¿Alergia a la economía?
Reconozco que, en primera instancia, me sorprendí gratamente al ver anunciado el I Congreso Internacional sobre pobreza, hambre y alimentos, que tendrá lugar del 13 al 15 de octubre en la Universidad Católica de Valencia. El Congreso reunirá científicos e investigadores de talla mundial que analizarán el problema del hambre en el mundo. Pensé que con este congreso, por fin, todas mis oraciones y mis inquietudes acerca del tema de la pobreza y de su correcto abordamiento por parte de la Iglesia habían sido respondidas...
Pero al ir leyendo el programa del congreso y ver que algunos de los ponentes son premios nobel, sí, pero de medicina; y hay expertos en arte y tecnología, agricultura, veterinaria, educación, energía solar, caritas... y sólo uno, parece, que es experto en economía, pero que va hablar de micromecenazgo y nada de temas macroeconómicos y estructurales de fondo, en este tema de la pobreza, que es resultado de una distribución injusta de la riqueza, y por tanto es un tema fundamentalmente económico, confieso que me he llevado una decepción. Todo mi gozo en un pozo...
Seguimos sin atrevernos a coger el toro por los cuernos. Seguimos girando en torno al moralismo, a la caridad, o algo peor, a un mesianismo utópico inoperante ---"por una Nueva Humanidad"--- en un contexto de ética política de activismo filantrópico paliativo minorista, sin tomar conciencia de que el problema de la pobreza hay que abordarlo en gran medida desde parámetros estructurales y macroeconómicos, no conductuales, ni moralistas, ni mucho menos utópicos. Los planteamiento morales serios también ayudan, claro está, a la economía y a todo, pero sólo con moralismos no hacemos casi nada, cuando hay estructuras de por medio.
Cuando en ámbitos intelectuales y financieros nos oyen hablar desde este "buenismo" que nos caracteriza ---"como tengo buenos sentimientos, todo lo que se me ocurre para resolver el problema de la pobreza es bueno", esto es, los buenos sentimientos suplantan la fundamentación teórica y el soporte técnico inevitable sobre el que se debe de apoyar la posible utilidad o no de las propuestas económicas---, en este mundo de bloques económicos y grandes transacciones internacionales (en el mercado Forex se mueven más de 4 trillones de dólares al día; sólo en intercambio entre dólares y euros se mueven al día 400 billones de dólares), nuestro discurso y nuestras propuestas bienintencionadas producen cierta sonrisa y cierto enternecimiento del corazón, como cuando se oye a un niño leer una poesía por un mundo mejor...
Hasta que no se organicen congresos para tratar el tema de la pobreza y de los demás desequilibrios económicos, desde el ámbito fundamentalmente económico, y dirigido fundamentalmente por expertos en el tema económico, guiados eso si por la doctrina cristiana, y en especial por la espléndida Doctrina Social de la Iglesia, en pro del bien común de las personas y de los países, mientras no se haga así, estaremos cantando utopías "por un mundo mejor" y "por una Nueva Humanidad" fuera del único mundo que tenemos y de la única humanidad que tenemos, promoviendo, a lo sumo, pequeñas acciones caritativo-filantrópicas, en gran medida paliativas, pero no resolutivas del problema. Y al final lo que conseguimos es que el orden social e internacional (injusto) se mantenga, puesto que no vamos a las reales causas estructurales que lo provocan.
El día que aboguemos por un orden internacional de comercio justo, promoviendo una integración de todos los países en un orden internacional en el que se respeten los derechos de todos, y se haga que todos los países puedan ofrecer lo mejor de sus productos y servicios y demás iniciativas, para el bien de los demás, promoviendo una disminución progresiva y desaparición de los aranceles, que son los que impiden que el comercio internacional se desarrolle normalmente, en beneficio de los más ricos, cuando propongamos eso, digo, sí saldremos en los medios de comunicación, puesto que habremos puesto el dedo en una de las llagas que hacen injusto el comercio internacional y que es una de las causas principales de la pobreza en el mundo.
¿Tan difícil es que descubramos que los problemas económicos hay que abordarlos adecuadamente desde una sólida fundamentación económica teórica y técnica para dar solución a los desequilibrios, sabiendo, claro está, que en todo "lo social" influyen muchas variables complejas que hay que también considerar adecuadamente? ¿Tan difícil es conjuntar una fundamentación económica seria con la Doctrina Social de la Iglesia en pro del bien común de las personas y de los pueblos?
¿No será que hemos desarrollado una aversión a la ciencia, y a la economía por tanto, que nos impide acercarnos a la realidad tal cual es, esto es a la realidad económica, sin prejuicios?
¿Por qué esa alergia a la economía?