"María de Guadalupe, ponemos en tus manos al Papa Francisco, fortalécelo y acompáñalo" ¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego?

El cardenal Aguiar, en la consagración
El cardenal Aguiar, en la consagración AdM

Este mirarnos hacia adentro es fundamental, mirar nuestras propias miserias, pajas, dificultades, circunstancias adversas, lo que hemos vivido, darnos cuenta de ello y siempre tener la esperanza, es decir que vamos superando estos aspectos de nuestra persona que no deben de crecer, sino aquello que sí debe de crecer, basados en las enseñanzas de Jesucristo

Revisemos pues nuestro corazón a veces encontraremos celos, envidias, insidias, enojos, pero que salga eso, que no se quede allí anidado, sino que tengamos esta convicción de cuidar nuestro corazón, nuestro interior y podremos así ser hombres, que podamos no solamente ayudarnos a nosotros mismos, sino ayudar a nuestros prójimos

Así nos advierte Jesús en el Evangelio, la conveniencia y la necesidad de conocer al otro, pero para conocer al prójimo necesitamos conocernos a nosotros mismos, es el primer paso, no estar ciegos. 

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¿Cómo podemos hacer este proceso realidad en nuestra persona? En la primera lectura del libro del Eclesiástico dice: “al agitar el cernidor aparecen las basuras en la discusión, aparecen los defectos del hombre”. La conversación la podemos comparar con el cernidor de las basuras, en la conversación hay que expresar al otro lo que consideramos oportuno. 

Pero ¿cómo sabemos si eso que nos dice es bueno o es malo? Afirma entonces el texto, “la palabra muestra la mentalidad del hombre, nunca alabes a nadie antes de que hable porque esa es la prueba del hombre. Así es como podemos conocernos unos a otros, de lo que sale del corazón, de lo que está en el interior. y lo que expresa la persona en su conversación; por tanto, el diálogo es muy importante sí, que conversemos es fundamental, pero con esta alerta que pone Jesús, de descubrir lo que hay dentro del otro porque, como no los dice también un refrán, “de lo que habla la boca es lo que hay dentro del corazón”.

En un segundo aspecto, el Apóstol San Pablo en la segunda lectura, nos plantea la experiencia, que todos de una u otra manera la tenemos ya bien aprendida, de nuestra corruptibilidad, de que somos un cuerpo que va a morir, que por tanto es corruptible, se corrompe y entonces afirma, “cuando nuestro ser corruptible y mortal se revista de incorruptibilidad e inmortalidad entonces se cumplirá la palabra de la escritura, la muerte ha sido aniquilada por la victoria”. 

¿Qué quiere decir con esto decirnos san Pablo? ¿Qué no nos vamos a morir? No, que sí nos vamos a morir, pero que después de la muerte hay vida, por eso dice, ¿dónde está muerte tu victoria? ¿Dónde está muerte tu aguijón

Es en la obra de Cristo en donde podremos tener la certeza, porque Cristo resucitó de la muerte, nuestra esperanza no es un dicho, no es un refrán, no es una expresión cualquiera, sino es una convicción profunda del hecho de la resurrección

Y más adelante nos dice que es en la obra de Cristo en donde podremos tener la certeza, porque Cristo resucitó de la muerte, nuestra esperanza no es un dicho, no es un refrán, no es una expresión cualquiera, sino es una convicción profunda del hecho de la resurrección, que nos han trasmitido desde los primeros Apóstoles hasta nuestros días, una y otra vez, que siendo nuestro ser corruptible, siendo una verdad inevitable que vamos a morir, nos espera la resurrección.

Por eso es que, volviendo al Evangelio, afirma Jesús, “¿por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Este mirarnos hacia adentro es fundamental, mirar nuestras propias miserias, pajas, dificultades, circunstancias adversas, lo que hemos vivido, darnos cuenta de ello y siempre tener la esperanza, es decir que vamos superando estos aspectos de nuestra persona que no deben de crecer, sino aquello que sí debe de crecer, basados en las enseñanzas de Jesucristo.

 Termina Jesús diciendo, “cada árbol se conoce por sus frutos”, no se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos, el hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón

Tengamos esta convicción de cuidar nuestro corazón, nuestro interior y podremos así ser hombres, que podamos no solamente ayudarnos a nosotros mismos, sino ayudar a nuestros prójimos

Revisemos pues nuestro corazón a veces encontraremos celos, envidias, insidias, enojos, pero que salga eso, que no se quede allí anidado, sino que tengamos esta convicción de cuidar nuestro corazón, nuestro interior y podremos así ser hombres, que podamos no solamente ayudarnos a nosotros mismos, sino ayudar a nuestros prójimos.

Pidámosle a nuestra Madre, a María de Guadalupe que ella ha venido aquí a estas tierras, y que bien lo sabemos por eso estamos aquí con ella. 

Que nos ayude siempre ha descubrir lo que Dios quiere de nosotros, que nos de la gracia para saber siempre purificar nuestro interior, y que siempre demos frutos buenos en nuestra relación con los demás. ¡Que así sea! 

Bendita seas Madre Nuestra, María de Guadalupe, con gran confianza, ponemos en tus manos al Papa Francisco, fortalécelo y acompáñalo en estos días de su enfermedad.

Tú que pusiste toda tu confianza en Dios, y así obtuviste la fortaleza espiritual para ser fiel a todo, lo que Dios Padre te pidió; ayúdanos a confiar en la asistencia del Espíritu Santo y descubrir que nuestra esperanza va más allá de las cosas terrenales, y   desarrollar nuestra espiritualidad, para habitar contigo en la Casa de Dios Padre, y compartir con tu Hijo Jesús la vida eterna.

Ayudános Madre a tomar conciencia de que somos miembros de un mismo cuerpo y de nuestra responsabilidad para cuidar unos de otros, de ser capaces de compartir con los más necesitados y de proceder con justicia, para testimoniar en nuestro tiempo, que Cristo camina y vive en medio de nosotros.

Te pedimos que durante el mes de marzo dedicado a la familia, muevas el corazón de abuelos, padres e hijos para escuchar y practicar las enseñanzas de tu Hijo Jesús

En este Año Jubilar que estamos iniciando, te pedimos que durante el mes de marzo dedicado a la familia, muevas el corazón de abuelos, padres e hijos para escuchar y practicar las enseñanzas de tu Hijo Jesús, leyendo, meditando y compartiendo los Evangelios y los demás libros del Nuevo Testamento.

Todos los fieles aquí presentes este Domingo nos encomendamos a ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen, María de Guadalupe! Amén.

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