"Cipriani, vanidoso como un general norcoreano multicondecorado, volverá hablar y tendrá que dar explicaciones" Cardenal Cipriani, el señor de los temblores

"El Papa Francisco aceptó inmediatamente la renuncia del Cardenal Cipriani, el primer cardenal del Opus Dei, al cumplir los 75 años de edad y luego le obligó a residir fuera de Perú, a causa de una denuncia por abuso de menores"
"El Papa, por su parte, para imponerle aquellas justas limitaciones, valoró la denuncia recibida y cuánta certeza despertaba en él, la suficiente para limitar el ministerio del Cardenal, lo cual entra dentro de las atribuciones de todo superior"
"En un ulterior comunicado, la CEP solo afirma la exquisita caridad pastoral dada por el Papa a Cipriani, aunque no da ningún argumento que explique por qué el Papa, en modo justo, le ha impuesto un precepto penal"
"Cipriani polemizará de nuevo, es lo suyo, exponiéndose más y más a ser señalado con el dedo y, quizás algún día, a tener que dar muchas más explicaciones de las que se le ha exigido hasta ahora"
"En un ulterior comunicado, la CEP solo afirma la exquisita caridad pastoral dada por el Papa a Cipriani, aunque no da ningún argumento que explique por qué el Papa, en modo justo, le ha impuesto un precepto penal"
"Cipriani polemizará de nuevo, es lo suyo, exponiéndose más y más a ser señalado con el dedo y, quizás algún día, a tener que dar muchas más explicaciones de las que se le ha exigido hasta ahora"
Un seísmo de considerables dimensiones ha sacudido Perú y tras él siguen las réplicas. Esta vez no era la placa Sudamericana desplazándose sobre la de Nazca. Era el Cardenal Cipriani, jubilado desde 2019, desplazándose sin permiso papal de Madrid a Lima durante las pasadas Navidades.
Tras unas semanas de permanencia en la Ciudad de los Reyes, el 7 de enero de 2025 recibió con gran pompa una condecoración de manos de su Alcalde, el también miembro del Opus Dei y candidato a las próximas elecciones presidenciales Rafael López Aliaga.

Un terremoto de cerrazón y vanidad
El terremoto llegaría pocos días después, el sábado 25 de enero, cuando el rotativo El País reveló que el Papa Francisco aceptó inmediatamente la renuncia del Cardenal Cipriani, el primer cardenal del Opus Dei, al cumplir los 75 años de edad y luego le obligó a residir fuera de Perú, a causa de una denuncia por abuso de menores.
Tras esta sorprendente revelación, el mismo día, mientras el Vicario del Opus Dei se afanaba en pedir perdón a la víctima por no haberle recibido en su momento, Cipriani provocó la primera gran réplica al asegurar que era inocente y arremeter contra el Papa por "castigarle sin haberle escuchado".
Un domingo en la Sala de Prensa de Francisco
Un nuevo e inesperado temblor tuvo su epicentro en la Sala de Prensa Vaticana, en domingo. "Houston, Houston, tenemos un problema". En la réplica de Matteo Bruni a lo dicho por el Cardenal el día antes, se descubrió que este último había sido objeto de un precepto penal aún en vigor, firmado y aceptado, por el que se le impusieron diversas medidas disciplinares referidas a su actividad pública, al lugar de residencia y al uso de insignias.
La polémica estaba servida en las conciencias de los limeños, siempre tan curiosos como asustadizos, siempre escondidos detrás de las celosías de sus balcones virreinales.
Por un lado, descubrieron que el causante de todo aquel seísmo era el propio Cipriani, al viajar a Lima de manera pública, desobedeciendo el precepto penal. Por otro, que la carrera del político de ultraderecha López Aliaga podía verse afectada por este ulterior escándalo de Cipriani, siempre tan o más controvertido que el alcalde. "Aquella medalla fue como una estaca en el corazón de este Nosferatu peruano", afirmó
con ironía Pedro Salinas.

Los obispos peruanos se desmarcan (por primera vez) de Cipriani
La tercera réplica de aquel terremoto llegó el 28 de enero, poco después de que el Arzobispo de Lima exhortase a Cipriani a admitir la verdad, "abandonando las vanas justificaciones y el empecinamiento".
Y hubo una cuarta réplica el mismo 28 de enero. Esta vez se trataba del breve comunicado de la Conferencia Episcopal del Perú (CEP) 'La verdad les hará libres'.
Tras afirmar que para imponer el precepto penal a Cipriani se había comprobado la veracidad de los hechos, los obispos peruanos salieron en defensa del Papa (reconocemos la sabia decisión del Santo Padre de unir en ella la justicia y la misericordia) y de la víctima (que se respete la voluntad de ésta de permanecer en el anonimato).
Cipriani, acostumbrado a dirigir con mano de hierro la Arquidiócesis de Lima, emulando a su añorado Alberto Fujimori, dictador condenado por crímenes contra la humanidad, no supo estar callado. Al contrario del teólogo Gustavo Gutiérrez, fallecido el 22 de octubre de 2024 y de quien el Cardenal Castillo, durante la sentida homilía exequial, afirmaría que era "un hombre grande, un hombre de Iglesia que ha sabido callar cuando debía callar".

