Jornada Mundial de la Vida Consagrada "La sabiduría de dos ancianos"
"Hoy celebramos la fiesta litúrgica de la Presentación del Señor y también celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada"
"Me complace expresar el reconocimiento de toda la Iglesia a los monjes y monjas, a los religiosos y religiosas de las diferentes órdenes, congregaciones e institutos apostólicos por su servicio a la Iglesia y a nuestra sociedad"
"El misterio de la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén no estaría completo sin las figuras del anciano Simeón y de la profetisa Ana; reconocimiento y esperanza"
"En esta ocasión, la popular fiesta de la Candelaria coincide en domingo y puede ser una buena oportunidad para que las comunidades cristianas profundicen en el mensaje de este acontecimiento de la vida del Señor"
"El misterio de la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén no estaría completo sin las figuras del anciano Simeón y de la profetisa Ana; reconocimiento y esperanza"
"En esta ocasión, la popular fiesta de la Candelaria coincide en domingo y puede ser una buena oportunidad para que las comunidades cristianas profundicen en el mensaje de este acontecimiento de la vida del Señor"
Hoy celebramos la fiesta litúrgica de la Presentación del Señor y también celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, este año con el lema «Peregrinos, sembradores de esperanza». El hecho de que en esta ocasión la popular fiesta de la Candelaria coincida en domingo puede ser una buena oportunidad para que las comunidades cristianas profundicen en el mensaje de este acontecimiento de la vida del Señor.
El misterio de la presentación de Jesús en el templo de Jerusalén, en brazos de María, acompañada de su esposo José, no estaría completo sin las figuras del anciano Simeón y de la profetisa Ana. Estos dos justos del pueblo de Israel escenifican la realidad de lo que, en la Iglesia de Oriente, se llama «el encuentro con el Señor». Ellos son, junto con María y José, un testimonio del «resto de Israel». Sí, ellos representan la pequeña porción humilde y pobre del pueblo de Israel que, por gracia de Dios, mantuvo viva la fe y la esperanza en la venida de Jesús como Mesías. Es gracias a su fidelidad que Dios pudo encarnarse en la historia humana y regalarnos la salvación.
Simeón va al templo misteriosamente impulsado por el Espíritu y se produce el encuentro con el Señor. María pone al Niño en las manos del anciano, en un gesto de entrega confiada. María ha sido la madre del Hijo que Dios Padre ha dado al mundo para salvarlo. Simeón lo proclama, inspirado por el Espíritu: «Jesús es luz para todos los pueblos y gloria de Israel» (cf. Lc 2,32).
La profetisa Ana se muestra muy esperanzada. El objeto de su esperanza se concentra en un término muy significativo: el «rescate» del pueblo o, como dice el leccionario, la «redención». Esta mujer, abnegada y piadosa, intuye el cambio radical que se está realizando en la historia.
La sabiduría profética infundida por Dios en estos dos ancianos consagrados a Él en cuerpo y alma resulta muy cercana al espíritu cristiano. De hecho, la Iglesia recita cada noche el Nunc dimittis, el cántico de Simeón. Lo hace cuando reza el oficio de Completas, la última oración del día en la Liturgia de las Horas: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz…».
Coincidiendo con la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo, la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada. En este día, me complace expresar el reconocimiento de toda la Iglesia a los monjes y monjas, a los religiosos y religiosas de las diferentes órdenes, congregaciones e institutos apostólicos por su servicio a la Iglesia y a nuestra sociedad.
Queridos hermanos y hermanas, sigamos el testimonio de Simeón y Ana, mantengámonos radicalmente unidos al Señor. Que Él sea el centro y el sentido de nuestra existencia. Y que nuestros hermanos y hermanas consagrados, profundamente unidos a Jesucristo y movidos por el Espíritu Santo, anuncien el Evangelio viviendo con alegría y radicalidad el carisma recibido de sus fundadores.
En nombre de los obispos auxiliares y en el mío propio, os invito a la Eucaristía que se celebrará hoy, a las 19.15 horas, en nuestra catedral, acompañados de todos los hermanos y hermanas de la vida consagrada que viven y llevan a cabo su misión en nuestra archidiócesis.