"Mantengamos encendida la llama del espíritu recibido" "Hijos de Dios e hijos de la Iglesia"

Bautismo de Jesús
Bautismo de Jesús

"Este domingo celebramos el Bautismo del Señor. Juan Bautista es el protagonista, porque es él quien habla. Él predica la conversión a todo el pueblo y responde a las inquietudes de la gente con consejos valientes. Es quien anuncia al Mesías"

"Jesús, al recibir el bautismo, se solidariza con toda la humanidad, que es débil y vulnerable. El recuerdo de su bautismo nos invita cada año a recordar nuestro propio bautismo"

"En la ceremonia, los bautizados recibimos el agua que nos purifica del pecado, pero no olvidemos que también recibimos el don del Espíritu Santo a través de la unción del santo crisma"

"El Espíritu dispone en nuestro interior el hogar donde Jesucristo, el Hijo de Dios, desea alojarse. Mantengamos encendida la llama"

En la dinámica del año litúrgico, este domingo, en el que celebramos el Bautismo del Señor, se cierra el ciclo de las fiestas del tiempo de Navidad y entramos en la fase que el calendario litúrgico denomina «tiempo ordinario». Este es un tiempo, aparentemente menos intenso, durante el cual no se celebra ningún aspecto significativo del misterio de Cristo y ocupa treinta y cuatro semanas del año litúrgico.

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Hoy celebramos el bautismo de Jesucristo en el río Jordán, un acontecimiento con el que se cierra la vida oculta de Jesús en Nazaret y comienza su llamada vida pública. Él inaugura su misión evangelizadora en la región de Galilea. Este domingo la liturgia nos propone recordar el bautismo de Jesús con el relato que nos ofrece el Evangelio según san Lucas.

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En la primera parte del relato de san Lucas, Juan Bautista es el protagonista, porque es él quien habla. Él predica la conversión a todo el pueblo y responde a las inquietudes de la gente con consejos valientes. Es quien anuncia al Mesías, Jesús, el cual vendrá y nos bautizará «con Espíritu Santo y fuego» (Lc 3,16). Juan Bautista era valiente y defensor de la justicia, como Jesús.

En la segunda parte del relato de san Lucas, Jesús es bautizado por Juan Bautista mientras oraba. Lucas insiste en esta actitud orante de Jesús en los momentos más importantes de su vida. En esta escena, desde el cielo, la voz del Padre proclama que Jesús es su Hijo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco» (Lc 3,22). Estas palabras podemos hacerlas nuestras y evocarlas en cualquier momento de nuestra vida, especialmente en los momentos de soledad y fragilidad.

Jesús, al recibir el bautismo, se solidariza con toda la humanidad, que es débil y vulnerable. El recuerdo de su bautismo nos invita cada año a recordar nuestro propio bautismo. Recordemos que en la ceremonia del bautismo los bautizados recibimos el agua que nos purifica del pecado, pero no olvidemos que también recibimos el don del Espíritu Santo a través de la unción del santo crisma.

El Espíritu Santo nos guiará durante toda la vida y nos ayudará a transformarnos en personas cada vez más semejantes a Jesús. El Espíritu dispone en nuestro interior el hogar donde Jesucristo, el Hijo de Dios, desea alojarse. Mantengamos encendida la llama del Espíritu para poder escuchar la voz de Cristo que habita en nosotros y para poder sembrar con alegría la Buena Nueva de Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, demos gracias a Dios por nuestro bautismo, gracias al cual nos convertimos en hijos de Dios y en hijos de la Iglesia. Hoy os invito a orar por el sacerdote o diácono que os bautizó. Al recibir el bautismo, recibimos la luz y la gracia del Padre. El sacramento del bautismo nos abre a la vida de Jesús resucitado.

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