La sobreactuación de Cipriani al exigir una rectificación
En lo que a la quinta réplica del gran terremoto se refiere, Cipriani dirigió el 28 de marzo una carta a la Presidencia de la CEP exigiendo una rectificación: no es verdad que se comprobara la veracidad de los hechos ni que hubiera dejado el ministerio episcopal, pues la aceptación de su renuncia por cumplir 75 años de edad no estuvo conectada con la denuncia, "carta anónima de origen desconocido".
En esta ocasión, emergió en todo su esplendor el Cipriani polémico de toda la vida.
En primer lugar, se le escapó decir que hubo fumus delicti en aquella primera investigación realizada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe por mandato del Papa, es decir, una alta probabilidad de la comisión de un delito que lleva a la necesidad de celebrar un juicio penal que puede concluir con la imposición de una pena.
En segundo lugar, el Cardenal manipuló el concepto de veracidad (qué tanto se dice la verdad), diferente del de verdad (qué tan cierto es lo afirmado): un portal digital como el nuestro, por ejemplo, es veraz, porque suele contar la verdad de lo que ocurre. El Papa, por su parte, para imponerle aquellas justas limitaciones, valoró la denuncia recibida y cuánta certeza despertaba en él, la suficiente para limitar el ministerio del Cardenal, lo cual entra dentro de las atribuciones de todo superior.
Finalmente, Cipriani también intenta manipular el motivo real por el que el Papa le aceptó la renuncia pocos días después de cumplir los 75 años de edad, a finales de diciembre: "dile que de enero no pasa". Esta fue la consigna que, según Pedro Salinas (‘La verdad nos hizo libres’) el Papa pidió a un conocido jesuita amigo suyo que transmitiera a la víctima.

El elefante cobarde parió un ratón tontorrón
Ayer domingo, 6 de abril, Religión Digital denunciaba que "la opinión pública internacional no entiende que García Camader, Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, junto con el resto de Obispos, hayan dejado solo a Francisco y a la víctima abusada por Cipriani... Más escándalos en el haber de la Iglesia peruana, cobarde, encubridora y muy dañada tras dos décadas de corrupción impuesta por Cipriani, Figari y otros".
Tenemos constancia de que los periodistas peruanos, en los últimos días, han preguntado insistentemente a sus Obispos por su silencio y, salvo alguna honrosa excepción, se sabe que daban la callada por respuesta.
Finalmente, el elefante parió un ratón. La sexta réplica es un leve temblor perceptible solo por sensores sísmicos de última generación. En un ulterior comunicado, la CEP solo afirma la exquisita caridad pastoral dada por el Papa a Cipriani, aunque no da ningún argumento que explique por qué el Papa, en modo justo, le ha impuesto un precepto penal.
Por su parte, estos obispos súper empáticos y súper bonachones donde los haya se solidarizan con las víctimas de cualquier abuso en general. Sin embargo, bien lejos de la cercanía que pregonan, olvidan que Cipriani y su círculo están atacando con denuedo a una víctima concreta.

El SASPe no ha lanzado de momento ninguna alerta
Perú es un país que ha aprendido a convivir con los terremotos. Su Sistema de Alerta Sísmica es de los más avanzados del mundo y funcionaría perfectamente, si no fuera por una cadena de montañas "que lo hacen jodido de implementar", tal como me confirman mis amigos limeños. Y añaden: "Como todo en Perú, funciona a medias".
En estos momentos, el riesgo de un nuevo gran terremoto provocado por Cipriani no parece ser muy elevado: todos en Lima le conocen bien desde su tiempo de obispo en Ayacucho, cuando las organizaciones de derechos humanos solo cubrían las colas de los movimientos políticos o su intervención como intermediario entre los emerretistas era imprescindible en el secuestro de la embajada de Japón en 1996. Siempre activista por la verdad y la justicia junto a esa "cojudez" que era la Coordinadora nacional de derechos humanos, como el propio cardenal la definió.
Por no hablar de la aprobación canónica que concedió en 2011 a la Fraternidad Mariana de la Reconciliación, del Sodalicio, no obstante las múltiples denuncias que llegaban en aquel mismo año por los abusos sexuales y de poder que se cometían en esta secta católica, en estos días en vías de supresión.
Todos saben quien es Cipriani y sin conocer la identidad de la víctima, protegida por Francisco, la creen casi al 100%, después de haber leído al riguroso Iñigo Domínguez, el periodista de El País. Cipriani, vanidoso como un general norcoreano multicondecorado, con toda seguridad no seguirá el ejemplo de su odiado Gustavo Gutiérrez y volverá a hablar.
Las abejas ya le pican para que lo haga. Tiene a su favor una CEP asustadiza como quinceañera de Trujillo abriendo el baile, siempre bajo la mirada de presidentes que van y vienen. También un Papa de momento muy debilitado por la enfermedad: Cipriani, a favor o en contra, quién sabe, estos días reza por la salud de Francisco.

A Cipriani los obispos peruanos se lo han puesto fácil. Polemizará de nuevo, es lo suyo, exponiéndose más y más a ser señalado con el dedo y, quizás algún día, a tener que dar muchas más explicaciones de las que se le ha exigido hasta ahora.
En lugar de emular al Señor de los Milagros, nuestro cardenal cada vez se parece más al Señor de los Temblores. De momento, confiemos en el servicio de seguimiento y alerta vaticano, mucho mejor que el peruano. Y tengamos bien preparada la mochila.
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