Mis manos de palo - (Oración en Getsemaní)

"Sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13,1)
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"Velad y orad para que no caigáis en tentación" (Mt 26,41 - Mc 14,38. - Lc 22,40).

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_________________________ - I - ________________________
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Manos de palo 1




Tengo dos manos juntas,
de olivo tengo dos manos,
que velan cuando me duermo
y rezan si me distraigo.

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Mis manos rezan conmigo,
si a la oración yo las llamo.
Y, si a la fatiga cedo,
rezando siguen mis manos.

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Cuando mis fuerzas flaquean,
¡Vigila! -me están gritando-.
¡No ceses! ¡Clama!
-están siempre repicando-.
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Getsemani



Cuando la traición asoma,
cogida por otra mano,
doce traiciones me cuentan
que me recuerdan mi barro.

A sus ramas hoy talladas
el olivo centenario
me invita a cogerme fuerte
siendo fuerte cual su palo.
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De noche a mañana cantan,
mis anhelos porfiando.
Y, si cantar yo no puedo,
ellas siguen entonando
oración de olivos viejos...
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Aprendida de aquel árbol
que empezó a rezar un día
-por sus hojitas llorando-
al oír orar a un Hombre
de tal bondad inundado,
que más parecía un ángel
de extrañas penas cargado.
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Mis manos siguen ahora
aquella oración rezando.

Y me hablan del Maestro,
de rostro desencajado,
al que consoló un olivo
-enmudecido de espanto-
porque no encontró el Amigo
consuelo en los más cercanos.
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Mis manos me hablan mudas
del olivo centenario
que se quedó aquella noche
de un Orante enamorado.


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________________________ - II - _______________________
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¡Manos de madera rústica!
¡Manos orantes! ¡Manos!
¡Enseñadme la constancia
de esa madera de santo!


Que quiero ser un olivo
en mi tierra enraizado.

Y aprender junto al Maestro
a orar en el suelo hincado.

A ser fuerte en la tristeza,
al Padre nuestro invocando.
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A consolar otras penas
que vienen verdor buscando.
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A vivir ya para siempre
por aquel Amor amando.
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Porque vivir ya no puedo
sin el calor de sus manos,
sin el brillo de sus ojos,
sin el manjar de sus labios.

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¡No puedo vivir, no puedo,
de mi Amante separado!



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_________________________ - III - _________________________

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¡Maestro mío! ¡Maestro Bueno!

Yo quiero ser un olivo
para rezar a tu lado.

Y consolar tus angustias,
presentes en mis hermanos.

Y extender mi sombra verde
donde Tú estés llorando.

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Porque vivir ya no puedo
de Ti, mi Amor, separado.




Cuando se sintió mi albero
desde tus sienes regado,
se estremeció mi madera
al contacto de tu halo.

Y me quedé, para siempre,
de tu sabor impregnado.
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Déjame hundir mis raíces
donde Tú estés postrado.

E inundarme en tu presencia
de esas gotas de topacio,
que destilas por tu frente
y son fuerza de mi tallo.

Déjame rezar contigo
mis brazos verdes alzando.

Y abandonar mi madero
al Padre Santificado.
Que talle en mí tu figura,
que en mí te quiero entallado.

¡No puedo vivir, no puedo,
de Ti, mi Amor, separado!



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Tengo dos manos juntas,
de olivo tengo dos manos,
que velan cuando me duermo
y rezan... si me distraigo.
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De "Versos para Orar"
Jairo del Agua




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