Cuando nuestra Inteligencia Espiritual (IES) es iluminada por el Espíritu Santo, obtenemos la fuerza del
Amor para amar a nuestros hermanos. Y esto, de una manera creativa, ya que, al dirigirnos a personas siempre distintas y únicas, nuestro amor debe ser siempre
imaginativo para realizar un encuentro cordial. Y si amamos a otra persona de un modo
incondicional, le estamos diciendo que “creemos en ella” y que alberga un gran valor. Esto acrecienta su autoestima y estamos creando una persona nueva. Y esto gracias a que la fe tiene un poder creativo capaz de superar el desánimo y mantener la confianza en las palabras de Jesús, pues
creer y
crear van unidos ya que Jesús pedía la fe para realizar sus milagros. La fe auténtica es ya un gran milagro. Por eso, como Jesús, el creyente tiene en sí un soplo de poder taumatúrgico, que se alimenta en el poder transformador de los sacramentos.