Para los pobres, "todos los días son Black Fridays, días oscuros" Omella: "El Black Friday contribuye a normalizar un consumo exagerado, a consumir por consumir, no por necesidad
"Miles de personas salen a la calle con un único objetivo: encontrar las mejores ofertas. La locura de ese día es tal, que incluso hay personas que se toman un día de fiesta para poder ir a comprar, ya que no pueden resistirse a las tentadoras ofertas. Empieza la carrera, una auténtica aventura"
| Cardenal Juan José Omella
El inicio del Adviento viene precedido, como ya viene siendo habitual, por un nuevo Black Friday («Viernes negro»). Hace unos años, casi nadie conocía esta tradición norteamericana; ahora inaugura la temporada de compras navideñas.
Miles de personas salen a la calle con un único objetivo: encontrar las mejores ofertas. La locura de ese día es tal, que incluso hay personas que se toman un día de fiesta para poder ir a comprar, ya que no pueden resistirse a las tentadoras ofertas. Empieza la carrera, una auténtica aventura.
Se registran largas colas de personas en busca de precios irresistibles que llenan calles y centros comerciales. Incluso hay personas que acampan fuera de los comercios para ser los primeros. Todo eso para ahorrar unos euros. Los compradores aguantan estoicamente horas para su turno en la caja, donde vacían su tarjeta de crédito y llenan bolsas y bolsas de más cosas de las que habían previsto. Llegan a sus casas agotados, pero satisfechos, sin sospechar que algunas tiendas ofrecen productos de menor calidad o de temporadas anteriores. El fin de «vender a toda costa» justifica los medios.
El #CardenalOmella dedica su Carta Dominical al #BlackFriday.
"No se trata de renunciar a consumir, sino de comprar lo realmente necesario, de comprar para el que sí lo necesita... pic.twitter.com/0B01FnDcyE— EsglésiaBarcelona ES (@esglesiabcn_es) November 28, 2019
Mientras unos viven la locura del consumismo, otros salen a la calle buscando otra clase de oportunidades; conseguirlas también será una gran aventura. Les espera un día lleno de emociones, porque no saben dónde ni cómo pueden encontrar lo que necesitan. Es probable que no consigan nada. Estos aventureros son los pobres de nuestra sociedad. Para ellos, todos los días son Black Fridays, días oscuros, porque a diario tienen que buscarse la vida. Algunos, haga frío o calor, aguantan estoicamente largas colas para ser atendidos o encontrar un plato en un comedor social. Todo para ahorrar unos euros y, si tienen suerte, también pueden encontrar gangas comestibles: yogures a punto de caducar, fruta con mal aspecto… Llegan a sus casas (los que la tienen) agotados, pero también satisfechos de haber conseguido algo. Al día siguiente les espera otra aventura repleta de emociones.
Iniciativas como el Black Friday contribuyen a normalizar un consumo exagerado, a consumir por consumir, no por necesidad, y esa es la tendencia general. El Papa ha cuestionado la economía actual, una economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano, que promueve un consumo extremo (cf. Evangelii gaudium, 55,60). Ha denunciado en varias ocasiones lo que él llama la «cultura del descarte» que considera «al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. […] Los excluidos no son “explotados” sino desechos, “sobrantes”» (Evangelii gaudium, 53). Estamos hablando de ancianos, pobres, discapacitados o parados de larga duración. ¿Vamos a permitir que se les considere como bienes de consumo, de usar y tirar?
Queridos hermanos, como cristianos, debemos reflexionar sobre el consumo. No se trata de renunciar a consumir, sino de comprar lo realmente necesario, de comprar para el que sí lo necesita. Creo que en este inicio del tiempo de Adviento sería bueno dedicar un poco de tiempo diario a plantearnos una vida más sostenible, con un consumo más responsable y solidario. Como dijo Santa Teresa de Calcuta: «La pobreza no la hizo Dios, la hacemos tú y yo cuando no compartimos lo que tenemos».