficialismos y la momificación de parte de nuestra religión.
Bien sabes lo que me duele confesar todo esto porque no soy nada extremista. Pero es lo que observo, lo que mi experiencia recoge, lo que muchos me lloran. No puedo, ni debo mentir. ¡Hay que ponerse las pilas sin caer en cómplices ocultaciones! ¡Es urgente abrir puertas y ventanas al Espíritu con concilio o sin concilio!
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Un queridísimo cura argentino -al que ha poco la enfermedad transportó a la Casa del Padre en plena madurez- me contó cómo había nacido su vocación. Nunca olvidaré esa preciosa historia y la emoción que me produjo.
Una pandilla de mozalbetes, entre los que estaba mi amigo, se divertía tirando piedras al campanario y los vidrios de la iglesia. Cuando apareció el joven párroco en el atrio, echaron a correr como conejos. Pero logró alcanzar a dos de ellos. Los demás, al observar de lejos que los capturados hablaban y reían con el curilla, se fueron acercando. Todos terminaron merendando y riendo con el apedreado. Mi amigo me contó, con los ojos llenos de lágrimas, que entonces decidió: "Yo quiero ser como éste".
Y lo fue. Llegó a ser su Vicario y sirvió en aquella misma Parroquia sin que nunca más surgieran pedreas juveniles. Es que "hacer es la mejor forma de decir", como resumen los cubanos.
¡Qué lentos somos, ciertamente, los hijos de la luz! Intuyo que el problema de nuestras incoherencias y teorizaciones solo empezará a arreglarse cuando haya curas y obispos apasionados por el Pueblo de Dios que den cabida a los laicos en las decisiones eclesiales. ¿Quiénes son los destinatarios? ¡Pues ellos son los primeros que deben opinar! Sobre todo si han hecho un camino y pueden decir, por experiencia, lo que les ha beneficiado o perjudicado.
¡Qué dolor, hermano mío, sentir a una teorizante jerarquía tan lejos del Pueblo! A pesar de sus buenas intenciones, de sus deseos, de sus esfuerzos… No han descubierto todavía la "comunicación ascendente" o tienen miedo de lo que podamos decirles. Siguen con el esquema de las dóciles ovejitas en una sociedad donde la libertad ha estallado como la aurora. ¿Por qué no aprenden de los hijos de las tinieblas como advierte el Evangelio? ¿Por qué no nos preguntan a los interesados? ¿Por qué nos tratan como a material inerte que hay que canalizar? ¿Por qué no caen en que el Espíritu también habita en el Pueblo?
No soy más que un lento y frágil sembrador a quien han asaltado más dudas de las que tú cuentas. Tal vez no soy más que el asno de apoyo. He tenido que buscar respuestas dentro e ingeniármelas para tomar distancia de algunas contaminaciones que me enseñaron (la antigua y perniciosa "teoría de la redención", por ejemplo).
Me he empeñado en "buscar el verdadero rostro de Dios", cogerme de su mano y "amar a su Pueblo" con locura. ¡Qué gozo si me sintiese apoyado, motivado, acompañado...! En vez de frenado por personas y teorías desactualizadas que embalsaman la fe y pretenden conservarla sin vida.
¡Su Rostro y su Pueblo! Esos son los dos motores que me hacen publicar lo que descubro. Soy consciente de que llego a pocos, que mi siembra es pobre y escasa. Pero no puedo callar. Hay algo dentro de mí que me impulsa y me levanta, quizás mezclado con mi vanidad. Pero muchas personas me piden que siga escribiendo porque les hace bien lo que leen. Frecuentemente tengo la extraña sensación de que no es mío lo que leen, aunque yo lo haya escrito. ¡Gracias por darme ánimos con tu reconocimiento y con los autorizados escritos que me mandas!
La verdad, no creí que fuera tan duro confesar la propia intimidad cristiana, o abrir caminos, o quitar fardos de algunas espaldas, o sentirse fascinado por la Misericordia, tan contradictoria a veces con "el sábado". Sobre todo cuando los que se dicen "muy católicos" te censuran y te apedrean...
Todo está escrito. Es pura repetición: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados!" (Mt 23,37 y Lc 13,34). ¡Qué duro cuando te llegan las pedradas por ser jumento de profeta! Me sigue animando el "Habla y no calles" (Hch 18,9). Prefiero parecer necio ante los contradictores de aquí abajo que ponerme colorado cuando el Dueño de la Viña me pregunte por mis talentos.
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Un abrazo inmenso, Carlos, con ese dulce amor fraterno que me nace espontaneo dentro para vosotros los curas. ¡Qué poco conscientes somos de vuestro valor, vuestra entrega y vuestro servicio! Pero eso requeriría otra carta mucho más larga que algún día escribiré. Hoy solo quiero decirte: ¡Gracias! ¡Te sigo queriendo!
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LA VOZ DE LOS LECTORES: (La última comunicación del amigo cura que he citado, en la mejoría previa a su llegada al "valle del abrazo").
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Hola Jairo:
Cada vez que tengo acceso a tus artículos, es como llegar a un remanso de serenidad para el alma en la que pones de relieve cómo "las cosas de Dios", no son complicadas, sino que tienen la simplicidad del Amor cercano al hombre, que llama al encuentro con el hombre.
A través de la simplicidad del pensamiento, sentir la alegría de que todo cambio es posible, que en la medida que nos vamos encontrando con nuestro Padre Dios, nos va abriendo el corazón, para un encuentro con nuestros hermanos, para ir creciendo juntos.
Te cuento que, gracias a Dios, ya estoy recuperado, ha sido un llamado a tener conciencia de los límites de la persona y que no se puede vivir siempre acelerado, y como dijo un amigo mío "el cementerio está lleno de imprescindibles".
Desde La Pampa, Argentina, te mando un fuerte abrazo, y renuevo esta amistad, que se enriquece con cada una de tus meditaciones.
Un abrazo
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Pbro. Ricardo Ermesino
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Descansa en la Paz amigo. ¡Gracias por tu ejemplo!
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