¿Somos seres aislados?
Estamos presenciando el proceso acelerado de tecnificación de nuestro mundo. Vivimos dominados por el espíritu científico y todo gira en torno a la praxis y todo lo traducimos en términos técnicos, políticos, económicos y sociales, pero nos falta humanidad. Hoy estamos al borde de convertirnos en autómatas, en seres robotizados. Pero no existe nada aislado pues todo se unifica y se solidariza. La creación es un todo y no caben compartimentos estancos. Las diversas formas del ser son manifestaciones y aspectos distintos de una misma realidad multiforme, pero esencialmente una. Pese al inmenso desorden de las cosas y de las personas, pese a la oscuridad y a la discordancia, todo se mueve en una vibración inefable, inagotable en su riqueza de matices y de notas, hacia la perfección de su unidad. La humanidad está llamada a formar un solo bloque, donde la diversidad permanente de los individuos y de los pueblos se va a unificar mediante una “misma legislación, una misma orientación y un mismo espíritu” (TEILHARD DE CHARDIN, Escritos del Tiempo de Guerra, Ed. Grasset, París 1965, 239).
Para Teilhard el Universo está en un estado de génesis permanente en el que el conjunto de los fenómenos se desarrolla en el tiempo, según una dirección determinada: la unificación, que constituye “el alma de la evolución” (o. c., 34). No solo existen movimientos, sino evolución sujeta a unas leyes determinadas de su sentido y de su fin. Este proceso de lucha entre fuerzas contrarias no pasa de ser un episodio particular del movimiento general que conduce al universo, a través del tiempo, hacia su destino futuro .