A propósito de la lectio divina
Gracias por tu carta en torno a la lectio divina, donde me dices alguna cosa interesante que nos afecta a todos los que buscamos luz en la Palabra de Dios. Una luz para el camino de nuestra vida. Y quiero comentar alguno de tus pensamientos:
… en estos momentos no tengo otro remedio que dejar una pequeña grieta abierta sin poder profundizar más, pues me da miedo mi propia oscuridad. Me parece, sin embargo, que lo importante, tanto en la plegaria de la lectio divina, como en la contemplación, o en los momentos de silencio, lo importante no es lo que buscamos, sino lo que descubrimos, que suele ser nuevo para cada uno…
Estoy de acuerdo con tus palabras, pero yo tengo la duda de si “dejo esa pequeña grieta abierta”, que, por otro lado, me lo pide mi propia naturaleza, abierta a un horizonte más grande, mi propia vida, que es un camino abierto a una realización de mi persona. Donde hay verdadera vida, hay siempre una verdadera abertura a la aventura, a la novedad… Pero, dice la verdad: da miedo la oscuridad de la vida.
“Lo importante no es lo que buscamos, sino lo que descubrimos que suele ser nuevo para cada uno”… Es cierto. La vida la vamos haciendo, la vamos viviendo, es toda una aventura, apasionante aventura, cuando la vivimos conscientemente, y cuando la planteamos como un permanente descubrimiento. Si me planteo la vida solamente como un buscar, puedo perderme en mis elucubraciones personales abstractas, no realistas, que no será el caso, en cambio, si voy descubriendo en la realidad concreta de mi vida la novedad apasionante de la existencia.
Esto me trae a la memoria un texto precioso de san Agustín de su libro Las Confesiones donde nos refleja el descubrimiento apasionante de Dios, simultáneamente con el descubrimiento de sí mismo.
“Y puesto que tus años no tienen fin, tus años son el día de hoy. Y qué cantidad de días nuestros y de nuestros padres han pasado ya por este día tuyo y han recibido de él su modo de ser y han existido de la manera que sea y pasarán todavía otros y recibirán su modo y existirán de la manera que sea. Tú, en cambio eres el mismo, y todas las cosas del mañana y del día siguiente y todas las cosas del ayer y del día anterior las harás hoy, las hiciste hoy. ¿Qué me importa si alguien no lo entiende? Goce incluso este mismo diciendo: ¿qué es esto? Goce también así y desee más encontrarte no encontrando que no encontrarte encontrando”.
Carmen, tú hablas de descubrir, ir descubriéndose a sí mismo como un deseo vivo inagotable, no un buscar, incluso una búsqueda de Dios, pues me puedo detener, complacido, en lo obtenido en mi búsqueda. El deseo me lleva a revivir de modo permanente el afán de descubrir, e ir viviendo el descubrir de los indicios del mismo Dios, en mí mismo, y en el juego de la vida.
Y yo creo que aquí puede jugar un papel muy importante el servicio que nos puede hacer el ejercicio de la lectio divina, que nos invita a poner nuestra vida a la luz de la Palabra, de una Palabra que se nos ofrece como un camino de vida. De plenitud de vida. Aunque siempre dejemos una “pequeña grieta abierta”, lo cual sería normal cuando la vida se nos presenta como un misterio que desborda nuestro entendimiento, pero que quiere seducir nuestra voluntad para adentrarnos en él. En nuestro propio misterio.
La invitación que nos hace el cartujo Guido con su descripción de la lectio divina es muy atractiva:
La lectura busca la dulzura de la vida bienaventurada; la meditación la encuentra; la plegaria la pide; la contemplación la saborea. La lectura es como un manjar sólido que no ponemos en la boca, la meditación la mastica y tritura; la plegaria lo gusta y la contemplación es la misma dulzura que alegra y restaura.
Y todo esto poniendo en juego ese Misterio de la Palabra de Dios que no se nos impone sino que deja siempre una pequeña grieta abierta, ofreciéndose como invitación. Y, claro está, poniendo en juego nuestra vida, que la vivimos muy inconscientemente, o nos la viven, perdiéndonos así la belleza de contemplarla.
Carmen, ama a Dios, “agitador de todas tus vivencias y emociones”, para despertar la novedad de la vida en tu vida.