| JLVB
La muerte pone en cuestión el sentido último de la vida porque destruye de raíz todo proyecto de realización humana. En la sociedad moderna existe una verdadera crisis sobre el sentido que hay que dar a la muerte, que se está convirtiendo en un acontecimiento solitario, aislado, confinado al ámbito de los técnicos sanitarios. En este aislamiento de la muerte las personas apenas recibimos apoyo de la sociedad para vivir más humanamente este momento trascendental de la vida. Es más, cuando alguien muere de repente, cosa que se da cada día más, decimos, ‘que suerte, no se ha enterado’. ¿Y el abandono del enfermo grave, con sus dudas, miedos y preocupaciones? En su entorno todo son consignas de engaño y silencio, que hacen que las personas mueran en la ignorancia, privados de su derecho a conocer, preparar y vivir humanamente su propia muerte. La muerte está siendo civilizada. Está siendo retirada de la vida pública como algo desagradable y molesto que hay que ocultar. Por el contrario se da culto a la salud y a la juventud.
Jesús de Nazaret puede ayudarnos a enfrentarnos al misterio de la muerte con esperanza., sabiendo que no es el final del camino, sino el inicio de una nueva y maravillosa realidad.