Esta es la pregunta que le hicieron al investigador de la inteligencia y la felicidad, José Antonio Marina en
La Contra del periódico
La Vanguardia de Barcelona el 13/XI/2018. Esta fue su respuesta: “
La capacidad humana de dirigir la conducta para resolver problemas. Esta capacidad, en grado supremo, se llama bondad”. Para nuestro profesor y escritor, autor de su reciente libro
Biografía de la humanidad (Ariel), queda claro que la bondad es inteligencia práctica, es la orientadora de la acción, con lo que no podemos estar más de acuerdo. La duda surge cuando al definir al ser humano como “
un animal espiritual, un híbrido de biología y cultura”, situando a las religiones dentro de este último ámbito, parecería que el ser humano es bueno por naturaleza, olvidando la pulsión a la muerte (
Tánatos), que según el psicoanálisis todos llevamos dentro, y que, por lo tanto, nos bastamos a nosotros mismos sin necesidad de un “aliento de vida” que nos ayude a orientar nuestros pasos. Para entender lo que aquí quiero decir, me acojo a las palabras del teólogo José María Castillo, que comentando Lc 14, 25-33 se pregunta: ¿Quién ha hecho algo eficaz para arreglar el mundo? Su respuesta es esta: “
No lo han hecho los que han ganado las guerras sino los que han dado todo lo que tenían, hasta la vida misma: Gandhi, Martin L. King, Oscar Romero…”, y concluye: “
Solo la demasiada bondad contagia bienestar y esperanza”. Y ahora me pregunto: ¿Estas personas a las que cita, no eran creyentes? ¿No tenían una inteligencia espiritual (IES) iluminada y sostenida por la fe?