La belleza salvará el mundo
Hoy, con esta carta quiero enviarte una palabra de felicitación en vísperas de tu fiesta, a la vez que invitarte a hacer una breve reflexión sobre tu propio nombre: Carmen, Verso, Belleza…
Necesitamos enamorarnos de la “belleza”, en este mundo que estamos maltratando a tantos niveles, y convirtiendo la belleza de la tierra, nuestra casa, en un espacio cada día más difícil para habitar y vivir. Hoy sigue vigente la profética afirmación: La belleza salvará al mundo. (Dostoievski)
Una afirmación que Juan Pablo II recogió en su documento Carta a los artistas, que considero uno de sus mejores documentos, por lo menos, el de más belleza. En ella, Juan Pablo II afirma que “el desarrollo de la belleza ha encontrado su savia precisamente en el misterio de la Encarnación, que introduce en la humanidad toda la riqueza evangélica del bien y de la verdad, y con ella manifiesta una nueva dimensión de la belleza”.
Recoge también en la Carta unas hermosas palabras de san Buenaventura: “Contemplaba en las cosas bellas al Bellísimo y, siguiendo las huellas impresas en las criaturas, seguía a todas partes al Amado.
La belleza es, pues, el camino para adentrarnos en el Misterio de Dios. Benedicto XVI afirmaba en un mensaje a los creadores de belleza sobre la necesidad de "suscitar maravilla y deseo de lo bello, formar la sensibilidad y alimentar la pasión por todo lo que es expresión auténtica del genio humano y reflejo de la belleza divina". (25.11.2008)
Toda persona creyente debe ser creador de belleza, y apasionado por toda manifestación de la belleza.
El camino más luminoso es el que nos proporciona la Palabra, y la criatura más significativa en este camino de la belleza es santa María. Pensando en la belleza de tu nombre, añado esta breve reflexión a partir de la Palabra y de tu advocación de María:
Elías subió a la cima del monte Carmelo, se encorvó hacia tierra, con el rostro en las rodillas y ordenó a su criado: sube a otear el mar. Después de asomarse siete veces dijo: sube del mar una nubecilla como la palma de la mano. (1Re 18,44)
Y llegó la respuesta de Dios, a la plegaria de Elías con una lluvia abundante.
Elías subió a la cima del monte de Dios. Pasó la noche en una cueva. Vino un huracán… vino un terremoto…vino un fuego… Finalmente vino una BRISA. Se tapó el rostro con un manto y se puso en pie… Entonces oyó una VOZ…(1Re 19,11)
Estos dos episodios tiene que ver con tu nombre: CARMEN. De la paz y le belleza del mar emerge una nubecilla. Desde la nube se escucha la respuesta de Dios. La nubecilla cubrirá a María y nosotros podremos escuchar la voz de Dios en nuestra propia lengua. El don divino se manifiesta a través de la fidelidad de la criatura humana. Es un camino de belleza.
En la belleza del monte, en la soledad y el silencio de la montaña se escucha el rumor de la brisa divina. Es el espacio, es el silencio, en el que podemos escuchar la VOZ de Dios. Toda creación de belleza emerge desde el silencio sereno y profundo.
Carmen, tu nombre está unido a estas dos experiencias bíblicas. La experiencia de Dios es paz, es luz, es sabiduría. Tú, Carmen, ya tienes en ti un primer apunte de la belleza de Dios en tu nombre: CARMEN, VERSO, POEMA
Que María estrella del mar, levante en ti aquella misma nubecilla, que trae las aguas abundantes de la gracia y del amor, divinos. Que hoy en la cueva de la cima del monte de Dios, te sientas bien y repitas en el silencio del corazón con mucho amor tu nombre, hasta escuchar la brisa divina.
Que santa María, con este sabor a mar y a monte, te bendiga
P. Abad