“Bendito el hombre que confía en el Señor y en Él pone su esperanza, será como un árbol plantado junto al agua”.
Así lo afirma el profeta Jeremías, y ahí descubrimos la importancia del habitual discernimiento para revisar mi conciencia y mi conducta, no confiar simplemente en lo que se nos presenta y aceptarlo todo sin ningún examen, debemos tener este habitual discernimiento, y entonces podremos ser como ese árbol plantado a la orilla del río que siempre da fruto.
Les pregunto entonces a la luz de este primer punto de reflexión ¿En quién he puesto yo mi confianza? ¿A quién escucho y le hago caso? ¿Escucho a Jesucristo? ¿Le hago caso a sus enseñanzas? ¿Las aplico y reviso si estoy conduciéndome conforme a esa luz? ¿Reviso mi conducta y veo que es la adecuada? Si tengo en cuenta estas preguntas y me las respondo; así es como podremos ser dichosos.
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Respondíamos en el Salmo: “Dichoso el hombre que confía en el Señor”. Si confiamos en él, claro que vamos a buscarlo ¿qué nos dice? ¿Cómo conducirme a la luz de sus enseñanzas? Y, por otra parte, el Salmo nos advierte de lo que no nos es conveniente practicar.
“Dichoso aquél que no se guía por mundanos criterios”, mundanos criterios, ¿qué significa esta expresión? Es decir, por los criterios que habitualmente andan flotando en la sociedad, los criterios que naturalmente salen del corazón del hombre sin la luz del espíritu de Dios y los va describiendo, andar en malos pasos, en conductas perversas, haciendo daño a los otros, burlándonos del que obra bien.
Pero también nos dice lo bueno: “ama la ley de Dios y goza tú en cumplir los mandamientos de Dios”. De manera que esa relación entre mi corazón y mi conducta tiene que tener esta luz para ir correctamente en mi vida. Jesucristo, la Palabra de Dios, los Evangelios, tan es así que San Pablo, en la segunda lectura, hablando a la comunidad de Corinto les advierte: “si nuestra esperanza en Cristo se redujera tan solo a las cosas de esta vida, seríamos los más infelices de todos los hombres”.
Si solamente nos preocupa lo de esta vida, dice San Pablo, seríamos los más infelices, pero no es así, porque Cristo resucitó y resucitó como la primicia de todos los muertos. Hay que superar entonces esa mirada miope que solamente ve lo Terreno. Hay que levantar la vista y mirar el cielo, donde está la casa del Padre, en donde Él nos está esperando cuando termine nuestra peregrinación terrena. Esta relación entre caminar en la vida terrena y mirar el cielo es fundamental, esta constante toma de conciencia de la importancia que tiene tener la vista siempre hacia la casa de Dios Padre, hacia donde queremos llegar y pasar ahí ya toda la eternidad.
Por eso, insistimos, es indispensable poner nuestra confianza en las enseñanzas de Jesucristo y superar la tentación de la seducción. ¿Qué es lo que nos puede seducir y desviarnos de nuestras buenas intenciones? Jesús lo señala en el Evangelio, cuando habla de los que sí van bien: “Dichosos son ustedes”. En cambio de los que no: “estos no son dichosos”.
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¿Dónde está la clave? La clave es no dejarnos seducir por las riquezas, necesitamos el dinero, lo necesitamos pero que no nos seduzca, que quiero tener más y más y más y más a como dé lugar, así ya estoy seducido; o por el placer ¿por qué se embriaga una persona del alcohol? Porque quiere continuar en el placer y continuar y continuar, no, no, todo tiene su tiempo, su momento, no hay que dejarnos seducir por el placer, sea cual sea, el de comer, beber, o sexual, etc.
Y finalmente la vanagloria, afirma Jesús: “Ay de ustedes, si lo que andan buscando es que la gente los alabe”. No hay que buscar la alabanza aquí allá, hay que hacer las cosas que debo de hacer, simplemente, dichosos entonces seremos nosotros, incluso dice Jesús, aunque algunos nos insulten y nos maldigan porque seguimos a Jesucristo. ¿Cuántos mártires a lo largo de la historia han sufrido esos insultos e incluso sacrificio de muerte? Digamos pues, que así hacemos realidad lo que hemos aprendido, que Jesucristo es el camino, la verdad y la vida.
¿Quién de manera excelente ha vivido según Jesucristo camino, verdad y vida? María de Guadalupe y por eso fue la enviada a nuestras tierras, vamos a pedirle a ella que nos ayude a seguir su ejemplo, que nos dé esa fuerza moral ante las seducciones, que nos lleve de la mano cómo llevó a su hijo Jesús a la presentación al templo.
Bendita seas Madre Nuestra, María de Guadalupe, en este Año Jubilar que estamos iniciando, te pedimos muevas nuestro corazón para aprender a escuchar las enseñanzas de tu Hijo Jesús, y en ese camino tomemos conciencia de que necesitamos leer y meditar los Evangelios y los demás libros del Nuevo Testamento.
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Tú que pusiste toda tu confianza en Dios, y así obtuviste la fortaleza espiritual para ser fiel a todo, lo que Dios Padre te pidió; ayúdanos a confiar en la asistencia del Espíritu Santo y descubrir que nuestra esperanza va más allá de las cosas de esta vida, porque deseamos habitar contigo en la Casa de Dios Padre, y compartir con tu Hijo Jesús la vida eterna.
Con gran confianza, ponemos en tus manos al Papa Francisco, fortalécelo y acompáñalo en su ministerio pontificio. Ayúdanos a responder a su llamado para que renovemos nuestra aspiración de ser una Iglesia sinodal, donde todos seamos capaces de escuchar, discernir la voluntad de Dios Padre, ponerla en práctica, y transmitirla a nuestros prójimos.
Conscientes que somos miembros de un mismo cuerpo y de nuestra disponibilidad para cuidar unos de otros, logremos ser capaces de compartir con los más necesitados, y de proceder con justicia en todas nuestras responsabilidades, para testimoniar en el mundo de nuestro tiempo, que Cristo camina y vive en medio de nosotros.
Todos los fieles aquí presentes este Domingo nos encomendamos a ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen, María de Guadalupe! Amén.
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